Reinvenci¨®n a fondo
Tras un lustro de crisis financieras y muchas cr¨ªticas, el FMI intenta reorientar sus funciones y objetivos
El Fondo Monetario Internacional (FMI) llega a su 60 cumplea?os cargado de cr¨ªticas, alg¨²n que otro reconocimiento y un flamante director gerente, Rodrigo Rato, para hacerse cargo de un organismo que est¨¢ m¨¢s que nunca en el ojo del hurac¨¢n. Desde la crisis asi¨¢tica de 1997, pasando por las crisis monetarias rusa, brasile?a, turca y m¨¢s recientemente la argentina, el Fondo ha vivido en permanente tensi¨®n, bajo el escrutinio de muchos expertos y de los movimientos sociales cuya protesta en contra de los desequilibrios de la globalizaci¨®n se ha expandido desde la cumbre de la OMC de Seattle de 1999. Ya no se cuestiona la existencia del FMI, pero s¨ª sus pol¨ªticas y objetivos.
La cr¨ªtica m¨¢s recurrente contra la instituci¨®n es que aplica el mismo remedio sin importar la enfermedad y que no tiene en cuenta a la gente
Hace cuatro a?os, el banquero Allan Meltzer afirm¨® en un informe encargado por el Congreso de EEUU sobre las instituciones financieras internacionales, que "los gobiernos del G-7, particularmente el de EEUU, utilizan el FMI como veh¨ªculo para alcanzar objetivos pol¨ªticos propios". Dicho esto, es bueno recordar que el FMI fue concebido en 1944 en una conferencia celebrada en Bretton Woods (New Hampshire). Este encuentro, propiciado por el presidente Roosevelt, ten¨ªa como objetivo establecer las reglas de un nuevo orden econ¨®mico internacional para la posguerra, de manera que no se volviesen a producir los errores que hab¨ªan llevado a la Gran Depresi¨®n de los a?os 30.
El acuerdo fundador fue firmado por 29 pa¨ªses y hoy la instituci¨®n cuenta con 184 miembros que aportan unos 300.000 millones de d¨®lares anuales (una tercera parte del PIB espa?ol). El 17,6 % de la suma la aporta EE UU y otro 26,26% lo ponen entre Jap¨®n, Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia. El porcentaje de los votos de los miembros es proporcional a lo que aportan, por lo que son los pa¨ªses del G-7 los que m¨¢s influyen en las pol¨ªticas del FMI.
El llamado Informe Meltzer se public¨® en 2000 pero hab¨ªa comenzado a perfilarse dos a?os antes, tras la primera gran metedura de pata del FMI en la crisis asi¨¢tica, la peor de la historia econ¨®mica moderna. Las objeciones a las pol¨ªticas del FMI comenzaron a arreciar tras su actuaci¨®n en el caso de los tres pa¨ªses m¨¢s afectados (Corea del Sur, Tailandia e Indonesia). La cr¨ªtica se centr¨® en el hecho de que el FMI hab¨ªa condicionado su ayuda financiera a pol¨ªticas econ¨®micas muy duras.
La receta del FMI para la crisis asi¨¢tica ten¨ªa tres ingredientes b¨¢sicos: austeridad en el gasto p¨²blico, subida de los tipos de inter¨¦s para frenar la fuga de capitales y una fuerte devaluaci¨®n de la moneda para impulsar las exportaciones y desalentar las importaciones. La receta provoc¨® inmediatamente una mayor desaceleraci¨®n de las tres econom¨ªas asi¨¢ticas que la aplicaron y, en vez de restablecer la confianza de los inversores, acentu¨® la desconfianza.
