El vicepresidente de los obispos afirma que hay instituciones que ven en la Iglesia "un peligro"
Fernando Sebasti¨¢n mantiene que el Estado no puede ignorar la religi¨®n en favor del laicismo
"Los gobernantes actuales quieren una Espa?a laica en la que la religi¨®n sea, a lo m¨¢s, una afici¨®n privada", dijo el arzobispo Fernando Sebasti¨¢n (Calatayud, 1929) en una carta pastoral de julio pasado. Este domingo pasado el prelado ha dado un paso m¨¢s: "[Hay] personas e instituciones que consideran a la Iglesia y a los cat¨®licos como un peligro para una sociedad verdaderamente democr¨¢tica". Achaca esas actitudes anticlericales a las estrechas relaciones de la Iglesia cat¨®lica con la dictadura franquista, durante casi 40 a?os. El nuevo documento de Sebasti¨¢n, vicepresidente de la Conferencia Episcopal y uno de los m¨¢s influyentes prelados del catolicismo espa?ol, se titula Iglesia en democracia, y anuncia continuaci¨®n.
El arzobispo Fernando Sebasti¨¢n, de la orden claretiana, es doctor en Teolog¨ªa por el Pontificio Ateneo Angelicum de Roma y estudi¨® filosof¨ªa contempor¨¢nea en B¨¦lgica. En 1967 comenz¨® su labor docente en la Universidad Pontificia de Salamanca, de la que fue rector desde 1971 a 1979. Poco m¨¢s tarde pas¨® a desempe?ar importantes cargos en la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE), al lado del cardenal Enrique y Taranc¨®n, y como secretario general o vicepresidente de algunos de los sucesores del cardenal que condujo la transici¨®n eclesi¨¢stica desde la dictadura, que la jerarqu¨ªa cat¨®lica apoy¨® desde el principio, a la actual democracia parlamentaria.
En su carta pastoral del domingo, el arzobispo Sebasti¨¢n apela al esp¨ªritu que anim¨®, seg¨²n ¨¦l, aquella transici¨®n. "Muchos pens¨¢bamos que con la nueva situaci¨®n social de la Iglesia ir¨ªa desapareciendo el anticlericalismo y [que] las diferencias de sensibilidad religiosa dejar¨ªan de ser un problema en la nueva sociedad democr¨¢tica. Pero parece que no es as¨ª. Un movimiento de reacci¨®n contra la antigua situaci¨®n de confesionalidad estatal, en la que no se reconoc¨ªa plenamente el derecho a la libertad religiosa, sigue dando argumentos a personas e instituciones para considerar a la Iglesia y a los cat¨®licos como un peligro para una sociedad verdaderamente democr¨¢tica".
El arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela -lo es desde 1993- abre su carta manifestando esta impresi¨®n: "Con frecuencia los cat¨®licos espa?oles tenemos que o¨ªr que no estamos acomodados a la vida democr¨¢tica. Esta acusaci¨®n puede producir inseguridad y malestar en algunos de nosotros. Vale la pena que nos preguntemos seriamente si la fe cristiana dificulta realmente el desarrollo de una cultura democr¨¢tica".
La respuesta del prelado empieza afirmando que la democracia ha nacido "precisamente en el seno de los pa¨ªses de cultura cristiana". Explica: "Sin exageraci¨®n podemos decir que los principios que rigen la vida democr¨¢tica han nacido del cristianismo", en alusi¨®n a los principios de igualdad de las personas y el de la soberan¨ªa de los pueblos, o al concepto de autoridad como servicio al bien com¨²n y no como dominio o imposici¨®n.
"Incluso cuando semejantes ideas se afirman contra la Iglesia [cat¨®lica], quienes las defienden son hijos de la tradici¨®n y de la cultura cristianas", a?ade.
A continuaci¨®n, el arzobispo Sebasti¨¢n se empe?a en demostrar la compatibilidad entre la Iglesia y la vida cristiana con la organizaci¨®n democr¨¢tica. "No es dif¨ªcil mostrar" esa compatibilidad, afirma, antes de reconocer que la Iglesia, que ha sabido vivir en todas las ¨¦pocas y situaciones de la historia, "puede y debe vivir en el espacio de la libertad religiosa plenamente reconocida, sin privilegios ni discriminaciones de ninguna clase". A?ade que son "los ciudadanos" quienes, en virtud de su propia decisi¨®n personal, "abren el espacio necesario para que la vida religiosa y moral tenga un lugar en la sociedad y las instituciones civiles puedan leg¨ªtimamente tratar con las instituciones religiosas que representan en materia religiosa la voluntad y los derechos civiles de los ciudadanos".
El arzobispo afirma m¨¢s tarde que fue desde esos principios de colaboraci¨®n desde los que, "en los momentos de la transici¨®n pol¨ªtica", la jerarqu¨ªa cat¨®lica y los espa?oles asumieron
"la figura de un Estado no confesional", algo "bastante diferente", a?ade el prelado, "al Estado laico de tradici¨®n francesa".
Sebasti¨¢n dice m¨¢s tarde c¨®mo debe comportarse ante la religi¨®n un Estado democr¨¢tico "no confesional": protegiendo "positivamente la pr¨¢ctica religiosa de sus ciudadanos como parte del bien com¨²n, sin importar preferencias ni rechazos que no vengan impuestos por las exigencias del bien com¨²n o del orden p¨²blico". "Aunque el Estado no sea confesional, la sociedad s¨ª puede serlo", a?ade, antes de concluir c¨®mo entiende un "Estado no beligerante en materias religiosas": aquel que no impone ni excluye una determinada religi¨®n en contra de otra, ni tampoco ignora a todas "en favor de una pretendida profesi¨®n de laicismo".
Despu¨¦s de reconocer que lo que algunos consideran, como el arzobispo, "un tratamiento justo de la vida religiosa de los ciudadanos en el marco de la sociedad civil", otros lo consideran "confesionalismo remanente", Fernando Sebasti¨¢n reprocha que estos ¨²ltimos, para remediar ese confesionalismo estatal, propugnen una laicizaci¨®n del Estado para configurar una sociedad laica, "sin ninguna referencia religiosa ni moral", con la meta de lo que llama un "aut¨¦ntico nihilismo moral". Las religiones son "un patrimonio cultural y espitirual de la sociedad tal como existe en la realidad", concluye el prelado navarro.
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