"Ahora tengo un pa¨ªs, antes ten¨ªa una barca"
Antonio 'Rio' Mavuba, la nueva estrella del Girondins, naci¨® en el mar, en una patera, cuando sus padres hu¨ªan de la guerra civil de Angola y debut¨® con Francia como refugiado pol¨ªtico antes de ser nacionalizado
Le llaman Rio, pero naci¨® en el mar. Cosas del destino. El apodo se lo puso su padre, "pero nada que ver con lo que significa en espa?ol. No fue una broma". Su padre, Riki Mavuba Mafuila, zaire?o, futbolista como ¨¦l, hu¨ªa de Angola, el pa¨ªs originario de su mujer, y ambos se embarcaron con sus hijos en una patera para escapar de la guerra civil. De esto hace veinte a?os, y a Antonio Rio Mavuba (8-3-1984) apenas le quedan vagos recuerdos de aquel tiempo. Ten¨ªa 2 a?os, ya en Francia, cuando muri¨® su madre, y 13 cuando falleci¨® su padre. De aquello apenas se hablaba. Hoy es el futbolista m¨¢s esperado del f¨²tbol franc¨¦s, al que algunos ya apodan le petit Tigana y otros prefieren compararle a Makelele. Es el jefe futbol¨ªstico del Girondins de Burdeos y debut¨® con la selecci¨®n francesa (en el amistoso frente a Bosnia, el 19 de agosto) con el estatuto de refugiado pol¨ªtico en la cartera y la condici¨®n de ap¨¢trida en el carn¨¦ de identidad. La pasada semana obtuvo la nacionalidad francesa. "Por fin tengo un pa¨ªs, antes s¨®lo ten¨ªa un bote", afirma.
Se qued¨® hu¨¦rfano a los 13 a?os, con diez hermanos, pero asegura que nunca pas¨® hambre
Antonio Mavuba, peque?o, enjuto, ancho, negro sin m¨¢cula, vestido a menudo de negro, se encuentra, cada vez que enfila la ciudad de entrenamiento del Girondins, en Haillen, en la primera rotonda con una t¨ªpica cabina telef¨®nica inglesa; en la segunda, con una barca de pescadores de nombre St. Colindres, en recuerdo del hermanamiento con la ciudad c¨¢ntabra. Cada d¨ªa pasa junto a la barquichuela, pero no le recuerda nada. Naci¨® en el mar, "pero no s¨¦ en qu¨¦ mar porque en casa nunca hablamos de este tema. Fue en el mar, sin m¨¢s, en un boat people".
-?Quiz¨¢ en Espa?a?
-Quiz¨¢, ?qui¨¦n sabe? A mi madre la perd¨ª muy pronto y con mi padre nunca hablamos de esto. Quiz¨¢ ni ellos lo supieron.
Lo ¨²nico que recuerda Mavuba es que lleg¨® a Mont de Marsan, en Las Landas francesas, y despu¨¦s se traslad¨® a Burdeos con diez hermanos, 4 chicos y 6 chicas, y vivi¨® con su segunda madre, con la que su padre se cas¨® tras el fallecimiento de su primera esposa. "Este es un asunto muy personal", se escuda Rio Mavuba, ya que algunas informaciones apuntan a que su padre convivi¨® con dos mujeres durante alg¨²n tiempo. No sabe, no contesta. En lo que s¨ª insiste es en que su infancia no fue lo dram¨¢tica que se le puede suponer a un or¨ªgen tan complicado: una familia hu¨ªda, una patera, once hermanos, un pa¨ªs nuevo, los papeles justos para sobrevivir y un futuro incierto. "En mi infancia nunca pasamos hambre", asegura Mabuva, "y fue bastante normal, tanto en Mont de Marsan como en Burdeos. Salir adelante fue tan duro como para cualquiera, ni mas ni menos".
