Las tres caras de Ava
Ava Gardner se code¨® con los norteamericanos que trabajaban para la CIA y por la noche les cantaba a los basureros 'T¨¦ para dos'
En el libro de Marcos Ord¨®?ez sobre los 15 a?os en los que Ava Gardner vivi¨® en Espa?a hay una foto de la actriz en los toros, rodeada de hombres de gafas negras y de traje de corte recto, en una ¨¦poca en que rectitud era equivalente a religi¨®n, y sin¨®nimo de r¨¦gimen. Son hombres de clavel en la solapa y de mujeres vestidas de manola. Ava lleva un sombrero, un collar y un bolso blancos. Los caballeros y el empleado de la plaza de toros que la acompa?an esperan en pie a que ella tome asiento. Tiene el empleado una cinta cosida a la gorra de su uniforme donde figura estampada la palabra Arenas. Alguien entre la multitud se ha puesto un sombrero cordob¨¦s.
Demasiado, el tiempo siempre deja demasiado y se lleva demasiado. Marcos Ord¨®?ez, lo que ha hecho con este libro es arrancarle jirones a la niebla de la felicidad en los a?os de Franco. Caen nombres como pianos de un balc¨®n p¨¢gina tras p¨¢gina. Teddy Villalba, Enrique Herreros, Perico Vidal, Jaime Arias, Paco Miranda, Amparo Bar¨®, Jes¨²s Garc¨ªa de Due?as, Carlos Larra?aga, Mar¨ªa Asquerino. Una larga lista de gente de la far¨¢ndula, sobre todo, que cuenta qu¨¦ era divertirse a lo grande en un pa¨ªs peque?o. En sus nombres, ya digo, est¨¢ ahora toda la contundencia de aquel pasado. Marcos Ord¨®?ez ha salido con este libro a la caza de la gran ilusi¨®n que por momentos en Espa?a se llam¨® Ava Gardner. Espa?a es un pa¨ªs de mit¨®manos que al modernizarse cambi¨® el toreo por el cine, y en ese engranaje de cambio encaja el animal m¨¢s bello del mundo. Espa?a es un pa¨ªs que lleva siglos a la caza de una gran ilusi¨®n y en su delirio juega con burbujas que le estallan en las puntas de los dedos. "He reunido una galer¨ªa de voces de gente contagiada por el virus de Ava", dijo el autor en la presentaci¨®n de su libro. Las entrevistas de Marcos Ord¨®?ez con quienes trataron a Ava Gardner a lo largo de aquellos d¨ªas reconstruyen una ¨¦poca, un mito y una mujer, y ¨¦stas son las tres caras de Ava que aparecen en sus p¨¢ginas.
Durante la presentaci¨®n, el periodista Jaume Figueres, que conversaba con el autor desde el estrado, pregunt¨® si Ava Gardner hubiera sido m¨¢s feliz en la Espa?a de hoy que en la de ayer. "Hoy no se sentir¨ªa a gusto por la grisura y por el ruido", sospechaba Marcos Ord¨®?ez. Las fotograf¨ªas de su libro son fotos en blanco de bolsos blancos y de sombreros blancos, y de collares blancos, y en negro de trajes negros, y de corbatas y gafas negras. Marcos Ord¨®?ez a?adi¨® a su respuesta que en el fondo Ava no aguantaba el c¨ªrculo de los Villaverde. "Aunque al final se fue a Londres por el servicio m¨¦dico. Ella no se fiaba de los m¨¦dicos espa?oles". "?Pero si era Villaverde!", exclam¨® una se?ora de entre el p¨²blico, y resulta que esa mujer era Maruja Torres. Otra mujer levant¨® la mano y cont¨® que conoci¨® personalmente a Ava Gardner. "Fui muy amiga de Lola Flores, y la conoc¨ª en su casa y en El Duende. Era la ¨²ltima en acostarse". Es una mujer a¨²n hermosa, que fue maniqu¨ª en Madrid por aquellos a?os. "Me llamo Carmen Caballero", me dijo con acento andaluz, y sonri¨®, porque es de esas personas que ofrecen la verdad con una sonrisa. Y de esto tambi¨¦n habla el libro de Marcos Ord¨®?ez.
En Beberse la vida. Ava Gardner en Espa?a (Aguilar, 2004), el autor ha reunido a un pu?ado de personas que consiguieron hacer realidad una gran ilusi¨®n, y que al final descubrieron lo que toda ilusi¨®n, por grande que sea, tiene de burbuja. Ava Gardner fue una burbuja nocturna y fue un ¨¢ngel promiscuo, que fumaba apretando el cigarrillo con los dientes. Hay en Ava Gardner el mito de la mujer libre que todos los hombres espa?oles quisieron ser. Ava Gardner se code¨® con los multimillonarios norteamericanos que trabajaban en Espa?a para la CIA y por la noche se sub¨ªa a un cami¨®n de la basura y les cantaba a los basureros T¨¦ para dos. Ava era amante del torero Luis Miguel Domingu¨ªn y cuando se emborrachaba Ava se quitaba el abrigo para torear a los autom¨®viles en la noche de la Gran V¨ªa madrile?a. Ava fue la diversi¨®n y el esc¨¢ndalo que la alta sociedad de la ¨¦poca se hizo traer del extranjero, porque el franquismo no daba tanto de s¨ª. Hubo en Ava Gardner una necesidad de ser mito, y por eso vino a un pa¨ªs de mit¨®manos, en el que a los mitos se los pasea a hombros. De su presencia en Espa?a hoy queda la estatua que le levantaron en Tossa de Mar, donde interpret¨® Pandora y el holand¨¦s errante. Jaume Figueres evoc¨® en la presentaci¨®n las ocasiones en las que se ha fotografiado abrazado a esa estatua.
Marcos Ord¨®?ez ha propuesto que quiten el oso y el madro?o de la Puerta del Sol de Madrid, y que pongan a Ava con un Martini. Espa?a es un pa¨ªs de mit¨®manos que sue?a sue?os orientales, y cuando se despierta cree haber vivido 55 d¨ªas en Pek¨ªn.
Es la tarde de uno de los primeros d¨ªas del oto?o en Barcelona, y esta tarde tambi¨¦n tiene algo de absurda como un oto?o en Pek¨ªn. Despu¨¦s de esta presentaci¨®n se celebrar¨ªa en la misma sala de la FNAC-El Triangle una conferencia sobre la prensa paquistan¨ª en Barcelona. A la puerta ya empezaban a llegar los primeros asistentes. Era una tarde de grisura y de ruido, como dijo Marcos Ord¨®?ez, y de oto?o. Frente al edificio de la FNAC los paquistan¨ªes hab¨ªan extendido su top manta.
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