La relaci¨®n entre Europa y el Hemisferio Sur
Europa es tambi¨¦n, en cierto sentido, nuestro hogar. Europa nos ha ense?ado que este siglo XXI necesita entidades regionales fuertes y eficaces. Cuando los latinoamericanos miramos a la Europa de hoy, vemos un ejemplo que es preciso seguir. Debemos trabajar por una Latinoam¨¦rica m¨¢s unida e integrada, para que tenga una aut¨¦ntica voz en este mundo globalizado.
Europa y el Sur comparten el reto de hacer que la globalizaci¨®n beneficie a la mayor¨ªa, y no s¨®lo a unos pocos. Significa comercio y ayuda al desarrollo, pero tambi¨¦n acuerdos pol¨ªticos y culturales. Y, frente a este reto, la Red de Gobernanza Progresista es el principal foro en el que progresistas de todos los continentes pueden colaborar pol¨ªticamente con el fin de hacer realidad dichos objetivos.
Los progresistas somos, al mismo tiempo, iguales y diferentes. Compartimos un pensamiento com¨²n. Creemos que los cambios en marcha son m¨¢s una oportunidad que un riesgo. Los retos del futuro nos atraen m¨¢s que la nostalgia por el pasado. Por eso somos progresistas.
La globalizaci¨®n produce una interdependencia cada vez m¨¢s descompensada, con cambios brutales en la productividad, una tremenda competitividad, y m¨¢s desigualdad dentro de cada sociedad y entre las naciones. El gran desaf¨ªo que nos aguarda es el de administrar los aspectos positivos de estos cambios y evitar los efectos negativos.
La Declaraci¨®n del Milenio de Naciones Unidas define los objetivos globales a los que todos aspiramos. Sin embargo, la acci¨®n ha sido escasa. La extensi¨®n de las desigualdades internacionales en d¨¦cadas recientes se puede atribuir no s¨®lo a un incremento renovado de las disparidades internacionales en los niveles de PIB per c¨¢pita, sino tambi¨¦n a un aumento generalizado de las desigualdades dentro de los pa¨ªses.
La igualdad social es el imperativo moral de nuestra ¨¦poca. En este mundo globalizado ya no es posible ocultar por m¨¢s tiempo la pobreza y la injusticia. No podemos esforzarnos en reducir la incertidumbre para las empresas y, al tiempo, dejar a los pobres desprotegidos frente a la enfermedad, el desempleo, la vejez y la muerte. No podemos reformar los sistemas de justicia para que protejan los derechos de propiedad sin reconocer la desprotecci¨®n de los derechos c¨ªvicos fundamentales. No podemos celebrar el progreso econ¨®mico y t¨¦cnico de este siglo y cerrar los ojos ante los millones de personas que no logran satisfacer sus necesidades m¨¢s elementales.
Si los pa¨ªses desarrollados deben reformar el Estado de bienestar cl¨¢sico para hacer frente al reto competitivo de la globalizaci¨®n y la nueva econom¨ªa, los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo deben superar unas desigualdades sociales intolerables para ser competitivos hoy. Los elementos fundamentales de este desaf¨ªo son inversiones en capital humano y redes de protecci¨®n social, un gasto social transparente y eficaz, unos sistemas m¨¢s amplios y eficientes, y unos mecanismos espec¨ªficos que garanticen la solidaridad y la igualdad.
Hoy debemos tener tres objetivos fundamentales: garantizar una oferta adecuada de bienes p¨²blicos globales, construir un sistema mundial basado en los derechos humanos y superar las asimetr¨ªas que caracterizan el sistema econ¨®mico mundial.
El primero de estos objetivos tiene como prioridad la gesti¨®n de la interdependencia entre naciones. Los otros dos se centran en la igualdad, en sus dos dimensiones: entre los ciudadanos y entre las naciones.
Con respecto a los bienes p¨²blicos globales, el enorme abismo entre el reconocimiento de la creciente importancia que tienen la interdependencia y la debilidad de los instrumentos internacionales actuales hace que sea imposible garantizar dichos bienes.
La construcci¨®n de una ciudadan¨ªa global en una comunidad internacional heterog¨¦nea implica el respeto tanto a los derechos humanos esenciales como a la diversidad cultural, es decir, una combinaci¨®n del principio de igualdad y el "derecho a ser diferente". En esta perspectiva, los derechos civiles y pol¨ªticos forman un conjunto indivisible e interdependiente con los derechos econ¨®micos, sociales y culturales.
