'Comm'il faut'
Ir¨®nica, sard¨®nica, a veces cruel, Moli¨¨re escribi¨® su ¨²ltima comedia como una doble s¨¢tira: contra la hipocondr¨ªa y contra los m¨¦dicos que abusan de ella para sacar dinero y martirizar a sus pacientes. Qui¨¦n sabe si con un poco m¨¢s de confianza en los m¨¦dicos no hubiera muerto mientras la representaba. Hay algo m¨¢s: el enfermo imaginario es el representante de un conservadurismo grave en la sociedad, es el tirano que hace a su gusto herencias y castigos, el que quiere el casamiento grotesco de su hija por propio ego¨ªsmo, el que pega a la criada, el avaro que esconde el dinero de todos... Y la sociedad en torno suyo es la que hace la revoluci¨®n: su propio hermano -o sea, el mismo pero con la acepci¨®n contraria- , aboga por la libertad de las j¨®venes, contra los que fingen arreglar mientras desangran a todos.
La Com¨¦die Fran?aise
Le malade imaginaire, de Moli¨¨re. Int¨¦rpretes: Alain Pralon, Muriel Mayette, Catherine Sauval, Julie Sicard, Christian Blanc, Alain Lenglet. Director: Claude Stratz. Teatro de la Zarzuela, Madrid.
Bien, no es ¨¦ste el lugar para analizar este Malade que ha tra¨ªdo a Madrid la compa?¨ªa de la Com¨¦die Fran?aise, cuya sede -y entidad- se llaman Maison Moli¨¨re: la casa de este grande de la historia del teatro. No digo que la representen de una manera excelente, ni mejor ni peor, sino como hay que hacerla. Comm'il faut, que creo que es una expresi¨®n espa?ola desde que se cant¨® en La Gran V¨ªa, sainete madrile?o ("... Yo soy el caballero que con m¨¢s finura, baila en los salones comm'il faut", canta el Caballero de Gracia). El tono de farsa es ligero, los actores no se aferran a las gracias o al rid¨ªculo para exagerar sus gestos, no gritan ni blanden sus brazos, ni se encorvan ni se tiran al suelo. Y la gente r¨ªe con el texto: r¨ªe hoy como entonces, aunque estuviera cargada de m¨¢s significados. Y ovaciona durante mucho tiempo a estos actores, y al director que le ha dado su valor permanente, ni muy antiguo ni muy moderno.
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