Sevilla vibr¨® con Manuela

Bail¨® Manuela Carrasco, en Sevilla. Es siempre una apoteosis, el no va m¨¢s. Su p¨²blico le permanece fiel a ultranza, pase lo que pase. Bail¨® por sole¨¢ y rompi¨® el molde. Bail¨® largo, largu¨ªsimo, fundamentalmente de pies. Se recre¨® en la suerte, una y otra vez, a conciencia. Repiti¨® las posturas, repiti¨® el estar en todo momento en disposici¨®n de dar lo que el baile requiere. El baile como ella lo entiende, que es antes que nada de fuerza, de garra, de coraz¨®n.

Manuela Carrasco es bailaora de presencia, que llena el escenario, que sabe d¨®nde est¨¢ en cada momento, c¨®mo comportarse. Le cantaron, por sole¨¢, Juana la del Pipa, Enrique el Extreme?o y Arc¨¢ngel, ah¨ª es nada. Le cantaron adem¨¢s muy bien, recre¨¢ndose en el tercio, en el temple. Tejiendo y destejiendo un cante soberano que no tiene par, que no tiene nada que perder porque en s¨ª mismo es un dechado de perfecciones.

Manuela bail¨® adem¨¢s por taranto, por canti?as y por siguiriyas, pero en ninguno de esos estilos alcanz¨® la calidad que en las soleares. En el taranto no parece que se encontrara demasiado a gusto, como si no encontrara el sitio del baile. En las canti?as, cant¨¢ndole Arc¨¢ngel, lo hicieron todo demasiado acelerado, como barrido por una onda de electricidad. En la siguiriya comparti¨® su arte con Rafael de Carmen, pero despu¨¦s le dej¨® s¨®lo y el joven bailaor se extendi¨® en un largo zapateado, recreando el baile con elegancia y energ¨ªa; fue la suya una intervenci¨®n muy efectiva, consistente y espectacular. Una pega: todo se hizo en un tono de megafon¨ªa imposible.

Hubo m¨¢s cosas en el programa. Pedro Sierra les toc¨® por tangos a las tres cantaoras, que se extendieron gustosamente en el palo; con rajo, con buen hacer, volc¨¢ndose. Y hubo una reuni¨®n en que se bail¨® y cant¨®, Arc¨¢ngel y El Extreme?o por fandangos.