El Estatut improbable
El nuevo proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a ya ha empezado a ser elaborado en el Parlament. Pero la probabilidad de que se apruebe uno nuevo durante la presente legislatura es m¨¢s bien baja. Consideremos tres desarrollos hipot¨¦ticos, ordenados de menor a mayor probabilidad.
La primera hip¨®tesis, que es seguramente la so?ada por Pasqual Maragall, implica que el Parlament apruebe, posiblemente por unanimidad, un Estatuto compatible con la actual Constituci¨®n, es decir, con cambios muy limitados con respecto al Estatuto actual. En tal caso, Rodr¨ªguez Zapatero podr¨ªa cumplir su palabra de apoyarlo y las Cortes Generales lo votar¨ªan por mayor¨ªa simple, ya que el apoyo del PP ser¨ªa innecesario. En esta hip¨®tesis, el ¨¦xito del PSC y del PSOE ser¨ªa m¨¢ximo. Pero, precisamente por ello, es altamente dudoso que los partidos nacionalistas, CiU y ERC, sigan el juego. Su posible argumento para bloquearlo es muy claro: para qu¨¦ elaborar todo un nuevo Estatuto si al final va a ser muy parecido al actual. ?ste es, de hecho, el argumento impl¨ªcito de Jordi Pujol, quien sigue vindicando que la continuidad de su t¨¢ctica de negociaciones parciales sucesivas con el Gobierno del Estado y los consiguientes peixos al cove habr¨ªan dado mejores resultados.
La segunda hip¨®tesis es que el Parlament de Catalunya apruebe un proyecto de Estatuto sustancialmente diferente del actual, con Maragall al frente arrastrando al PSC. Ya se han anunciado propuestas de principios, competencias y financiamiento que requerir¨ªan importantes reformas de la Constituci¨®n espa?ola. Entre ellas se incluyen la definici¨®n de Catalu?a como naci¨®n, el principio de autodeterminaci¨®n (que es incompatible con la afirmaci¨®n en el art¨ªculo 1 de la Constituci¨®n de que la soberan¨ªa nacional reside en el pueblo espa?ol), la asunci¨®n por parte de la Generalitat de competencias actualmente exclusivas de la Administraci¨®n central (como, por ejemplo, los puertos, el aeropuerto, la investigaci¨®n, la capacidad de convocar referendos, etc¨¦tera) y una nueva f¨®rmula de financiaci¨®n particular para Catalu?a. Sin embargo, es bastante evidente que el Partido Popular no votar¨ªa un Estatuto de este tipo en las Cortes, donde -al requerir reformas constitucionales por mayor¨ªa cualificada- quedar¨ªa bloqueado. El ¨¦nfasis de Maragall en incorporar al PPC al proyecto estatutario y sus elogios a ciertos l¨ªderes populares de otras autonom¨ªas se basa en la conciencia de esta dificultad. Pero incluso en el PSOE -que incluye, como bien sabemos, varios Rodr¨ªguez Ibarras con diversos matices- podr¨ªan surgir abiertas discrepancias. Maragall podr¨ªa blandir entonces la amenaza de formar un grupo parlamentario propio en el Congreso, recientemente desenterrada, pero no es descartable que las diferencias emergieran tambi¨¦n dentro del PSC. En las siguientes elecciones catalanas, probablemente aumentar¨ªa la polarizaci¨®n entre los nacionalistas de CiU y ERC, que tendr¨ªan nuevos argumentos para denunciar el boicoteo y la incomprensi¨®n de los espa?oles, y el PP, que aparecer¨ªa como el ¨²nico que nunca apoy¨® la aventura de elaborar un nuevo Estatuto. As¨ª pues, dados estos desarrollos previsibles, es probable que, al final, el PSC no consume su deriva nacionalista, pese a los actuales entusiasmos intermitentes del presidente.
Por tanto, la hip¨®tesis m¨¢s probable es que, durante el proceso de elaboraci¨®n del proyecto de Estatuto en el Parlament de Catalunya, se produzcan divergencias graves entre los socialistas, defensores de respetar los l¨ªmites de la actual Constituci¨®n, y los nacionalistas catalanes, partidarios de ir m¨¢s all¨¢. Al prever que la reforma constitucional no va a ser aprobada por las Cortes, Maragall podr¨ªa dar por imposible el acuerdo sobre el proyecto de Estatuto y disolver el Parlament. En las elecciones consiguientes la competencia se centrar¨ªa en identificar al culpable del fracaso. Por un lado, CiU y ERC podr¨ªan denunciar la traici¨®n de los socialistas catalanes y su dependencia de la pol¨ªtica espa?ola. Por otro lado, el PSC podr¨ªa denunciar el boicoteo o la inmadurez de los nacionalistas. De hecho, los socialistas ya se desembarazaron de su inc¨®modo socio Carod Rovira en cuanto tuvieron ocasi¨®n, y ahora podr¨ªan intentar un desembarazo a¨²n mayor. De este modo, las l¨ªneas de conflicto de la pol¨ªtica catalana se acercar¨ªan a las de la pol¨ªtica vasca, ya que el nuevo proyecto de Estatuto vasco, conocido como plan Ibarretxe, tampoco ser¨¢ aprobado por el Parlamento vasco, y su debate protagonizar¨¢ la campa?a de las consiguientes elecciones en la pr¨®xima primavera.
Si ¨¦ste es el panorama, cabe preguntarse por qu¨¦ los partidos catalanes se han enzarzado en el compromiso de elaborar un nuevo Estatuto. Lo cierto es que ni el PSC hace un a?o ni el PSOE el pasado invierno esperaban seriamente llegar al Gobierno -de Catalu?a y de Espa?a, respectivamente-, por lo que sus programas fueron m¨¢s pensados para airearlos desde la oposici¨®n que para ser puestos en pr¨¢ctica. Tanto CiU como ERC esperaban, asimismo, que se enfrentar¨ªan desde Catalu?a a un Gobierno espa?ol del PP, ante el cual cualquier reivindicaci¨®n insatisfecha ser¨ªa motivo de apoyo popular. Ahora, a la vista de las dificultades de cumplir las promesas y expectativas, todo el juego consiste en tratar de que la culpa del fracaso sea del otro. Antes de llegar al enfrentamiento, los partidos pueden intentar demorar el proceso de elaboraci¨®n estatutaria. Quiz¨¢ podr¨ªamos tener todav¨ªa un par de a?os de relativa estabilidad pol¨ªtica e institucional, amenizada s¨®lo con un riego continuo de declaraciones y contradeclaraciones, tiras y afloja, excusas y dilaciones. Pero nada augura que, al final, todo esto vaya a acabar muy bien.
Josep M. Colomer, profesor del CSIC y la UPF.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.