La mala educaci¨®n
"Quiz¨¢ todo lo terrible no sea, en lo m¨¢s hondo de su fundamento, m¨¢s que lo desvalido que nos pide ayuda". Esta frase de R. M. Rilke resume el cine de Pedro Almod¨®var; y, de forma especial, La mala educaci¨®n, su ¨²ltima pel¨ªcula hasta hoy. No es f¨¢cil contar en pocas palabras su argumento. La mala educaci¨®n no es un relato lineal, y a los constantes saltos en el tiempo se a?ade un preciso y perturbador juego entre realidad y ficci¨®n, y el que las cosas se nos narren de forma que nunca podamos saber las verdaderas intenciones de sus personajes. Y sin embargo, el mismo Pedro Almod¨®var nos ha dicho que La mala educaci¨®n es una pel¨ªcula sobre el amor prohibido, lo que es lo mismo que afirmar que es una pel¨ªcula sobre lo desgraciada que puede ser la gente a causa del amor. Es decir, sobre esa oscura fatalidad del coraz¨®n humano que hace que no podamos vivir sin hacer da?o a los otros, especialmente a los que m¨¢s imprescindibles nos resultan. Y en esta pel¨ªcula todos se da?an entre s¨ª, como si aquella c¨¦lebre frase de Hobbes de que el hombre es un lobo para el hombre donde de verdad resultara irrefutable, antes que en el terreno econ¨®mico o social, fuera en el campo del amor.
La mala educaci¨®n puede que sea por eso la pel¨ªcula m¨¢s desoladora y oscura de su autor. Una pel¨ªcula en la que ninguno de sus personajes, salvo los infantiles, sale bien parado, y a los que, sin embargo, algo nos impide juzgar, tal vez por la sospecha de que nos parecemos a ellos mucho m¨¢s de lo que estamos dispuestos a reconocer. Todos se rebelan contra lo incompleto de su propia existencia y todos buscan algo que tiene que ver con el deseo. Pero el deseo puede ser la m¨¢s terrible de las enfermedades. Nadie lo vio mejor que Luis Cernuda: una pregunta cuya respuesta nadie sabe, eso es el deseo. Y si no podemos condenar a los personajes de esta pel¨ªcula, incluso cuando llegan a cometer hechos atroces, es porque todos ellos est¨¢n enfermos de deseo. El padre Manolo y el se?or Berenguer (Daniel Jim¨¦nez Cacho y Llu¨ªs Homar), porque no saben renunciar a lo que quieren; Ignacio (Francisco Boira), porque el chantaje no es para ¨¦l sino el medio para recuperar el cuerpo blanco que tuvo de ni?o; Enrique (Fele Mart¨ªnez), porque, aunque se deja corromper, lo hace para descubrir el misterio de ese joven actor que acude a buscar trabajo y del que se ha enamorado sin remisi¨®n. Todos, en suma, como la joven esposa de Barbazul, quieren acercarse a ese cuarto cerrado que es el oscuro dominio del coraz¨®n que desea. "Me entregu¨¦ a aquella historia como la mujer que se arroj¨® a los cocodrilos", afirma Enrique, el director de cine, que a esas alturas es enteramente consciente de que en ese cuarto s¨®lo le aguarda la misma cuba de sangre que encontr¨® la muchacha del cuento.
Podr¨ªa decirse que La mala educaci¨®n es en realidad dos pel¨ªculas. La primera nos habla del amor entre dos ni?os, y del da?o irreparable que los abusos sexuales de un sacerdote causar¨¢n en uno de ellos; la segunda, del poder corruptor del deseo, representado por un joven actor que no duda en suplantar a su hermano muerto para conseguir triunfar. Puede que este personaje sea la encarnaci¨®n m¨¢s pura del mal que se haya llevado a cabo en nuestro cine. Y, sin embargo, Almod¨®var se niega a condenarle. ?l sabe que la misi¨®n de un creador no es comprender las emociones de sus personajes, sino crearlas. O dicho de otra forma, que una pel¨ªcula no se juega en sus ideas sino en la piel y, sobre todo, en el rostro de sus personajes. El cine es el arte de la encarnaci¨®n, y La mala educaci¨®n, como todo el cine de Almod¨®var, respira carnalidad. De forma que, aunque rechazamos la conducta de Juan (Gael Garc¨ªa Bernal), no podemos rechazarle a ¨¦l. No, al menos, antes de haber entendido en qu¨¦ radica su oscuro poder para desequilibrar las cosas.
