C¨®mo acabar con la 'telebasura' en horario infantil
Los ni?os espa?oles pasan casi el doble de tiempo frente al televisor que ante su maestro. ?ste es el dato que arrojan hoy los estudios sobre los h¨¢bitos y consumos culturales en la infancia y adolescencia. Un alumno de entre 4 y 12 a?os consume unas 1.400 horas de televisi¨®n al a?o, frente a las 800 horas lectivas de un curso escolar. En la pantalla, durante ese periodo de tiempo, pueden llegar a ver hasta 12.000 actos violentos entre asesinatos, suicidios, ataques con armas de fuego o secuestros.
El estudio de la Fundaci¨®n Infancia y Aprendizaje encargado por el Ministerio de Educaci¨®n en 2002 revela que, junto a las vivencias directas, la televisi¨®n se ha convertido en el principal medio de comprensi¨®n de la realidad de los ni?os espa?oles. En la misma l¨ªnea, investigadores norteamericanos han constatado que, con apenas 12 meses de vida, los beb¨¦s ya toman decisiones basadas en la informaci¨®n emocional que captan de los televisores. Dos conclusiones. Primera: la parte m¨¢s indefensa y acr¨ªtica de nuestra poblaci¨®n es educada menos de la mitad del tiempo por el maestro que seleccionan con esmero sus padres que por el televisor. Segunda: lo que reciben a trav¨¦s de la pantalla se convierte en parte esencial de su representaci¨®n de la realidad.
"El desprecio por los derechos fundamentales es habitual en horario infantil"
"Expuestas las cadenas a multas millonarias, otros pa¨ªses gozan de una calidad superior a la nuestra"
La televisi¨®n ha usurpado as¨ª a la escuela su tradicional papel de agente primordial en la socializaci¨®n de ni?os y adolescentes. Las consecuencias de este cambio son evidentes: el televisor desplaza a otros medios de desarrollo de la personalidad infantil y, adem¨¢s, lo hace desde edades en que los individuos son, en buena medida, incapaces de distinguir entre fantas¨ªa y realidad, entre lo que ven y lo que viven.
Sabemos lo que estudian nuestros hijos, hojeamos sus libros de texto y les ayudamos con sus deberes. Cualquier ley educativa, cualquier modificaci¨®n curricular, consumen horas y horas de debate en consejos escolares, claustros de profesores, sindicatos, asociaciones de padres y, por supuesto, en las Cortes Generales. Debates que llenan p¨¢ginas de peri¨®dico y horas de informativos.
?Pero alguien se preocupa de saber qu¨¦ asignaturas cursan los alumnos espa?oles cuando se sientan ante el televisor? En nuestro pa¨ªs, en los ¨²ltimos 10 a?os, las cadenas de televisi¨®n generalistas han abandonado de modo pr¨¢cticamente completo la programaci¨®n infantil. As¨ª, entre las cinco y las ocho de la tarde, las franjas antiguamente infantiles, han desaparecido programas como Barrio S¨¦samo, La cometa blanca o Los cinco -que recordar¨¢n conmigo los treinta?eros de hoy-, claramente dirigidos a ni?os y adolescentes a su vuelta del colegio.
?Qu¨¦ programas ven, entonces? A partir de las diez de la noche, m¨¢s de un mill¨®n y medio de ni?os contin¨²an frente al televisor, seg¨²n el Gabinete de Estudios de Comunicaci¨®n Audiovisual, y lo que ven es, l¨®gicamente, programaci¨®n para adultos. En horario de adultos. Pero si nos ce?imos al horario considerado infantil, es decir, el que abarca las horas que transcurren desde el regreso de la escuela y la hora del reposo, el men¨² de una jornada ordinaria en las cadenas abiertas generalistas se compone de una telenovela, tres reality shows, un concurso para adultos y, por supuesto, un par o m¨¢s de los llamados programas rosas o del coraz¨®n.
