Nobel ecologista

La elecci¨®n de una infatigable ecologista africana, la keniana Wangari Maathai, como Nobel de la Paz 2004 parece querer resaltar la conciencia mundial de que el medio ambiente tiene una importancia capital para nuestra propia seguridad y la del futuro del planeta. Luchar por la conservaci¨®n de la naturaleza, como ha hecho Maathai desde su juventud, es tambi¨¦n luchar por la paz. Sobre todo cuando se hace en un continente tan olvidado como ?frica. Y eso lo deber¨ªan entender quienes ayer se alzaron en contra del fallo que desde Oslo difundieron los miembros del comit¨¦ acad¨¦mico del prestigioso premio.

No se desvirt¨²a el esp¨ªr¨ªtu del Nobel dedicado a quienes se distinguen por su labor en pro de la preservaci¨®n de la paz, el desarme y la solidaridad entre los pueblos cuando ¨¦ste se concede, como en esta edici¨®n, a una mujer que ha luchado y sufrido c¨¢rcel por denunciar la pobreza y explicar la estrecha relaci¨®n entre pobreza, malnutrici¨®n y degradaci¨®n ambiental.

Por encima de ser la primera mujer africana que obtiene el galard¨®n (s¨®lo cuatro surafricanos han sido premiados desde que se cre¨® en 1901), Maathai, responsable de Medio Ambiente y Recursos Naturales en Kenia, obtiene el reconocimiento internacional por su denuedo en la conservaci¨®n forestal de su pa¨ªs. Como fundadora en 1977 del llamado Movimiento del Cintur¨®n Verde, su organizaci¨®n logr¨® plantar m¨¢s de 30 millones de ¨¢rboles, idea que luego extendi¨® por una treintena de pa¨ªses del ?frica subsahariana. Lo primero que hizo ayer la galardonada al conocer el fallo fue plantar un ¨¢rbol en las faldas del monte Kenia.