Flannery O'Connor escribi¨® un relato titulado Un hombre bueno es dif¨ªcil de encontrar. En ¨¦l un criminal y sus secuaces van eliminando a todos los miembros de una familia, incluidos los ni?os. La abuela es una mujer ego¨ªsta y malhumorada que poco antes de morir se ve arrebatada por un movimiento s¨²bito de ternura y tiende su mano para acariciar la mejilla del criminal. ?ste dispara tres veces contra ella y, a¨²n confuso por aquella caricia, a?ade: "Habr¨ªa sido una buena mujer, si hubiera tenido a alguien cerca que la matara a tiros cada minuto de su vida". Creo que Juan, en la pel¨ªcula de Almod¨®var, cumple una funci¨®n semejante a la de este terrible personaje. "No hay verdadero placer en la vida", nos dice. La mala educaci¨®n nos muestra hasta d¨®nde podemos llegar y lo que se oculta en lo m¨¢s hondo de nosotros mismos. "No dejen de mirar", nos dice Almod¨®var, "no se horroricen ante tanta depravaci¨®n, saldr¨¢n ustedes ganando, no me digan c¨®mo".
Falsos sacerdotes, creadores eg¨®latras, actores infantilizados, criminales, mentirosos inocentes se dan cita en esta pel¨ªcula inolvidable. Todos ellos poseen una suerte de dignidad negra que nos conmueve y espanta a la vez. Pero para eso se hacen las pel¨ªculas, para asomarnos al oscuro misterio de la vida. Almod¨®var sabe que all¨ª nos espera la cuba de sangre en la que flotan los miembros dispersos del cuerpo del amor. Puede que no sea agradable, ni demasiado ejemplar, andar revolviendo en ella, se nos dice en La mala educaci¨®n, pero ?podemos hacer otra cosa?
Sexo y poder
Filme in¨¦dito en DVD, realizado en 2004. Sus int¨¦rpretes principales son Gael Garc¨ªa Bernal, Fele Mart¨ªnez, Javier C¨¢mara, Llu¨ªs Homar, Daniel Gim¨¦nez Cacho y Fran Boira. Gui¨®n y Direcci¨®n: Pedro Almod¨®var. Productores ejecutivos: Agust¨ªn Almod¨®var y Esther Garc¨ªa. Director de fotograf¨ªa: Jos¨¦ Luis Alcaine. Montaje: Jos¨¦ Salcedo. M¨²sica: Alberto Iglesias. Directora de producci¨®n: Esther Garc¨ªa. Director art¨ªstico: Antxon G¨®mez. Jefe de sonido: Miguel Rejas. Figurinista: Paco Delgado. Maquillaje: Ana Lozano.
Jonathan Holland escribi¨® en Variety, la publicaci¨®n cinematogr¨¢fica m¨¢s influyente: "La pel¨ªcula m¨¢s ambiciosa de Almod¨®var hasta ahora. La Espa?a represiva de los a?os setenta frente a la libertad inocente de unos ni?os, en un gui¨®n ejemplar que no deja un segundo para despistarte".
Por su parte, Peter Apsden dec¨ªa en Financial Times: "Una obra maestra de un cineasta terriblemente inspirado. Aqu¨ª el sexo es un instrumento de poder m¨¢s que nunca, mucho m¨¢s que una expresi¨®n de amor".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.