Olores
La Academia Sueca ha tenido buen olfato por esta vez y ha distinguido con el Nobel de Medicina a dos cient¨ªficos bastante originales. Y es que Richard Alex y Linda Buck, dos locos de la neurobiolog¨ªa, han dedicado m¨¢s de 12 a?os al estudio de un sentido bastante denostado (olfato y sus fundamentos gen¨¦ticos) y que, en mi opini¨®n, es tanto o m¨¢s determinante que otros mimados hist¨®ricamente por la ciencia como la vista o el o¨ªdo. No ver formas ni colores o no percibir sonidos es un duro inconveniente que, visto as¨ª, te distancia o te a¨ªsla del mapa de la realidad. Sin embargo hay invidentes y sordos que resuelven esa carencia involucr¨¢ndose plenamente en la vida con sabios recursos. El olfato, por el contrario, no tiene paliativos. Sin esa capacidad, el mundo se reduce a una nada tan neutra que nos inhabilita para captar la intensidad de vivir. De hecho, es el sentido que mejor se al¨ªa con la memoria. Se nos puede olvidar una cara pero nunca un olor. En nuestro c¨®rtex cerebral se almacena para siempre el aroma de un recuerdo y all¨ª permanece eterno e inmutable. A los cuatro a?os me llevaron por primera vez a una escuela p¨²blica, una clase h¨²meda de viejos bancos de madera rancia llena de ni?os. No volv¨ª a percibir aquel olor ¨¢cido y cerrado hasta 30 a?os despu¨¦s, durante un viaje a Estambul, en una peque?a estancia de la zona vieja de la ciudad. Y con qu¨¦ fuerza se me revelaron entonces los pupitres, la maestra de pelo blanqu¨ªsimo, el patio con lluvia, la repetida cantinela de Ca¨ªn y Abel, el babi a rayas...
Desde siempre, el olor de los objetos y los seres me ha ayudado a descifrar el sentido del mundo. Basta con saber c¨®mo huele la tierra mojada, el caf¨¦ que inunda las alcobas a media tarde, la goma de borrar, el cuerpo de un beb¨¦ reci¨¦n parido, el esmalte de u?as, el mar en grado puro o la nuca de la mujer que amas para sentirte vivo en medio de la vida, sensible a todo, abierto a esa gran certidumbre de estar entre las cosas. Sin olfato, el amor no es lo mismo. Las c¨¦lulas sensoriales del epitelio olfativo necesitan feromonas que nos digan te quiero al menos de vez en cuando y aunque sea en ese idioma ¨ªntimo de membranas y mol¨¦culas que habla por nosotros.
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