Aun siendo crucial que el Estado emprenda una acci¨®n redistributiva a escala nacional para garantizar la igualdad de oportunidades, el tercer objetivo implica que los esfuerzos nacionales s¨®lo pueden obtener resultados globales si se completan con una cooperaci¨®n internacional destinada a superar de forma gradual las asimetr¨ªas esenciales del orden mundial. Dichas asimetr¨ªas se dividen en tres categor¨ªas fundamentales. En primer lugar, las relacionadas con la vulnerabilidad macroecon¨®mica de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo a las sacudidas externas. Segundo, aquellas ligadas a la lenta e irregular difusi¨®n del progreso t¨¦cnico desde los pa¨ªses de origen hacia el resto del mundo. Tercero, el problema del contraste entre el alto grado de movilidad del capital y la reducida movilidad internacional de la mano de obra, sobre todo entre los trabajadores poco cualificados.
Para responder a estas asimetr¨ªas, nada puede reemplazar al esfuerzo interno de cada uno de nuestros pa¨ªses. A pesar de ser un pa¨ªs peque?o y remoto, Chile se ha ganado una plaza modesta en el mundo globalizado. Lo hemos conseguido no debido a la riqueza, la geopol¨ªtica o el poder, sino sobre la base de ideas innovadoras y una experiencia reformista enriquecedora.
Rectificar la primera de estas asimetr¨ªas supone adoptar un enfoque de conjunto, para reducir la segmentaci¨®n y la volatilidad del acceso de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo a los mercados financieros internacionales, y tambi¨¦n ofrecerles m¨¢s espacio en el que poner en marcha pol¨ªticas macroecon¨®micas contrac¨ªclicas.
Para rectificar la segunda, es preciso que el sistema de comercio facilite la transferencia sin problemas, a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, de producci¨®n de materias primas, industrias tecnol¨®gicas desarrolladas y servicios normalizados, con el consiguiente incremento de la participaci¨®n en la producci¨®n de tecnolog¨ªa y los sectores de alta tecnolog¨ªa.
Por ¨²ltimo, superar la tercera asimetr¨ªa requiere que las migraciones de trabajadores est¨¦n plenamente incluidas en las prioridades internacionales, mediante un acuerdo global sobre pol¨ªtica migratoria y acuerdos regionales y subregionales, adem¨¢s de mecanismos complementarios que faciliten las migraciones.
A falta de instituciones en el orden internacional capaces de garantizar estos tres objetivos, la globalizaci¨®n est¨¢ resultando ser una fuerza muy desintegradora, tanto a escala internacional como nacional.
Por tanto, para avanzar es necesaria la acci¨®n tanto en el ¨¢mbito nacional como en el ¨¢mbito mundial. En un entorno abierto como el que caracteriza hoy d¨ªa a las econom¨ªas del Sur, los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo deben levantar una competitividad estructural basada en tres pilares fundamentales: la creaci¨®n de sistemas de innovaci¨®n, el apoyo a nuevas actividades productivas y la provisi¨®n de infraestructuras de calidad.
En el ¨¢mbito mundial, la ausencia de una gobernanza adecuada s¨®lo podr¨¢ resolverse cuando los problemas mundiales se afronten mediante un proceso pol¨ªtico cuya estructura ya no est¨¦ limitada a las esferas nacionales y locales.
En este aspecto, las prioridades de la reforma financiera deben ampliarse, al menos, en dos sentidos. Primero, deben ir m¨¢s all¨¢ de las cuestiones de prevenci¨®n y resoluci¨®n financiera para incluir las relacionadas con la financiaci¨®n, la autonom¨ªa y el control de las pol¨ªticas econ¨®micas de desarrollo por parte de aquellos pa¨ªses m¨¢s pobres y de menor tama?o. Segundo, debe tener en cuenta de forma sistem¨¢tica no s¨®lo el papel de las instituciones mundiales, sino tambi¨¦n de los acuerdos regionales, y la definici¨®n expl¨ªcita de los campos en los que debe mantenerse la autonom¨ªa nacional.
La ciudadan¨ªa es fundamental no s¨®lo porque es un derecho que contribuye al bienestar de las personas, sino porque, adem¨¢s, es el medio m¨¢s eficaz de garantizar que se tengan en cuenta los objetivos sociales de desarrollo en la toma p¨²blica de decisiones. Este concepto integral de desarrollo entra?a algo m¨¢s que la mera complementariedad de las pol¨ªticas sociales, econ¨®micas, ambientales y de gobernanza democr¨¢tica, por un lado, y el capital humano, el bienestar social, el desarrollo sostenible y la acci¨®n ciudadana, por otro. En realidad, se debe concebir la ciudadan¨ªa como una parte esencial del desarrollo. Estoy seguro de que, con esta visi¨®n integral del desarrollo y mediante la cooperaci¨®n pol¨ªtica, Europa y el Sur pueden trabajar codo a codo con el fin de construir un futuro mejor para la mayor¨ªa.
Ricardo Lagos es presidente de Chile. Este art¨ªculo ha sido escrito para la Conferencia de Gobernanza Progresista. Organizada por Policy Network y con el primer ministro h¨²ngaro como anfitri¨®n, la conferencia est¨¢ teniendo lugar esta semana en Budapest (www.policy-network.net).
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