Sanidad p¨²blica: m¨¢s, pero tambi¨¦n mejor
Asistimos a un debate necesario -y largamente aplazado- sobre la financiaci¨®n adecuada de la sanidad p¨²blica, y es evidente que deber¨ªamos destinar m¨¢s recursos econ¨®micos a un sistema descapitalizado, con d¨¦ficit enormes de inversi¨®n en los ¨²ltimos a?os, con salarios muy bajos comparados con los de los sistemas p¨²blicos europeos (adem¨¢s de inequidades internas ofensivas para muchos profesionales) y con d¨¦ficit de gasto corriente que es insostenible a corto plazo. Parece existir un amplio consenso sobre la necesidad de aumentar los fondos p¨²blicos, as¨ª como sobre sus causas m¨¢s relevantes, entre las que destacan el envejecimiento de la poblaci¨®n, el aumento de la incidencia y prevalencia de enfermedades cr¨®nicas evolutivas, la creciente cifra de inmigrantes no contabilizados -que aumentan las necesidades- el desarrollo de las tecnolog¨ªas diagn¨®sticas y terap¨¦uticas, y de la prescripci¨®n farmac¨¦utica, y los cambios en la demanda de uso del sistema, m¨¢s o menos asociados al desarrollo social.
Sin cambios de estructura y de cultura, es muy probable que m¨¢s financiaci¨®n tenga efectos muy limitados
Sin embargo, estamos olvidando aspectos del debate que son fundamentales y sin los que aportar m¨¢s dinero no supondr¨¢ necesariamente una mejora de la oferta y de la calidad asistencial.
Me refiero a cambios de estructura y organizaci¨®n, y de valores del sistema sanitario en su conjunto, sin los que una visi¨®n puramente centrada en la mejora necesaria de lo econ¨®mico podr¨ªa generar solamente una curva inflacionaria imparable de mayor gasto.
Efectivamente, un an¨¢lisis racional de las necesidades, y muy especialmente las derivadas del envejecimiento de la poblaci¨®n y el aumento de la prevalencia de enfermedades cr¨®nicas evolutivas, obliga a impulsar de manera decidida cambios radicales en la estructura y la organizaci¨®n de nuestro sistema, orientadas inicialmente a la atenci¨®n de enfermos agudos que se curan y a la prevenci¨®n y la atenci¨®n continuada de todos quienes sufren procesos cr¨®nicos evolutivos, que no se curan, quienes deben ser cuidados con objetivos terap¨¦uticos centrados en la calidad de vida.
Para atender adecuadamente a esos enfermos, la estructura del sistema debe cambiar, desarrollando servicios alternativos a la hospitalizaci¨®n convencional y los espec¨ªficos para la atenci¨®n geri¨¢trica y los cuidados paliativos, promoviendo la atenci¨®n continuada y los sistemas integrales de atenci¨®n sectorizados, y adaptando la organizaci¨®n de todos los elementos del sistema a necesidades tan distintas, muy especialmente la de la atenci¨®n comunitaria. Por poner algunos ejemplos, es materialmente imposible practicar atenci¨®n domiciliaria de larga duraci¨®n sin un cambio radical en el funcionamiento de la atenci¨®n primaria que modifique la relaci¨®n entre m¨¦dicos y enfermeras, promoviendo la enfermer¨ªa comunitaria, o atender necesidades tan globales con servicios hospitalarios jerarquizados y organizados por aparatos, cuando atienden a enfermos pluripatol¨®gicos con dependencia y todo tipo de problemas de soporte social y familiar asociados. Est¨¢ claramente demostrado en nuestro pa¨ªs que, si no se cambia la organizaci¨®n y la orientaci¨®n del sistema en su conjunto, este tipo de enfermos son atendidos inapropiadamente, con grandes confusiones de objetivos y con cifras elevadas de consumo de recursos, que no s¨®lo no responden a sus necesidades, sino que generan una enorme ineficiencia de todo el sistema (uso de camas y urgencias hospitalarias, uso inapropiado de tecnolog¨ªa y de servicios, encarnizamiento terap¨¦utico, etc¨¦tera).
