Confesionalidad pol¨ªtica
CUMPLIENDO EL ENCARGO de apagar preventivamente un eventual fuego en el XV Congreso del PP, el compromisario Jorge Fern¨¢ndez -pe¨®n de confianza de Rajoy- enmend¨® hace unos d¨ªas la novedad aportada a los estatutos del partido por los ponentes Ana Pastor y Gabriel Elorriaga, que propon¨ªan sustituir la expresi¨®n humanismo cristiano por otra cl¨¢usula m¨¢s incluyente -"humanismo de tradici¨®n occidental"- como un rasgo ideol¨®gico definitorio. El mantenimiento de la antigua terminolog¨ªa no implica, por supuesto, un gesto en favor de la confesionalidad militante; usada por los pol¨ªticos cat¨®licos que se incorporaron a la vida democr¨¢tica tras el ralliement de Le¨®n XIII y el amparo del Vaticano a los popolari italianos, esa referencia geneal¨®gica es reivindicada tambi¨¦n por partidos herederos de la reforma luterana: incluso la socialdemocracia alemana reconoce como ra¨ªces suyas -desde el Congreso de Bad Godesberg de 1959- "el humanismo" y "la ¨¦tica cristiana".
El PP respalda las protestas de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica contra los proyectos del Gobierno en materia de costumbres (reforma del divorcio y matrimonios homosexuales) y de pol¨ªtica educativa
M¨¢s all¨¢ de ese legado moral compartido por la mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas del mundo occidental, ocho a?os de poder y seis meses de oposici¨®n ofrecen se?ales inquietantes de una peligrosa deriva neoconfesional del PP. Sirva de ejemplo la Ley de Calidad de la Ense?anza (LOCE), de 2002, que otorg¨® car¨¢cter curricular a la catequesis de la dogm¨¢tica cat¨®lica, elev¨¢ndola a la condici¨®n de asignatura evaluable en pie de igualdad con las matem¨¢ticas. Impartidas en los colegios p¨²blicos por profesores pagados con dinero presupuestario, pero nombrados y destituidos discrecionalmente por los obispados, esas lecciones de adoctrinamiento cat¨®lico recibir¨ªan a fin de curso las notas correspondientes; el aprobado o el suspenso decidido por el profesor puntuar¨ªa para la solicitud de becas, y el eventual acceso a la universidad del alumno, exactamente lo mismo que las ciencias, la gram¨¢tica o la historia.
El Gobierno del PP busc¨® una falaz coartada justificadora para esa contrarreforma: la instrucci¨®n catequ¨ªstica no ser¨ªa formalmente obligatoria, puesto que los alumnos podr¨ªan optar por otra asignatura -tambi¨¦n curricular- dedicada gen¨¦ricamente al hecho religioso. Es evidente, sin embargo, que el tufo a sacrist¨ªa de la medida apadrinada por la ex ministra Castillo anunciaba el camino de retorno al tenebroso nacional-catolicismo escolar del franquismo. Por lo dem¨¢s, los proyectos del Gobierno de Zapatero para cumplir los mandatos del art¨ªculo 16 de la Constituci¨®n (garantizar "la libertad ideol¨®gica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades" y ordenar que "ninguna confesi¨®n" tenga "car¨¢cter estatal") se extienden tambi¨¦n a otros campos.
La reforma en marcha de la ley del divorcio, el proyecto de equiparaci¨®n jur¨ªdica de las uniones homoxesuales con el matrimonio y el debate en torno a la posible ampliaci¨®n de los supuestos de aborto y la eventual despenalizaci¨®n de la eutanasia voluntaria han suscitado las cr¨ªticas del PP, al rebufo neoconfesional de las protestas a¨²n m¨¢s en¨¦rgicas de la jerarqu¨ªa. La virulenta campa?a de algunos medios de comunicaci¨®n al servicio de esa airada causa compartida (desoyendo as¨ª los consejos ignacianos de no servir a dos se?ores) muestra el acierto del dicho ingl¨¦s sobre la capacidad de la pol¨ªtica para hacer extra?os compa?eros de cama (como el director del diario El Mundo en este caso). Algunos obispos -ciudadanos espa?oles con los mismos derechos y deberes que sus compatriotas- no s¨®lo denuncian la legislaci¨®n en materia de costumbres, sino que tambi¨¦n temen ver afectado el conjunto de los intereses adquiridos -o simples privilegios- de car¨¢cter simb¨®lico, educativo, empresarial, financiero, domanial y tributario que los tratados preconstitucionales con el Estado Vaticano protegen. Ocurre, sin embargo, que la Iglesia cat¨®lica -monopolizadora durante casi cinco siglos de su beneficiosa simbiosis con un Estado fieramente confesional- comparte ahora el espacio religioso con otras confesiones: seg¨²n algunas estad¨ªsticas, decenas de miles de jud¨ªos, dos millones de evang¨¦licos y un mill¨®n de musulmanes.
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