Categor¨ªas pol¨ªticas montalbanianas
"Qu¨¨ Rafael, com va tot?" (Qu¨¦ Rafael, ?como va todo?). As¨ª empezaban nuestras conversaciones, entre Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n y yo mismo, en mi etapa de dirigente de una formaci¨®n pol¨ªtica con representaci¨®n parlamentaria. Era una pregunta lanzada desde una compleja mezcla de curiosidad, escepticismo, voluntarismo, y siempre con intenci¨®n de ayudar en el an¨¢lisis y en la b¨²squeda de una salida de las situaciones por m¨¢s complicadas y dif¨ªciles que fuesen. Me atrevo hoy, en el primer aniversario de su desaparici¨®n, a hacer una breve, y forzosamente sint¨¦tica, calificaci¨®n de algunas de las categor¨ªas pol¨ªticas que ¨¦l utilizaba y que podemos extraer de sus obras.
Manolo ten¨ªa una especie de curiosidad chafardera mezclada con un desprecio intelectual hacia el Poder. Constantemente fustigaba al poder imperial o de pretensi¨®n de dominio a escala planetaria. Intentaba desmontar los artilugios del poder financiero y de sus manipulaciones de las ideolog¨ªas y de las instituciones pol¨ªticas. Le da un halo de investigaci¨®n profunda y misteriosa en la trama vaticana de "Cesar o Nada", donde funde las diversas dimensiones del poder. Y en su actividad period¨ªstica es hacia el poder pol¨ªtico, el de los m¨¢ximos responsables de las instituciones y/o de los partidos, hacia los que dirige sus cr¨ªticas. Se lleg¨® a crear un temor difuso a aparecer citado en las columnas de los lunes, en las que pod¨ªa desnudar a cualquier personaje con pasmosa facilidad y clarividencia.
Para ¨¦l, el poder nunca fue una suma cero. Cre¨ªa, y practicaba de forma militante, en el ejercicio colectivo de la Democracia, y en la posibilidad de contrarrestar unos intereses con otros por m¨¢s contrapuestos que fuesen. Defend¨ªa constantemente la democracia radical, ejercida a fondo, mucho m¨¢s all¨¢ del importante derecho al voto. Se trata del "intrusismo cr¨ªtico", como dec¨ªa ¨¦l, que practica en La literatura en la construcci¨®n de la ciudad democr¨¢tica, por ejemplo. Y demostraba con su ejemplo como contemplaba el deber ciudadano de articular y agregar propuestas, en reuniones, debates, manifestaciones, etc... Estaba siempre dispuesto a acudir al punto m¨¢s remoto, el m¨¢s insignificante de la geograf¨ªa, para atender cualquier petici¨®n de charla o conferencia, de todo tipo de asociaciones o movimientos de car¨¢cter c¨ªvico democr¨¢tico. Al igual que en su actividad intelectual era de una gran fertilidad, en su activismo literario, c¨ªvico y pol¨ªtico, parec¨ªa omnipresente.
Desde la especificidad de cada situaci¨®n, Manolo conectaba con todo tipo de realidades, por m¨¢s lejanas que estuviesen. Manolo, autor de fama internacional, ten¨ªa una clara referencia espec¨ªfica en su sociedad natal, la catalana. Se le lleg¨® a tildar, junto a algunos m¨¢s entre los que me cuento, como "pujolista de izquierdas", por su insistencia en que se deb¨ªa alcanzar la hegemon¨ªa y la capacidad de interpretaci¨®n de la sociedad nacional en la que uno viv¨ªa. Recordemos sus disquisiciones sobre las identidades en Un polaco en la corte del Rey Juan Carlos. Y desde esta ra¨ªz, incluso controvertida en la pol¨¦mica sobre las literaturas y las lenguas, cuando se quiere confundir la dimensi¨®n antropol¨®gica con la nacional, observaba y conectaba con acontecimientos como pod¨ªan ser, en los ¨²ltimos a?os por ejemplo, el Foro de Sao Paulo o las propuesta globales de cooperaci¨®n. Siempre mirando hacia el exterior, incluso en los tiempos m¨¢s duros de la dictadura franquista, cuando ¨¦l ironiza sobre aquella advertencia que luc¨ªan los trenes, sobre las ventanas, de "prohibido asomarse al exterior".