En aquel momento, Henry Kissinger, el ex secretario de Estado del presidente Nixon, public¨® un art¨ªculo en el que sosten¨ªa que "el FMI deb¨ªa ser reformado. Deb¨ªa volver a su funci¨®n original de experto consejero y proveedor de liquidez a corto plazo". Kissinger resum¨ªa as¨ª la opini¨®n generalizada de los expertos sobre el papel y el futuro del FMI durante la crisis de Asia, primero, y mundial despu¨¦s, cuando se contagi¨® a Rusia y Brasil. La mayor¨ªa de los expertos ve¨ªa al FMI como un m¨¦dico que prescrib¨ªa el mismo tratamiento sin importar la enfermedad o los s¨ªntomas. Y el remedio estaba haciendo m¨¢s da?o que bien. No se cuestionaba la existencia del organismo, sino su anacronismo y la diversidad de funciones que hab¨ªa ido adquiriendo a medida que se alejaba de su principal misi¨®n, la estabilizaci¨®n de la econom¨ªa mundial.
Cuando se produjo la crisis asi¨¢tica, hac¨ªa tiempo que el Fondo hab¨ªa perdido el rumbo. Tras romper EE UU con el patr¨®n oro en 1971 y provocar la devaluaci¨®n del d¨®lar, el sistema monetario establecido en Bretton Woods entr¨® en crisis. El sistema depend¨ªa de la estabilidad de la divisa estadounidense, as¨ª que cuando ¨¦sta se devalu¨®, quebr¨®. Se pas¨® de tipos de cambio fijo a unos de fluctuaci¨®n continua. A ra¨ªz de este rev¨¦s brutal del sistema, el FMI perdi¨® la funci¨®n esencial para la que hab¨ªa sido creado, que era principalmente la regulaci¨®n y estabilizaci¨®n del sistema monetario, puesto que cada pa¨ªs empez¨® a operar con su divisa como le vino en gana. La actividad del Fondo pas¨® a un segundo planohasta que, a finales de los setenta, empez¨® a reorientar sus funciones y objetivos.
Nuevos objetivos
En los ochenta y con la crisis de deuda que afect¨® especialmente a Am¨¦rica Latina, el FMI encontr¨® su nueva raz¨®n de ser: restablecer el equilibrio de las balanzas de pagos de los pa¨ªses afectados para que pudiesen seguir cumpliendo con los pagos de sus deudas y los intereses. Aparecieron los famosos "planes de ajuste" y muy pronto se convirtieron en esa ¨²nica receta para todos los males. Todos los pr¨¦stamos que el Fondo ha otorgado desde entonces tienen como condici¨®n el cumplimiento de esos planes, de lo contrario, puede suspender la ayuda. Llegamos a los noventa y las recurrentes turbulencias financieras dieron al FMI un protagonismo casi ¨²nico que comenz¨® con la crisis del peso mexicano en el 95, la mencionada crisis del sureste asi¨¢tico en 1997, Rusia en 1998, Brasil en 1999, Argentina en 2000 -hasta nuestros d¨ªas- y Turqu¨ªa en 2001.
El primer impacto de las pol¨ªticas del FMI en cada uno de estos casos fue muy negativo, pero puede decirse que en al menos dos, el de Corea del Sur y el de Turqu¨ªa, la intervenci¨®n del Fondo no fue tan desacertada, aunque s¨ª tan dolorosa para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n como en todas las dem¨¢s actuaciones. El d¨ªa de Navidad de 1997, Corea recibi¨® unos 57.000 millones de d¨®lares para evitar la suspensi¨®n de pagos. Se¨²l puso en marcha un programa de ajuste, recapitaliz¨® los bancos y elimin¨® varios chaebols (conglomerados industriales). Hab¨ªa 30 de estos grupos y unos 2.100 bancos antes de la crisis y sobrevivieron la mitad. El resto del sureste asi¨¢tico poco a poco fue saliendo de la crisis, pero en medio se perdieron 10 millones de empleos. En el caso de Turqu¨ªa, el FMI actu¨® con celeridad y evit¨® que el desplome monetario del pa¨ªs profundizara la crisis que ya estaban viviendo las econom¨ªas emergentes, en especial Argentina. Tanto Corea del Sur como Turqu¨ªa son aliados geoestrat¨¦gicos clave de EE UU.