Tambi¨¦n deber¨ªamos desarrollar decididamente sistemas de atenci¨®n a las personas con dependencia en el ¨¢mbito social, muy especialmente en todo cuanto promueva la atenci¨®n en el domicilio y en el entorno comunitario, porque este elemento es fundamental no s¨®lo para mejorar la calidad y la continuidad de la atenci¨®n, sino tambi¨¦n para evitar la sanitarizaci¨®n y el uso inadecuado de recursos.
Existen en nuestro pa¨ªs referencias ya consolidadas del desarrollo de sistemas integrales de atenci¨®n, y ya se ha demostrado claramente su efectividad en la mejora de la calidad de vida de enfermos y familias, reduciendo dr¨¢sticamente el uso y consumo inapropiados de recursos hospitalarios, adem¨¢s de comportar una alta satisfacci¨®n de los enfermos atendidos. Sus resultados econ¨®micos son espectaculares. Su desarrollo requiere pol¨ªticas decididas y un gran liderazgo que impulse los cambios, muchos de ellos consistentes en la reconversi¨®n y la adaptaci¨®n de recursos ya existentes, con inversiones que los promuevan y los extiendan a todos los ¨¢mbitos.
Finalmente, debemos reflexionar muy seriamente sobre algunos aspectos de los valores de nuestro sistema, que ya tiene algunos consolidados, como la universalidad del acceso. Entre ellos, quiero destacar los del trabajo interdisciplinar, el cuidado y la participaci¨®n de los profesionales en la toma de decisiones de gesti¨®n y organizaci¨®n; la ¨¦tica como m¨¦todo de toma de decisiones, as¨ª como el respeto por enfermos y familias y su autonom¨ªa, con una comunicaci¨®n y relaci¨®n apropiadas.
Si convenimos que uno de los elementos fundamentales es la atenci¨®n integral, es imprescindible que sepamos cambiar nuestro modelo jer¨¢rquico m¨¦dico por el del trabajo interdisciplinar con enfermeras, psic¨®logos, asistentes sociales y otros profesionales, porque es imposible evaluar y responder a necesidades de car¨¢cter global con una organizaci¨®n monodisciplinar. Tiene efectos enormes sobre la calidad de la atenci¨®n, y tambi¨¦n sobre la satisfacci¨®n de los profesionales. Si queremos respetar los valores de enfermos y profesionales, debemos adoptar nuestras decisiones cotidianas bas¨¢ndolas en la ¨¦tica cl¨ªnica. No podremos respetar los valores y promover la autonom¨ªa de los enfermos sin practicar principios b¨¢sicos de la comunicaci¨®n en su atenci¨®n cotidiana. Si no queremos asistir a la desmotivaci¨®n generalizada de los profesionales, debemos hacerles participar en las decisiones que ata?en a la organizaci¨®n de los servicios, y el aumento salarial necesario no evitar¨¢ su desmotivaci¨®n si es una medida aislada.
Todos estos cambios requieren decisi¨®n y liderazgo, y muchos de ellos, programas sistem¨¢ticos de formaci¨®n y de procesos de cambio. Sin estos cambios, de estructura y de cultura, es muy probable que un aumento aislado de la financiaci¨®n tenga efectos muy limitados sobre la mejora de la calidad de nuestro sistema, y muy pasajeros en la satisfacci¨®n de usuarios y de profesionales. Hay evidencia sobrada de su necesidad, as¨ª como de su efectividad y eficiencia, y no hay dudas sobre su impacto sobre la satisfacci¨®n de todos. Tomarlas no entra?a m¨¢s riesgo que el de extender a todo el sistema experiencias ya s¨®lidamente probadas, con una enorme probabilidad de ¨¦xito.
Xavier G¨®mez Batiste-Alentorn es jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del Instituto Catal¨¢n de Oncolog¨ªa y presidente de la Sociedad Espa?ola de Cuidados Paliativos y del Consejo Asesor Sociosanitario de Catalu?a.
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