Sus hermanos se han diseminado por la geograf¨ªa francesa y tienen su vida organizada, "en inmobiliarias y con oficios varios", afirma Antonio, quien no oculta que, sin embargo, s¨ª que les ayuda cuando es necesario. No en vano ya ha firmado su primer contrato profesional y aunque sus cifras a¨²n se alejan de la astronom¨ªa de las estrellas, puede considerarse un privilegiado. "Algunos de mis hermanos jugaban al f¨²tbol de peque?os, pero ninguno sigui¨® adelante".
Solo Antonio se ha quedado como heredero de su padre y no le ha ido mal, acaso demasiado r¨¢pido: "Quiz¨¢s sea as¨ª, desde que debut¨¦ siempre he sido titular y en agosto vest¨ª la camiseta de la selecci¨®n, junto a futbolistas de grand¨ªsimo nivel. Todo el mundo aspira a eso, ?no?".
Rio sonr¨ªe con facilidad. En el Girondins no se postulan ni la metrosexualidad ni el divismo. Todo tiende a la naturalidad. No hay acoso de los aficionados, ni actitudes huidizas de los jugadores, ni coches excesivamente caros. El aparcamiento de las instalaciones est¨¢ lleno de utilitarios peque?os, sin aspavientos. Rio Antonio es uno m¨¢s de los que se acercan a la zona mixta -que nadie sobrepasa- para firmar aut¨®grafos, hacerse fotos con ni?os y mayores, antes de meterse en su A-3 y dirigirse a su casa, donde vive solo. Siempre sonr¨ªe aunque se le iluminan los ojos cuando se le recuerda que el Real Madrid sigue buscando un medio centro y su nombre ya ha aparecido en las habituales quinielas del entorno period¨ªstico.
-?D¨®nde ha salido eso, me puede enviar una fotocopia del ejemplar?
-Es s¨®lo un asunto period¨ªstico.
-No importa, ?me lo puede enviar?
Quiz¨¢s Mavuba necesita acumular recuerdos, como los que mantiene de su padre futbolista, guardados "en algunos recortes period¨ªsticos", y a quien nunca pudo ver jugar en v¨ªdeo. Tampoco ¨¦l pudo saborear el ¨¦xito de su hijo. Antonio ingres¨® en el Girondins a los ocho a?os y los dirigentes del club del escapulario lo guardaron en la retina. El ex internacional Patrick Battiston, aquel que recibi¨® el famoso mamporro del guardameta alem¨¢n Schumacher, en el Mundial de Espa?a, se fij¨® en ¨¦l desde el principio: "Romp¨ªa las normas f¨ªsicas y conduc¨ªa el bal¨®n de una forma fant¨¢stica". Era la nueva joya del Girondins, un buen equipo franc¨¦s, demasiado ausente ¨²ltimamente de la gloria futbol¨ªstica.
A Mavuba le apodan, en algunos ¨¢mbitos, "el tres pulmones". Al parecer, seg¨²n algunos estudios, desarrolla una velocidad m¨¢xima aer¨®bica de 22 km/h frente a los 17 del com¨²n de futbolistas, lo que le permite ejercer un pressing descomunal, una de sus principales caracter¨ªsticas. "Yo creo que es mentira que tenga tres pulmones, en realidad tiene cuatro", asevera Albert Riera, ex futbolista del Mallorca, que disputa su segunda temporada en el Girondins y es un ferviente admirador del jugador ya franc¨¦s. "En el terreno de las comparaciones, yo le veo m¨¢s cerca de Makelele que de Tigana. En el campo es una m¨¢quina y de momento todo le va saliendo bien", afirma Riera.
Mavuba encaja los elogios con dignidad, pero huye del dramatismo social que su origen sugiere y que le ha hecho doblemente famoso en Francia. En un pa¨ªs socialmente acostumbrado al asilo pol¨ªtico y futbol¨ªsticamente proclive a la importaci¨®n de jugadores africanos, la historia de Antonio Mavuba es doblemente gratificante: una huida del horror, un nacimiento accidentado, un crecimiento adecuado y un esp¨ªritu franc¨¦s acendrado. "Yo siempre me he sentido franc¨¦s. No conozco nada que no sea Francia, aqu¨ª me he criado, aqu¨ª he convivido, aqu¨ª he jugado al f¨²tbol, aqu¨ª vivo. Siempre he sido franc¨¦s", aunque la nacionalidad le llegara a los veinte a?os por razones burocr¨¢ticas. "independientemente de los papeles, que siempre tranquilizan, no ten¨ªa ninguna duda sobre mi origen. ?Si es lo ¨²nico que he conocido!", afirma Mavuba.
