En compa?¨ªa de otras
Dice Carmen Alborch en la introducci¨®n a su ¨²ltimo libro, que al escribirlo ha realizado un ejercicio de libertad y admiraci¨®n. Nombra la libertad porque en la selecci¨®n de los nueve perfiles biogr¨¢ficos de mujeres, en su opini¨®n "modelos saludables" de ciudadan¨ªa, ella se ha decantado por una preferencia personal de "sinton¨ªa y afinidades". Y al se?alar la autora su admiraci¨®n, esta lectora entiende que se la proporciona el hecho de que esas mujeres son la representaci¨®n genuina y coherente de un expresivo proyecto vital. Hablan los nueve textos sobre estas ciudadanas. Lo hacen acertada y elocuentemente, distanciado el tono hagiogr¨¢fico pues "no se trata de acumular elogios sino de difundir y celebrar la excelencia a trav¨¦s del reconocimiento". Este libro nuevo, Alborch lo ha titulado Libres (no quiero olvidar, pues as¨ª se se?ala en la primera p¨¢gina, que ha contado con la colaboraci¨®n de Jos¨¦ Vales) y en esa introducci¨®n de la que les vengo contando hay toda una declaraci¨®n de principios. Alborch dice en nombre de las mujeres: "Lo queremos todo".
Arriesga la autora en la selecci¨®n de personalidades que se revelan en el libro, pues, como se advierte, tal vez muchos lectores no sepan de alguna de ellas. Sin embargo, ese riesgo, esa decisi¨®n singular, se convierte en uno de los atractivos de Libres. Y no es el ¨²nico. Atravesando las zonas biogr¨¢ficas, el bullicio testimonial de estas ciudadanas, todas en activo de un modo u otro, se introducen cuestiones que ayudan a enfocar mejor el presente, haci¨¦ndolo progresar. Pongo algunos ejemplos: junto al recorrido vital de la premio Nobel de la Paz, la iran¨ª Shirin Ebadi, surge la complejidad sobre la utilizaci¨®n o no del velo como s¨ªmbolo de sumisi¨®n o libertad; Marina de Silva, la actual ministra de Medio Ambiente en el Gobierno de Brasil, no ser¨¢ s¨®lo la ni?a del seringal, donde se sangran los ¨¢rboles del caucho, sino que brotar¨¢ la Amazonia y el el¨¢stico significado de declararla patrimonio de la humanidad. Y, al lado de la carrera pol¨ªtica de la doctora en Econom¨ªa Marilyn Waring, est¨¢ la cuesti¨®n de cu¨¢nto vale un ¨¢rbol que no ha sido talado. ?Cu¨¢nto vale aquel que tiene sus ra¨ªces pegadas a la tierra? Su sombra, ?cu¨¢nto vale?, termina pregunt¨¢ndose el lector.
En Libres, de Carmen Al
borch, hay algo nuevo: una voluntad creativa, una tensi¨®n narradora, que reconduce los perfiles biogr¨¢ficos hacia el relato. No es en vano que la cicatriz en el ojo derecho de Alice Walker se presente con el brillo de cierto suspense hasta que se descifra el ignorado accidente infantil y, no es ajeno a esa decisi¨®n narrativa, que Rita Levi-Montalcini sea antes el susurro lejano de las pedaladas de su bicicleta cuando era una joven piamontesa pespunteando colinas y caminos. Alborch ha ganado en autoridad narrativa. Se percibe en su prosa un gusto por relatar, incluso para la aridez del dato y el desarrollo discursivo, lo que convierte a Libres en su mejor obra. Les va a interesar y van a disfrutar.
No fueron nueve sino doce las mujeres elegidas por Carmen Posadas en su libro escrito con Sophie Courgeon, la traductora al franc¨¦s de su novela Mi hermano Salvador y otras mentiras. A la sombra de Lilith se titula el libro y en su primera mitad, que se nombra como G¨¦nesis de una impostura, el texto surca las aguas de un torrente de t¨®picos, leyendas, creencias y tradiciones cient¨ªficas. Est¨¢ Lilith, la primera mujer y su ind¨®mita conducta, las teor¨ªas sobre el cerebro peque?o femenino y por tanto menos inteligente, la disposici¨®n de la mujer para tales o cuales acciones, los cambios hormonales y las declaraciones mis¨®ginas de sabios hist¨®ricos como Arist¨®teles o Schopenhauer. Tambi¨¦n est¨¢n las apergaminadas creencias sobre las leyendas menstruales y un largo historial de simplezas ratificadas por notables que consolidaba lo femenino como secundario o menor. Una peripecia narrativa muy elemental que sirve de acomodo para que las autoras nos muestren a "las otras hijas de Lilith": "Esposas sinuosas, concubinas ambiciosas, madres protectoras, f¨¦minas buenas, malas o sencillamente humanas". M¨¢s adelante se escucha: "Mujeres privilegiadas" porque el "destino o el azar les puso al lado de hombres poderosos". Y a continuaci¨®n Livia, abuela del emperador Claudio, Catalina de Siena o Catalina de M¨¦dicis, Jian Qing (Madame Mao) o Isabel de Farnesio. As¨ª hasta doce. Confieso que en mi imaginario las hijas de Lilith no pertenec¨ªan a ese modelo de mujer, pero me atrae el fingimiento, la maldad, la perversi¨®n como suculenta materia literaria. Sin embargo, en esta ocasi¨®n, hay discordia entre la proposici¨®n de las autoras y el resultado, pues la sucesi¨®n de datos, fechas y nombres no configuran una voz que desvele el car¨¢cter de las "hijas de Lilith". Los perfiles resultan fr¨ªos, aun cuando se pretenda atemperarlos con algo de humor y unos cuantos t¨®picos. Libres y A la sombra de Lilith, dos libros que podr¨ªan parecer similares pero que son bien distintos.
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