Los conservadores brit¨¢nicos giran a la derecha tras los tanteos centristas
El l¨ªder del partido promete menos Europa y menos inmigrantes
Acosado en las encuestas, espantado por la fuga de votos a favor de los antieuropeos del UKIP y estrepitosamente derrotado en las elecciones parciales de este a?o, el nuevo l¨ªder tory se olvid¨® ayer de su inicial voluntad centrista y se refugi¨® en el credo tradicional del Partido Conservador brit¨¢nico. En su primer congreso de oto?o como l¨ªder del partido, Michael Howard prometi¨® menos Europa, menos inmigrantes, m¨¢s polic¨ªa y m¨¢s prisiones. Tambi¨¦n prometi¨® menos impuestos, pero sin decir ni cu¨¢les ni cu¨¢ndo ni cu¨¢nto.
El creciente desprestigio de Tony Blair y la ca¨ªda del laborismo en las encuestas no han mejorado de manera significativa las expectativas de victoria de los tories en las pr¨®ximas elecciones, que se esperan para la pr¨®xima primavera. Los votos que pierde el laborismo se est¨¢n yendo a los liberales-dem¨®cratas o los partidos protesta, en especial a los antieuropeos del UKIP, cuyo granero de votos est¨¢ sobre todo entre el electorado tory.
Michael Howard ha perdido tambi¨¦n parte del cr¨¦dito que ten¨ªa al llegar al liderazgo. Los tropiezos en las elecciones parciales -los tories quedaron cuartos la semana pasada en los comicios de Hartlepool- y sus posiciones contradictorias sobre la guerra de Irak han minado su prestigio. Ayer, en su primer discurso como l¨ªder en el tradicional congreso de oto?o, Howard se olvid¨® de las promesas centristas con las que lleg¨® al liderazgo hace once meses.
Guante de seda en mano de hierro, se distanci¨® en las formas de sus dos antecesores: huyo de la ret¨®rica de William Hague y del tono crispado con el que Iain Duncan Smith intentaba el a?o pasado dar una imagen de dureza. Howard, parlamentario sibilino y cortante en el cuerpo a cuerpo, no es un buen orador a la hora de declamar. Ayer eligi¨® un tono m¨¢s pr¨®ximo al de una conferencia universitaria que al de un discurso pol¨ªtico. Pero la suavidad de las formas no ocultaba la dureza del fondo.
Tras hacer un c¨¢ntico gen¨¦rico a la necesidad de que los pol¨ªticos cumplan sus promesas y responsabilizarles debido a sus incumplimientos del ambiente de "desilusi¨®n" que a su juicio vive la pol¨ªtica brit¨¢nica, anunci¨® que ¨¦l no iba a prometer nada que no pudiera cumplir y se fij¨® la obligaci¨®n de poner fecha fija a todas esas promesas. Y anunci¨® un programa de gobierno basado en cinco principios: "Disciplina escolar. M¨¢s polic¨ªa. Hospitales limpios. Impuestos m¨¢s bajos. Inmigraci¨®n controlada".
Pero las medidas concretas se limitaron al terreno de la mano dura y el antieurope¨ªsmo. Prometi¨® 5.000 polic¨ªas m¨¢s cada a?o, construir m¨¢s prisiones, incrementar de 2.000 a 20.000 las plazas de rehabilitaci¨®n de drogadictos y enviarles a la c¨¢rcel si no aceptan la cura, o imponer l¨ªmites anuales a la entrada de inmigrantes.
Advirti¨® que "no basta" con rechazar la Constituci¨®n europea o renunciar al euro: "Hay que ir m¨¢s all¨¢. Queremos renunciar al cap¨ªtulo social, que es una amenaza para los empleos brit¨¢nicos. Salir de la pol¨ªtica pesquera, que est¨¢ destruyendo comunidades. Y queremos que la ayuda brit¨¢nica sea distribuida desde Londres y menos desde Bruselas. Es el momento de devolver poderes a Gran Breta?a".
Fue menos preciso en materia fiscal, limit¨¢ndose a un gen¨¦rico "cuando pueda, bajar¨¦ los impuestos". Y muy laxo al abordar dos cuestiones clave: la sanidad y la educaci¨®n. Reiter¨® su doctrina del derecho a elegir, pero sus anuncios se limitaron a un ret¨®rico "los maestros dirigir¨¢n las escuelas" y "los doctores y las enfermeras dirigir¨¢n los hospitales".
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