Su pasado es Francia. "A Angola he ido una vez. S¨ª, me acuerdo. No es que se reniegue se los or¨ªgenes, pero es que yo he vivido siempre en Francia. Lo del mar fue una circunstancia".
Cuando Mavuba se hizo gran futbolista, el debate franco-africano rebrot¨®. La importaci¨®n de talentos a Francia tuvo en su caso el agravante de su origen. Ser hijo de un hist¨®rico jugador zaire?o y haber sido convocado una vez con la actual Rep¨²blica del Congo, hizo pensar que Mavuba pod¨ªa decantarse por su pa¨ªs de herencia paterna. Curiosamente el seleccionador de este pa¨ªs es el franc¨¦s Claude Le Roy, que insisti¨® en su reclutamiento. Mabuva hab¨ªa jugado un amistoso con ese pa¨ªs frente a los suplentes del Olympique de Marsella, pero tambi¨¦n hab¨ªa jugado con la selecci¨®n sub 21 francesa. Era una ap¨¢trida total cortejado por dos pa¨ªses futbol¨ªsticos. Le Roy le convoc¨® para el partido de clasificaci¨®n para el Mundial 2006 frente a Ghana. Mavuba rehus¨®. Raymond Domenech, el nuevo seleccionador franc¨¦s, tambi¨¦n le hab¨ªa llamado para el amistoso con Bosnia donde se produjo la revoluci¨®n francesa tras la deserci¨®n de las viejas figuras. "Si yo me siento franc¨¦s, debo jugar con Francia. Toda mi vida la he vivido aqu¨ª".
Los peri¨®dicos africanos reabrieron el debate, pero en el caso de Mavuba no se incumpl¨ªa ninguna norma y, menos a¨²n, cuando el 16 de setiembre le llegaron los papeles que le naturalizaban franc¨¦s con todas las consecuencias.
El f¨²tbol no le ha ocupado toda su adolescencia y juventud. En pleno ejercicio de superaci¨®n personal, Mavuba combin¨® su aprendizaje en la escuela del Girondins con el aprendizaje acad¨¦mico: "He estudiado el Bachiller y luego he hecho un m¨®dulo de contabilidad en Formaci¨®n Profesional", afirma
-?Ahora sigue estudiando?
-No, ya se acab¨®. Ahora, s¨®lo f¨²tbol.
-Contabilidad para saber gestionar una ficha importante...
-S¨ª, s¨ª, ja, ja, ja. Ya es suficiente.
Futbol¨ªsticamente sigue aprendiendo. En las instalaciones de Heillan puede transmitir una imagen de indolencia. El t¨¦cnico Michel Pavon, que le ha visto crecer en las categor¨ªas inferiores, estructura un entrenamiento divertido, mezcla de f¨²tbol y baloncesto, muy din¨¢mico, muy activo. Mabuva se pierde en el grupo. No es muy expresivo y da la sensaci¨®n de que le falta campo para correr, que lo suyo es la presi¨®n, la conducci¨®n, el orden. Y aquello es un barullo, con unos veinte futbolistas en medio campo jugando con las manos y los pies, cabeceando continuamente. Mavuba pasa desapercibido entre la niebla que, muy baja, sugiere un horizonte marino en plena campi?a francesa.
-?Le tiene miedo al mar?
-No, ja, ja. Que va, Si yo de aquello ni me acuerdo. No, no. Me gusta nadar. No hay problema.
