Matria Europa, 2
Edgar Morin -Introduction ¨¤ une politique de l'homme y Penser l'Europe-, de quien tomo prestado el neologismo del t¨ªtulo y muchas otras consideraciones de este texto, ha insistido en la contradicci¨®n radical de una identidad, la europea, que s¨®lo cobra pleno sentido si su proyecto central de futuro es capaz de refundar su pasado y de hacer de su elegido destino com¨²n el principio organizador de la heterogeneidad y de los antagonismos que componen su memoria hist¨®rica. No es el pasado el que genera geopol¨ªticamente el presente y, desde ¨¦l, el futuro, sino que es ¨¦ste el que regenera lo que fue la vida en com¨²n de una comunidad hist¨®rica. Esta filiaci¨®n ex pos no est¨¢ adecuadamente representada ni en el concepto de patria ni en el de naci¨®n, pues ambas dejan escapar la dimensi¨®n esencial para Morin de toda comunidad hist¨®rico-pol¨ªtica que es el enmadramiento en ella de sus miembros, resultado de su incorporaci¨®n a un porvenir que hay que construir, que nos instala progresivamente y sin imposiciones en una ciudadan¨ªa transhist¨®rica y compartida, que es, en s¨ª misma, el cogollo pol¨ªtico de cualquier ¨¢rea comunitaria.
Es evidente que ni la Europa-patria ni la Europa-naci¨®n, ni siquiera esta m¨¢s connatural y flexible Europa-matria, caben en el proyecto de Tratado Constitucional, que desde el primer art¨ªculo del t¨ªtulo primero hasta los protocolos finales del anexo, en particular el del rol de los Parlamentos nacionales en la UE, consagran el principio y la pr¨¢ctica de la Europa de los Estados. Opci¨®n dominante en el Tratado, que no es formalmente ni una federaci¨®n ni una confederaci¨®n, sino simple agrupaci¨®n de entidades estatales, coincide adem¨¢s, por mor de la globalizaci¨®n, con el primado de la l¨®gica nacional-estatal que se ha impuesto en la acci¨®n exterior de los Estados y en la geopol¨ªtica mundial. La doctrina de los pa¨ªses y de sus partidos, los discursos y declaraciones de sus l¨ªderes, reiteran que el ¨²nico objetivo europeo que persiguen es favorecer sus intereses nacionales. Los defensores franceses del Tratado Constitucional, desde Chirac a Hollande, afirman que la mejor manera de promover los objetivos y el progreso de Francia es decir s¨ª al Tratado y avanzar en la construcci¨®n europea que nos propone. Esa concepci¨®n de lo europeo como peana de lo nacional tiene su expresi¨®n m¨¢s acabada en las manifestaciones de ciertos l¨ªderes centroeuropeos, entre los que se lleva la palma el ultraconservador V¨¢clav Klaus, que en su reciente visita a Espa?a declar¨® que la pertenencia a la Uni¨®n Europea no es un matrimonio de amor, sino de inter¨¦s, que se mantiene mientras convenga. La instauraci¨®n de esta contabilidad coste-beneficio de contenido pol¨ªtico-econ¨®mico es muy peligrosa para la Uni¨®n, por cuanto lo m¨¢s determinante y permanente, el n¨²cleo central de la pol¨ªtica, la seguridad, se garantiza extracomunitariamente gracias a la OTAN y a las Fuerzas Armadas de EE UU, y la Uni¨®n Europea apenas pincha ni corta. Pero es que adem¨¢s el Tratado Constitucional, al reclamar la unanimidad de los 25 miembros -muy pronto 30- para cualquier toma de decisiones en Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n, hace pr¨¢cticamente imposible el montaje de estructuras de geometr¨ªa variable, ya que para ese tipo de acciones se exige que incluso una cooperaci¨®n reforzada tenga la previa conformidad un¨¢nime de todos los miembros de la Uni¨®n. Por eso es tan sorprendente la afirmaci¨®n de Javier Solana, responsable de dicha ¨¢rea, en su entrevista a EL PA?S del pasado 8 de julio, de que "en campos como la seguridad o incluso en la pol¨ªtica exterior se podr¨ªa avanzar con un grupo de pa¨ªses que vaya m¨¢s deprisa". El futuro ministro de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n, que sabe m¨¢s que nosotros sobre este punto, tiene que explicarnos su interpretaci¨®n de las disposiciones de la parte tercera, t¨ªtulo V, cap¨ªtulo I, art. III 194.2 y cap¨ªtulo II, art. III 201.1, que insisten en que la decisi¨®n en esta materia se toma por unanimidad, en relaci¨®n con la parte primera, t¨ªtulo V, cap¨ªtulo III, art. I-43. Hasta entonces habr¨¢ que seguir considerando que sin verdadera autonom¨ªa en su pol¨ªtica exterior, Europa sigue siendo "un gigante econ¨®mico y un enano pol¨ªtico".
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