"?Y aqu¨ª cu¨¢ndo pasa la Divisi¨®n Azul?"
La mayor¨ªa del p¨²blico sigui¨® el desfile con entusiasmo militar, ajeno a la pol¨¦mica
Pasan r¨¢pido, aunque son 3.500 militares. El desfile se acaba, y un se?or mayor se impacienta: "?Oiga, y aqu¨ª cu¨¢ndo pasa la Divisi¨®n Azul?", pregunta al aire. Una joven entiende el despiste, y le explica. "Caballero, esos pobres ya no pueden desfilar ni nada, por favor. S¨®lo hay uno de ellos, all¨ª al fondo con los Reyes [el p¨²blico no puede ver el centro de la ceremonia ni con prism¨¢ticos], y all¨ª se va a quedar". Con excepciones como ¨¦sta, los miles de ciudadanos que se acercaron al paseo de la Castellana segu¨ªan el desfile con un entusiasmo militar ajeno a la pol¨¦mica que se viv¨ªa en las tribunas.
S¨®lo m¨¢s tarde, en la televisi¨®n, pudieron ver el ligero desencuentro entre Luis Royo, veterano republicano que particip¨® en la liberaci¨®n de Par¨ªs, y ?ngel Salamanca, que luch¨® en la Divisi¨®n Azul. "Nosotros luch¨¢bamos por la libertad, vosotros ayud¨¢bais a los nazis", espet¨® Royo. "No es momento de discusiones", zanj¨® Salamanca, en medio de la tensi¨®n. Royo contaba m¨¢s tarde ante las c¨¢maras que le ser¨¢ muy dif¨ªcil explicar a sus amigos de Par¨ªs "qu¨¦ hac¨ªa con uno de la Divisi¨®n Azul".
Los ciudadanos de a pie se limitaban a disfrutar del desfile. Tampoco les preocupaba, por ejemplo, la inusual presencia del presidente de la Generalitat de Catalu?a, ahora Pasqual Maragall. Y eso que Defensa hab¨ªa repartido un paquete patri¨®tico que, adem¨¢s de una banderita espa?ola y una cadena roja y gualda para llevar el m¨®vil, conten¨ªa un tr¨ªptico donde pod¨ªan leerse dos art¨ªculos de la Constituci¨®n: el 30, "los espa?oles tienen el derecho y el deber de defender a Espa?a", y el 2, "la Constituci¨®n se fundamenta en la indisoluble unidad de la Naci¨®n espa?ola, patria com¨²n e indivisible de todos los espa?oles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".
La ¨²nica pol¨¦mica que triunfaba en el parterre era la de la ausencia de la bandera de EE UU. Algunos ironizaban contra la decisi¨®n del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. "Este a?o dicen que en vez de EE UU desfila Gadafi", comentaban unos j¨®venes. Un grupo de veintea?eros, estudiantes de una escuela militar, apoyaba la decisi¨®n. "Somos europeos, y tenemos que estar con los europeos", sentenciaba uno de ellos con el asentimiento general.
Otros, muy pocos, llevaban enormes banderas estadounidenses. Como Tom¨¢s Garc¨ªa, apostado cerca de la plaza de Cibeles, que lo explicaba as¨ª: "Me parece muy mal lo que hemos hecho. Nos estuvieron sacando las casta?as del fuego como aliados contra el terrorismo y ahora los hemos dejado con el culo al aire. No es justo. Defensa ha decidido no sacar la bandera de EE UU, as¨ª que la traigo yo, que adem¨¢s soy mitad americano, mitad espa?ol".
La presencia de un soldado supuestamente de origen subsahariano entre los integrantes del desfile caus¨® cierta sorpresa. "Mira, mira, los inmigrantes, que se han incorporado al Ej¨¦rcito", le comentaba un joven apostado cerca de la plaza de Col¨®n a un compa?ero. "No hombre, no seas bruto, ¨¦sos son los franceses, ?no ves la bandera que llevan delante?", respond¨ªa el otro al paso de la divisi¨®n heredera de la que tom¨® Par¨ªs en 1944.
Las mujeres militares tambi¨¦n causaban, todav¨ªa, alguna sorpresa y comentarios. Sobre todo entre los novatos, especialmente los centenares de inmigrantes que se acercaron con sus hijos a disfrutar de un d¨ªa de fiesta entre tanques y aviones de combate.
El mayor ¨¦xito, los aplausos m¨¢s fuertes, como casi siempre, se los llev¨® la Legi¨®n, con su particular paso acelerado (el doble de lo normal), que hac¨ªa sudar visiblemente a sus miembros, y sus camisas abiertas hasta el estern¨®n. Hubo incluso alg¨²n forcejeo para poder ver a la famosa cabra, y mucho enfado entre quienes se perdieron su torpe pero r¨¢pido correteo.
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