Para muchos expertos, los casos surcoreano y turco demuestran que cuando el FMI quiere o lo dejan, puede ayudar a un pa¨ªs a salir de una crisis. En 1999, en plena debacle del real, el FMI se tom¨® su tiempo para otorgar asistencia financiera a Brasil y sus exigencias de ajuste pesaron como una losa. En cambio, en una crisis similar a mediados de 2002, el Fondo actu¨® con rapidez y decisi¨®n, y prest¨® a Brasil 30.000 millones de d¨®lares y a Uruguay otros 1.500 millones para que ambos pa¨ªses evitar el colapso financiero. Pocas dudas hay de que el Fondo respondi¨® de este modo para evitar que estos pa¨ªses se contagiaran de la crisis de Argentina, que por entonces ya hab¨ªa suspendido pagos.
El caso argentino fue y es el m¨¢s duro de roer para el Fondo. Argentina ha acusado al FMI de haber sostenido entre 1994 y 1995 un sistema que condujo al pa¨ªs a una deuda y desempleo descomunales, mientras el FMI ha achacado la crisis a la mala gesti¨®n de los gobernantes argentinos. Hasta hace poco el FMI se negaba a dar dinero a Argentina si no presentaba un plan para pagar su deuda a los acreedores privados. Pero a pesar de los constantes roces y de que Buenos Aires a¨²n no ha acordado este plan, el Fondo ha tenido que aflojar, en parte impulsado por un mea culpa, y dar ayudas para evitar que la segunda econom¨ªa suramericana siguiera fuera del circuito internacional.
En cualquier caso, el reto del FMI es lograr revertir las conclusiones que hace dos a?os sac¨® el Informe Meltzer: "El FMI no ha prestado suficiente atenci¨®n a la mejora de las estructuras financieras en pa¨ªses en desarrollo, y ha prestado demasiada atenci¨®n a costosos programas de rescate. Su sistema de control de crisis a corto plazo es demasiado costoso; sus respuestas, demasiado lentas; sus consejos, a menudo err¨®neos; y sus esfuerzos para influir en las pol¨ªticas y las pr¨¢cticas de los pa¨ªses, demasiado intervencionista".
El efecto tequila desequilibra las econom¨ªas y las bolsas mundiales
La crisis mexicana, que estall¨® bajo los pies del presidente Zedillo a los pocos d¨ªas de su toma de posesi¨®n, en diciembre de 1994, y se extendi¨® hasta marzo de 1995, se ven¨ªa gestando desde dos a?os antes por la inestabilidad desatada por la revuelta de los indios de Chiapas y por el descomunal d¨¦ficit en su balanza por cuenta corriente (7,5% del PIB en 1994). El peso, en consecuencia, estaba sometido a permanentes presiones depreciadoras, pero las autoridades monetarias intervinieron para evitar la devaluaci¨®n elevando los tipos de inter¨¦s y, fundamentalmente, con una presencia activa en los mercados de cambio. Maniobras que consumieron en muy breve plazo las reservas del pa¨ªs.
La decisi¨®n de dejar fluctuar libremente el peso tras una primera devaluaci¨®n del 15% el 20 de diciembre de 1994 reconoc¨ªa oficialmente la imposibilidad de seguir defendiendo con reservas la cotizaci¨®n de la divisa mientras que la balanza de capitales no volviera a sufragar el abultado d¨¦ficit corriente.
Ni siquiera el insistente aval del G-10 y del FMI pudo contrarrestar la ca¨ªda del peso -que lleg¨® a perder un 60% de su valor frente al d¨®lar en tres semanas- o el desplome de los mercados burs¨¢tiles y de deuda latinoamericanos, en lo que se bautiz¨® como "efecto tequila". Mientras los bonos y las bolsas europeas se recuperaron r¨¢pidamente, la Bolsa y los bonos espa?oles, y la peseta, sufrieron un descomunal y prolongado varapalo.
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