Brown da su apoyo a Blair sobre Irak ante las bases laboristas
El ministro del Tesoro no oculta su deseo de liderar el partido
El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, y su gran rival pol¨ªtico, Gordon Brown, intentaron ayer mostrarse unidos ante las bases laboristas, reunidas hasta el jueves en un congreso atenazado pol¨ªticamente por la crisis de Irak. En su intervenci¨®n, Brown lanz¨® un par de capotes al primer ministro evitando la virulencia y el ataque frontal del a?o pasado, pero reafirm¨® sutilmente su aspiraci¨®n a sucederle al frente del partido.
La intervenci¨®n del eterno n¨²mero dos del partido arranc¨® con una menci¨®n a "Ken Bigley y su valiente familia", poniendo en primer plano el secuestro que conmociona al pa¨ªs desde hace d¨ªas y que ha redoblado la crisis de Irak en v¨ªsperas del congreso. "Todos aqu¨ª, y creo que todos en el pa¨ªs, vamos a ofrecer (...) nuestro apoyo absoluto a Tony Blair en estos tiempos dif¨ªciles", a?adi¨®, arrancando de la sala una primera ovaci¨®n. Fue un gesto en parte generoso y en parte un reflejo del mundo que separa a ambos pol¨ªticos: al subrayar las dificultades del primer ministro a causa de Irak, no hac¨ªa m¨¢s que personalizar en Blair el problema en lugar de asumirlo colectivamente como un asunto de un gabinete de iguales.
Brown mencion¨® m¨¢s adelante a Blair en una segunda ocasi¨®n. ?ste le aplaudi¨® a rabiar al final de la intervenci¨®n, casi hasta escaldarle las manos, con la mejor de sus sonrisas y gestos aprobatorios. Primer ministro y ministro del Tesoro intercambiaron incluso algunas palabras en una muestra de unidad y buena armon¨ªa, que contrast¨® con el g¨¦lido lenguaje corporal del a?o anterior, pero tan aparatosa que despierta la duda de si no encubrir¨¢ justo la situaci¨®n contraria.
El ministro del Tesoro huy¨® esta vez del rancio y populista c¨¢ntico al viejo laborismo con el que encandil¨® a la audiencia el a?o pasado, pero provoc¨® una respuesta dur¨ªsima de Blair que acab¨® dejando en evidencia al aspirante. Ayer, refugiado en la c¨®moda posici¨®n de quien se dirige m¨¢s al partido que a la naci¨®n, realiz¨® encendidos llamamientos a la unidad del laborismo, revisti¨® sus palabras de un ardoroso patriotismo superior al habitual, hizo constantemente hincapi¨¦ en que hay que mirar al futuro y se puso todas las medallas al remachar una vez tras otra que "el laborista es hoy el ¨²nico partido que provoca confianza acerca de la econom¨ªa". Pero "eso no es suficiente, tenemos que hacer m¨¢s" fue su permanente latiguillo.
En su "visi¨®n patri¨®tica del mundo", Brown puso al Reino Unido como el ejemplo a seguir por todos y, antes que nadie, por EE UU y los aliados de la Europa continental. Los primeros, porque "su gran ¨¦xito econ¨®mico no se ve acompa?ado de gran justicia social". Los segundos, "porque su cohesi¨®n social no se ve acompa?ado de dinamismo econ¨®mico".
Sin preocuparse demasiado por no superar los l¨ªmites que conducen hasta la demagogia, Brown alert¨® sobre el peligro competitivo que suponen pa¨ªses como India o China, que pagan salarios de 25 o 27 euros a la semana "y producen cuatro millones de graduados universitarios al a?o", pero asegur¨® luego: "Nosotros no vamos a competir bajando nuestros salarios o nuestros est¨¢ndares, sino aumentando nuestra preparaci¨®n". Su mundo ideal contrast¨® dram¨¢ticamente con el mundo real expuesto apenas 20 minutos antes por un militante laborista, que denunci¨® el despido de 200 trabajadores por exigir el cumplimiento de la legislaci¨®n vigente en la construcci¨®n del nuevo estadio de Wembley.
Brown acab¨® con una visi¨®n casi mesi¨¢nica en la que parece entreverse su figura por encima de todas: "Con confianza y unidad en torno a nuestros valores construiremos un consenso progresista de prosperidad y justicia para todos".
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