En otras palabras, el curr¨ªculo formativo que cursan los alumnos espa?oles frente a la pantalla durante las 1.400 horas "lectivas" anuales est¨¢ compuesto de las siguientes materias:
- Des-educaci¨®n sexual: los peque?os se adentran en las experiencias bisexuales de una famosa y en "las relaciones a tres bandas, pero ampliables a cuatro" de dos concursantes; en las desventuras de un menor explotado sexualmente tras huir de un orfanato; en la compraventa de la virginidad a una joven por 40 millones de pesetas o en las pormenorizadas explicaciones sobre c¨®mo queda el chichi de cierta famosa despu¨¦s de dar a luz.
- Machismo y homofobia: los alumnos podr¨¢n asistir a la dif¨ªcil elecci¨®n de un concursante que, besado repetidamente por dos mujeres en el plat¨®, tiene que decidir "con cu¨¢l te quedas"; o bien escuchar intercambios de gruesas acusaciones de "zorra" y "golfa, aunque con clase", o las afirmaciones sobre un muchacho que "es tambi¨¦n muy putita y pierde aceite".
- Banalizaci¨®n de la violencia de g¨¦nero y los malos tratos: los estudiantes escuchar¨¢n acusaciones cruzadas de "maltratador" y "mentirosa" o expresiones condescendientes como "si no fuera una t¨ªa, le arrancaba la cabeza".
- Incitaci¨®n al consumo de drogas: los ni?os y j¨®venes se familiarizar¨¢n tempranamente con t¨¦rminos como "cocain¨®mana" o "traficante", formulados con naturalidad, lo que nada tiene de extra?o, puesto que escuchar¨¢n, asimismo, afirmaciones del tipo "consumir drogas no es delito" o "las drogas matan pero los coches tambi¨¦n". (*)
El desprecio por los derechos fundamentales al honor, la intimidad, la veracidad o la presunci¨®n de inocencia son, junto a las anteriores, asignaturas habituales de las televisiones en horario infantil. Todo ello transmitido a trav¨¦s de una did¨¢ctica que rezuma mal gusto, chabacaner¨ªa y lenguaje soez. Sucede todos los d¨ªas, ante la impotencia de los maestros, la indiferencia de muchos padres y la pasividad de las administraciones.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando en el panorama televisivo espa?ol? ?Por qu¨¦ sucede esto? Una primera explicaci¨®n es, con seguridad, econ¨®mica. Dif¨ªcilmente las cadenas encontrar¨¢n programas m¨¢s rentables que los conocidos como telebasura en la relaci¨®n precio-audiencia. Mientras que el coste de un cap¨ªtulo de una serie de producci¨®n espa?ola es de 6.000 euros por minuto, el coste de un reality-show o de un programa del coraz¨®n se mueve sobre los 300 euros por minuto. Un plat¨®, un presentador y unos cuantos invitados sin mayor cualificaci¨®n o talento aseguran una elevada audiencia durante hora y media por un presupuesto 20 veces menor que una serie de televisi¨®n.
Si sucede es porque es rentable; ¨¦sa es la primera conclusi¨®n. Pero, entonces, ?por qu¨¦ no sucede en todo el mundo?, ?por qu¨¦ el fen¨®meno alcanza ¨²nicamente en Espa?a los extremos descritos? La estructura de costes de unos y otros tipos de programas es similar en los pa¨ªses de nuestro entorno y, sin embargo, ninguno de ellos vive este deterioro de los contenidos televisivos, ni la explotaci¨®n del morbo, el sensacionalismo y el esc¨¢ndalo en la batalla por la audiencia que sufre nuestro pa¨ªs. Y mucho menos en horario calificado de protecci¨®n infantil por la Directiva de Televisi¨®n sin Fronteras 89/522/CEE, que Espa?a incorpor¨® a su Ordenamiento Jur¨ªdico con la Ley 25/1994 de 12 de julio, como lo hicieron el resto de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea.
Francia, Alemania, Reino Unido o Italia, aunque de manera desigual, tienen en cuenta a su p¨²blico infantil y disponen en mayor o menor medida de una oferta de programas infantiles en la que destaca, desde luego, el Reino Unido, con m¨¢s dos horas diarias por canal.
