Es duro ser un santo en la ciudad
La contemporaneidad da un p¨¢nico horrible en nuestra ciudad. Es cierto que Sevilla vive con una extraordinaria vocaci¨®n de futuro, que sus empresas compiten en el mercado nacional e internacional y que su poblaci¨®n es abierta y emprendedora, pero hay una completa indiferencia por la Cultura contempor¨¢nea por parte de todos.
Nuevamente surge una iniciativa para romper el estado de sitio respecto a la contemporaneidad art¨ªstica, est¨¢ costando algo m¨¢s que el esfuerzo de quien la gest¨®, un encuentro para mostrarnos c¨®mo es el mundo, qu¨¦ motiva el esp¨ªritu creativo del hombre de hoy y provocarnos con ello un oc¨¦ano de incertidumbres -porque ?ya esta bien de c¨®modas respuestas!-. Pero nuevamente surge ese miedo enquistado tan nuestro, que aflora cuando m¨¢s necesario es encontrar medios para quebrar el tedio. Est¨¢bamos mejor cuando no pasaba nada. Solamente cunde el p¨¢nico cuando se intenta cambiar el ritmo de nuestra vida, eso ya lo sufri¨® Paco Molina, San Francisco Molina, cuando se hizo cargo de la exposici¨®n Pintores de Sevilla. 1952-1992 en el Real Monasterio de San Clemente. Es duro ser un santo aqu¨ª.
Desde que Juana de Aizpuru plante¨® la Bienal de Arte Contempor¨¢neo de Sevilla se ha generado un debate en nuestra ciudad que no exist¨ªa desde la fugacidad de los ilusionantes a?os ochenta. Es un debate abierto, en el que confrontan numerosos cr¨ªticos (de arte y de taberna) sobre la necesidad de invertir en un proyecto cuya esencia radica en cuestionar los m¨¢s elementales conceptos de sociedad, porque acaso no es eso el arte, sino ser fiel representante del momento que le corresponde vivir, cuestionando los modelos establecidos y generando otros modos de convivencia.
Puede que no estemos preparado para ello, pero ¨¦ste es el mejor momento para hacerlo, para volverlo a intentar. Debemos tener perspectiva de futuro, dejar los anclajes que nos atan a un concepto de la vida uniforme, establecido previamente, sin sobresaltos. La BIACS considera que puede cambiar el ritmo de nuestro peque?o mundo, que puede cambiar nuestra historia. Este sue?o es posible.
La BIACS es Juana dicen sus muchos detractores para denigrarla, porque molesta que la solitaria acci¨®n de una persona haya activado un proyecto en una ciudad negada al arte contempor¨¢neo (una persona, no olvidemos, que ha hecho uno de los m¨¢s intensos e importantes recorridos por el arte en nuestro pa¨ªs y, no por ello, se le ha reconocido con honestidad); lo ha hecho entre algunos empresarios, con algunas instituciones p¨²blicas y privadas y con el impulso de unos pocos esp¨ªritus libres.
La BIACS es un hecho aislado en una ciudad en la que nunca ocurre nada que tenga que ver con el cuestionamiento de lo art¨ªstico, con pocos francotiradores agazapados. Desde luego, se pueden cuestionar muchas cosas de la BIACS, gestada por su directora sin consenso; se trata de un proyecto propio y como tal lo ha dirigido y, extra?amente, est¨¢ arropada por algunos que nunca han incentivado el coleccionismo art¨ªstico contempor¨¢neo. Pero, desde lo cuestionable, tambi¨¦n hay que aplaudir este esfuerzo, porque gracias al impulso de una persona, junto a un equipo de voluntarios y profesionales, la BIACS es un hecho y dar¨¢ a la ciudad la oportunidad de cuestionar muchas cosas y, s¨®lo por esto, es necesaria.
Ha habido artistas, de aqu¨ª y de all¨¢, que la han repudiado hasta que se les ha repescado para el proyecto, ahora domesticados; galeristas que no han hecho mucho esfuerzo por participar; opiniones cr¨ªticas con sus propuestas (parece que la m¨¢s inc¨®moda ha sido la de Cattelan, que ha suscitado la desgraciada respuesta de un pat¨¦tico Antonio Burgos poco juicioso) e instituciones muy conservadoras ante un proyecto que a¨²n se cree ut¨®pico o viciado. Pero yo necesito ver qu¨¦ es, c¨®mo se plantean diversos problemas de adaptaci¨®n art¨ªstica y, sobre todo, necesito renovar el aire que respiro.
Si, dentro de muchos a?os, viejo y aburguesado, viera la misma ciudad, plana y decadente, en donde no ha pasado nada, salvo el tiempo, acaso no desear¨ªa haber intentado cualquier cosa por haber podido ayudar a cambiarla, a pelear porque surgieran la Bienal y otros debates, acaso no hubiera merecido la pena cualquier esfuerzo por haber encontrado otros caminos para edificarla.
Lo cambiar¨ªa todo por volver.
Paco P¨¦rez Valencia es pintor.
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