Cien alumnas est¨¢n confinadas en aulas de estudio de centros franceses por llevar velo
Decenas de adolescentes ya expulsadas otros a?os s¨®lo tienen la alternativa de estudiar a distancia
Un centenar de alumnas de la educaci¨®n p¨²blica francesa, entre los 13 y los 17 a?os, aguarda una decisi¨®n de las autoridades acad¨¦micas sobre su expulsi¨®n de los centros. No quieren retirarse el velo o pa?uelo que denota su confesi¨®n isl¨¢mica, cuyo porte se ha convertido en ilegal desde el comienzo del curso. Las que acuden a los centros permanecen confinadas en salas de estudio o piezas dedicadas a almacenar archivadores. Decenas de chicas ya expulsadas en a?os anteriores han abandonado la educaci¨®n, salvo algunas que intentan seguir cursos por correspondencia.
Hay 12 millones de alumnos en la educaci¨®n primaria y secundaria, por lo cual un centenar no parece un problema generalizado. La polic¨ªa cens¨® en m¨¢s de 1.200 el n¨²mero de estudiantes con velo, el curso pasado, pero ahora se ven muchos menos. Esto se debe al efecto que ha causado que el Ej¨¦rcito Isl¨¢mico en Irak haya secuestrado a dos periodistas franceses como medida de presi¨®n contra la ley contra el velo. Imanes musulmanes han recomendado a las alumnas que no insistan en llevarlo, como gesto de apoyo a los secuestrados, y la mayor¨ªa de ellas ha aceptado retir¨¢rselo.
Hay un choque entre el derecho a la educaci¨®n y la negativa a darla a los que portan estos signos
"De un d¨ªa para otro me vi sola en mi habitaci¨®n, con mis libros", dice una expulsada
Aun as¨ª, queda un centenar de chicas que se niega a descubrirse la cabeza, lo cual les coloca autom¨¢ticamente en "situaci¨®n ilegal". Todav¨ªa no se han celebrado los consejos disciplinarios, sin duda una medida de prudencia dictada por el problema de los rehenes en Irak. Mientras tanto, las chicas afectadas permanecen en una situaci¨®n ambigua, que les podr¨ªa llevar a "arrepentirse" de llevar esa prenda. De hecho, si no lo hacen, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano podr¨ªa llegar su expulsi¨®n.
No ser¨ªa la primera vez. Decenas de estudiantes francesas se han visto privadas de escolaridad en los a?os anteriores, cuando no exist¨ªa la ley que proh¨ªbe los signos religiosos en la ense?anza p¨²blica. La interpretaci¨®n anterior toleraba alg¨²n tipo de velo (m¨¢s bien pa?uelo) siempre y cuando no hubiera otros comportamientos "proselitistas". Pero los directores de centros, hartos de problemas, exigieron una ley a la que atenerse. Ya la tienen: los "signos religiosos ostensibles" est¨¢n prohibidos, con lo cual desaparece el margen de interpretaci¨®n sobre el tipo o tama?o de pa?uelo aceptable.
A los ojos de los defensores de esta ley, el Estado y los contribuyentes no tienen nada que reprocharse por excluir a alumnos que incumplen las normas. Desde ese punto de vista, expulsar a chicas con velo es lo mismo que echar a alumnos camorristas. La racionalidad de que hacen gala tales planteamientos no ha resuelto la contradicci¨®n entre el derecho a la ense?anza y la negativa a facilitarlo a quienes portan un signo religioso "ostensible".
Las ¨²nicas alternativas son el estudio por correspondencia o las clases particulares. Pero sin el encuadramiento escolar en un centro, sin verdaderos profesores al lado, sin la regularidad de unas clases, ?unas adolescentes de 13, 15 o 17 a?os -las edades m¨¢s conflictivas- pueden seguir un programa de educaci¨®n secundaria por correspondencia? La respuesta es "no", dado lo complicado que resulta que estudien a esas edades por su cuenta.
Y as¨ª lo testimonian las pocas personas que han aceptado contarlo. Catorce a?os despu¨¦s de ser excluida del colegio a causa del velo, Siham ha explicado al diario Le Monde que le echaron con 14 a?os e intent¨® seguir por correspondencia los estudios de "troisi¨¨me" (equivalente a 3? de ESO). "De un d¨ªa para otro me encontr¨¦ completamente sola en mi habitaci¨®n, frente a mis libros. Los profesores que me quer¨ªan tanto jam¨¢s volvieron a preguntar por m¨ª. Fue muy duro". A los 15 a?os no pudo m¨¢s y dej¨® de estudiar. A los 16 a?os tuvo que casarse; inmediatamente empez¨® a tener hijos, tres seguidos. No lo lamenta, pero "la Siham que hubiera podido estudiar no ser¨ªa la misma", dice, sin perder del todo las esperanzas: "Un d¨ªa aprobar¨¦ el bachillerato". Tiene ganas, por ejemplo, de saber qu¨¦ hay en las matem¨¢ticas m¨¢s all¨¢ de las fracciones, que es donde ella se qued¨®.
La crueldad de este problema aumenta al afectar b¨¢sicamente a las mujeres. No obstante, la prensa francesa ha informado de nueve sijs (hind¨²es) de la periferia de Par¨ªs, cuya religi¨®n exige a los hombres que lleven un turbante, y que tambi¨¦n se han convertido en indeseables para la legalidad escolar. Estos varones hind¨²es tambi¨¦n aguardan en las salas de archivo de sus centros a que se decida su suerte.
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