?Qu¨¦ ocurre en Espa?a? Muy simple: no se cumple la ley. Y que todo el mundo ha mirado durante a?os, lisa y llanamente, para otro lado. De nada ha valido el Convenio de Autorregulaci¨®n suscrito en 1993 por el Ministerio de Educaci¨®n y las comunidades aut¨®nomas con las cadenas de televisi¨®n. La ley de 1994 se ha convertido en papel mojado, a pesar de su contundencia: "La emisi¨®n de programas susceptibles de perjudicar el desarrollo f¨ªsico, mental o moral de los menores s¨®lo podr¨¢ realizarse entre las veintid¨®s horas del d¨ªa y las seis horas del siguiente, y deber¨¢ ser objeto de advertencia sobre su contenido por medios ac¨²sticos y ¨®pticos".
Y por si fuera poco, Espa?a sigue siendo hoy el ¨²nico de los pa¨ªses de la antigua Europa de los Quince que no se ha dotado de un Consejo del Audiovisual independiente que vele por el cumplimiento de las misiones de servicio p¨²blico que tienen confiadas todas las televisiones (tambi¨¦n las privadas), obligadas, pues, a respetar los valores constitucionales y la calidad de sus contenidos.
Desde la d¨¦cada de los ochenta, los dem¨¢s pa¨ªses europeos han desarrollado organismos independientes dedicados a la vigilancia y al control de los contenidos audiovisuales. ?stos han dedicado especial atenci¨®n a la defensa de los valores formativos de la infancia y a velar por el honor y la dignidad de las personas en sus programaciones. Dotados de capacidad sancionadora, estos organismos han intervenido para hacer cumplir la ley en sus pa¨ªses.
As¨ª, por ejemplo, en el Reino Unido se amonest¨® a la Chanel 4 por "atentar contra la dignidad de la persona", al emitir, en un programa juvenil, a una joven comiendo gusanos. En Alemania se prohibi¨® la emisi¨®n de im¨¢genes de la Oktoberfest, la famosa fiesta de la cerveza, para evitar la aparici¨®n de personas en estado de embriaguez en las pantallas. En Francia se dej¨® de emitir el programa Testigo n¨²mero 1 para evitar la emisi¨®n de "informaci¨®n sensacionalista sobre cuestiones sometidas a instrucci¨®n sumarial en los tribunales". O se advirti¨® a Fun Radio por el excesivo contenido sexual de un consultorio juvenil. Expuestas las cadenas a multas millonarias, el panorama audiovisual en estos pa¨ªses goza de una calidad sensiblemente superior a la nuestra.
Existe, en suma, un problema con la televisi¨®n que consumen los ni?os espa?oles. Es, adem¨¢s, un problema mucho m¨¢s grave que en los restantes pa¨ªses europeos. Lo denuncia el Defensor del Pueblo, las Asociaciones de Telespectadores, de Padres, Unicef y los m¨¢s diversos organismos, adem¨¢s del propio presidente del Gobierno. Pero existen, afortunadamente, soluciones: a medio plazo, la constituci¨®n de un Consejo Superior Audiovisual, siguiendo el ejemplo de ciertas comunidades aut¨®nomas como Navarra y Catalu?a y, de acuerdo con lo que propugnan en sus programas, todos los partidos democr¨¢ticos excepto el PP. De una forma inmediata, la aplicaci¨®n de la legislaci¨®n vigente, a ser posible con el concurso autorregulador del sector. Pero, de una forma u otra, el cumplimiento estricto de la ley. ?sta es una responsabilidad a la que este nuevo Gobierno no puede ni debe sustraerse, por m¨¢s que otros gobiernos lo hayan hecho durante lustros hasta llegar a una situaci¨®n como la presente.
La autora critica que los menores puedan ver
a menudo en las cadenas espa?olas contenidos
"machistas" y "violentos", analiza el porqu¨¦ de
esta situaci¨®n y la compara con la de otros pa¨ªses.
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