Tampoco teme convertirse ahora en un emigrante de lujo. Su nombre est¨¢ en el mercado internacional y el f¨²tbol franc¨¦s, tan importador de talentos africanos es un frecuente exportador de realidades. "Miedo ninguno, si hay que marchar, hay que marchar, pero en cualquier caso hay que estar preparado y yo me sigo preparando como el primer d¨ªa", asegura, pero la noticia de que su nombre ya figura en algunos medios period¨ªsticos espa?oles le sigue alegrando la mirada. Extra?ado, sorprendido, adulado, agradecido, sabe que en breve tendr¨¢ una prueba de fuego importante. Raymond Domenech, el seleccionador franc¨¦s, se plantea incluirle en la pr¨®xima lista oficial para la clasificaci¨®n para el Mundial 2006. Sin Vieira, sin Makelele, Francia necesita renovar su garaje de medios centros y ¨¦l es uno de los candidatos. Ser¨ªa la gran pantalla para su futuro.
El chico que naci¨® en ninguna parte puede acabar en cualquier parte, en tierras de mar o de tierra adentro. De momento se ha convertido en un referente social y deportivo de la Francia mestiza. Curiosamente, su llegada al primer equipo del Girondins se produjo junto a sus compa?eros Marc Planus, franc¨¦s, Marouane Chamakh, marroqu¨ª, y Pablo Francia, argentino. Todos franceses, aunque de or¨ªgenes distintos, todos b¨¢sicos para el nuevo entrenador que prefiere apostar por la juventud y ha ido reduciendo el n¨²mero de extranjeros futbol¨ªsticos.
Su jerogl¨ªfico ha concluido. Los medios se refer¨ªan a ¨¦l como el peque?o angole?o naturalizado franc¨¦s, por el origen de su madre. Ahora todo est¨¢ claro: nacido en el mar, franc¨¦s en tierra.
El hijo del 'hechicero negro'
A Riki Mavuba Mafuila ku Mbundu le llamaban en el Congo (entonces Zaire) "el hechicero negro". El padre de Antonio Mavuba, conocido futbol¨ªsticamente como Mafuila, fue un tipo singular en aquella selecci¨®n zaire?a, conocida como los simbas que jug¨® el Mundial de 1974 en Alemania. Era la primera vez que un equipo africano se acercaba a esa cita y su presencia fue tan festejada como como poco gratificante. Los simbas, como se les conoc¨ªan, perdieron los tres partidos ante Brasil, Escocia y Yugoslavia, con el agravante de que los balc¨¢nicos les endosaron un 9-0. Adem¨¢s no marcaron ning¨²n gol, pero fue todo un principio para futuras selecciones africanas. Mafuila era todo un s¨ªmbolo. "Le llamaban el hechicero negro por el golpeo del bal¨®n, por la forma de tirar los penalti y porque en alguna ocasi¨®n marc¨® un gol directo desde el c¨®rner. Deb¨ªa tener una habilidad especial para pegarle al bal¨®n", recuerda Antonio Mavuba. Rio no s¨®lo ha continuado la saga familiar, sino que ha heredado tambi¨¦n su posici¨®n en el campo. "S¨ª, ¨¦l tambi¨¦n jugaba como centrocampista, aunque no s¨¦ si nos parecemos tambi¨¦n en la forma de jugar.
Deportivamente, a Mafuila no le fue mal. Gan¨® la Copa de ?frica en 1973 con el As V. Club frente al Ashanti Kotoko, adem¨¢s de conseguir varias Copas del Congo y el Campeonato de su pa¨ªs. Como jugador perdur¨® hasta 1979 y siempre tuvo en su mente instalarse en Francia. Antonio Mavuba no sabe c¨®mo se conocieron sus padres y por qu¨¦ se instal¨® en Angola desde donde emigr¨® durante la guerra civil en ese pa¨ªs. "No s¨¦ c¨®mo ocurrieron las cosas. Desgraciadamente perd¨ª a mi madre demasiado pronto y a mi padre tambi¨¦n. Con esa edad no se hablan de esas cosas. Tuve una madre adoptiva y crec¨ª feliz".
El hijo del hechicero negro quiz¨¢ no ha heredado el golpeo del bal¨®n de su padre, pero s¨ª su pasi¨®n por el f¨²tbol, que a ambos les dio una vida mejor.
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