Manolo era una rara avis de intelectual metido en la cotidiana tarea pol¨ªtica. Con ello era consecuente con su s¨®lida formaci¨®n profesional e intelectual, con su querencia hacia la Cultura. Constantemente apostaba por la educaci¨®n y la culturizaci¨®n de las organizaciones pol¨ªticas. Contribuy¨® a fondo en la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica. Lo hizo desde una manifiesta heterodoxia, la misma que practic¨® en sus militancias pol¨ªticas y c¨ªvicas cuando desacralizaba cualquier pretensi¨®n dogm¨¢tica, ya fuese presentada desde tradiciones obsoletas ya lo fuesen desde una enga?osa modernidad. Aqu¨ª tanto entra sus biograf¨ªas, como la de Pasionaria, como sus cr¨®nicas de la Transici¨®n, entre m¨²ltiples escritos desmitificadores. Y todo ello se constata en su constante combate por la informaci¨®n, por desenmascarar al gran hermano, por ense?ar a la gente la importancia de saber qui¨¦n era y con qu¨¦ intenciones el que decid¨ªa sobre qu¨¦ es lo que se debe publicar y hasta en qu¨¦ p¨¢gina se debe hacer. Manolo se desesperaba al contemplar la escasa atenci¨®n que los dirigentes progresistas daban a la batalla cultural. Estaba convencido que se deb¨ªan ganar previamente las batallas culturales para abordar con buen pie las contiendas electorales.
Para ¨¦l, en las democracias avanzadas inmersas en la cultura de la satisfacci¨®n, era cada vez m¨¢s necesario elaborar lo que el consideraba una especie de cat¨¢logo de contradicciones o de causas del desorden mundial, del desorden actual que se expresa con las enormes desigualdades existentes en el planeta. Era as¨ª, seg¨²n ¨¦l, que se consolidaban los proyectos pol¨ªticos. Intenta una s¨ªntesis, quiz¨¢s algo reiterativa en Panfleto desde el planeta de los simios. Se requiere una constante atenci¨®n y di¨¢logo con lo que se mueve en la sociedad, con los llamados, a veces de forma rimbombante, movimientos de masas. A ¨¦l le encontrabas entre sindicalistas, en una asociaci¨®n de vecinos, con j¨®venes ecologistas frente a un posible vertedero, en el Comit¨¦ por la Paz ante la primera guerra en Irak en 1991, etc... Justamente del enraizamiento de las convicciones pol¨ªticas y de la difusi¨®n de las actuaciones c¨ªvicas se deduc¨ªa un grado de convencimiento que despu¨¦s podr¨ªa traducirse en decisi¨®n electoral. Es un planteamiento premonitorio -Manolo lo defiende en La Aznaridad, su ¨²ltimo libro sobre la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola- que en parte explica la aparente sorpresa del vuelco electoral del 14 de marzo de 2004. Un contingente del electorado, quiz¨¢s un mill¨®n de votantes, potencialmente indecisos pero desde hac¨ªa mucho tiempo "culturalizados" en contra de la guerra, optan despu¨¦s del b¨¢rbaro atentado de Madrid y ante las explicaciones oficiales, por acudir a las urnas.
Resulta realmente parad¨®jico que ¨¦l no pueda vivir y analizar las nuevas realidades pol¨ªticas que se dan tanto a escala espa?ola como catalana. Seguro que continuar¨ªa aplicando aquellas categor¨ªas y abrir¨ªa nuevas perspectivas. Por eso estoy convencido que mantiene plena validez su reiterado brindis, "por la ca¨ªda del r¨¦gimen", dirigido a prevenirse ante cualquier intento de instalaci¨®n acomodaticia del poder.
Rafael Rib¨® es S¨ªndic de Greuges (Defensor del Pueblo en Catalu?a).
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