El paso del tiempo
El 25 de mayo de 1810 los criollos del Virreinato del R¨ªo de la Plata arrebataron el poder a los representantes espa?oles. Ciento cincuenta a?os despu¨¦s nos explicaron en el colegio que festej¨¢bamos la efem¨¦ride del sesquicentenario. Un a?o era una eternidad tan rotunda que 150 no me entraban en la cabeza: un concepto inabarcable.
En esas fechas se inaugur¨® un puente conmemorativo que un¨ªa -y une- dos parques de Buenos Aires: el puente del Sesquicentenario. Me fabriqu¨¦ un carrito de rulemanes (rodamientos) con el que me lanzaba puente abajo casi volando, embriagado con la profundidad del presente.
Cuarenta a?os m¨¢s tarde, para bien y para mal, tengo una idea formada respecto al paso del tiempo: el universo se form¨® hace unos 15.000 millones de a?os y la Tierra hace unos 4.500 millones, el hombre domestic¨® a las plantas y los animales hace aproximadamente 10.000, y justo encima de la Ganiveteria Roca, en la plaza del Pi de Barcelona, se encuentra el local del antiguo Gremio de Tenderos Revendedores de Barcelona, fundado en 1447 por orden de la reina Mar¨ªa Cristina, esposa de Alfonso el Magn¨¢nimo. Ha seguido funcionando desde entonces, reconvertido en su momento en la Asociaci¨®n de Socorros Mutuos de Previsi¨®n Social.
En la plaza del Pi de Barcelona tiene su sede el antiguo Gremio de Tenderos Revendedores de Barcelona, fundado en 1447
El local de la asociaci¨®n deber¨ªa figurar en los recorridos tur¨ªsticos de Barcelona. No hay cruces, pero el mobiliario y los retablos recuerdan a una iglesia de hace tres o cuatro siglos. La primera impresi¨®n es la de entrar en la sede de una logia mas¨®nica o alguna secta a¨²n m¨¢s a?eja y misteriosa.
?Por qu¨¦ resultan bonitas las cosas antiguas? Recuerdo que mi padre, conocido como El Ingeniero, se?alando un libro de Gy?rgy Luk¨¢cs en lo alto de la biblioteca, me explic¨® que los estudiosos de la est¨¦tica no lograban ofrecer una explicaci¨®n cabal al respecto. No s¨¦ si la cuesti¨®n se habr¨¢ despejado algo en estos a?os. Lo cierto es que el encanto de la plaza del Pi ha crecido desde que conozco el tesoro que alberga ese primer piso.
Joan Rovira, el actual presidente, atildado y amable caballero, me recibe para contarme la historia del antiguo gremio.
"En principio se trataba de regular las actividades de los minoristas de arroz, miel, cebada, sardinas, anchoas, higos, d¨¢tiles, etc¨¦tera, b¨¢sicamente instalados alrededor del Born. Y de socorrer a los comerciantes enfermos, dirimir litigios, enterrar a los muertos. En 1613 se empez¨® a exigir un examen de admisi¨®n, que consist¨ªa en acreditar la honorabilidad, la buena conducta. En 1835 la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal confisc¨® los bienes de la Iglesia y aboli¨® los gremios. Fue entonces cuando nos convertimos en una mutua, conservando el nombre con la f¨®rmula 'antes Gremio de Tenderos Revendedores de Barcelona'. El capital acumulado hasta ese momento -razonablemente invertido- a¨²n nos permite asistir a los asociados sin cobrar ninguna cuota".
"?Me lo podr¨ªa repetir, por favor?".
"As¨ª como suena. Todos los miembros de la mutua lo somos de modo hereditario. No puede entrar nadie que no descienda de los agremiados originales. Y se cumple a rajatabla. Actualmente, m¨¢s que comerciantes tenemos m¨¦dicos, arquitectos, gente as¨ª. Hasta 1970 heredaba el puesto el hijo mayor; luego se cambi¨® a 'hijo o hija'. Somos 143 socios. Aqu¨ª en la sede tenemos los registros desde el a?o 1835. Si queremos rastrear una entrada anterior tenemos que ir a la Casa de l'Ardiaca, donde se conservan nuestros archivos. El primer lugar de reuni¨®n de los tenderos revendedores fue una capilla del convento de Sant Antoni Abad, en el Raval. Poco despu¨¦s nos trasladamos a una capilla lateral de la iglesia del Pi, con el permiso de la reina. En 1630 nos mudamos a otra capilla de la misma iglesia, que a¨²n conservamos. Y en 1678 el gremio decidi¨® hacerse con un local propio para sus reuniones. Compramos esta finca a las monjas clarisas y aqu¨ª estamos, siempre bajo la advocaci¨®n de san Miguel Arc¨¢ngel, que es nuestro patr¨®n".
Supongo que provenir de apellidos catalanes encadenados en una sucesi¨®n de m¨¢s de cinco siglos da cierto lustre...
"Bueno, s¨ª, pero es sobre todo una cuesti¨®n sentimental. Mi antepasado era un sencillo chocolatero venido de Manresa. No tenemos nada que ver con la aristocracia. Hay socios ricos y pobres. Hace poco incluimos una cl¨¢usula en los estatutos por la cual un miembro puede nombrar a su heredero aunque no sea su hijo o hija. Lo hicimos porque cada vez somos menos. Una mutua puede existir con 50 miembros, seg¨²n la legislaci¨®n, pero no es cuesti¨®n de ir menguando y menguando. ?Quiere conocer nuestra capilla?".
El se?or Rovira coge unas llaves de buen tama?o y cruzamos la plaza para entrar en la iglesia del Pi. Franqueamos la verja del oratorio y pasamos por detr¨¢s del altar a una habitaci¨®n algo polvorienta, llena de ecos seculares. Entrecierro los ojos e intento imaginar una reuni¨®n de los tenderos revendedores en la ¨¦poca en la que los aztecas tomaban su amargo chocolatl a salvo de los conquistadores espa?oles.
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