El honor de Companys
El Consejo de Ministros acord¨® el viernes pasado encargar a la comisi¨®n interministerial sobre v¨ªctimas de la Guerra Civil y del franquismo la elaboraci¨®n de un proyecto de ley que permita "restablecer la dignidad y el honor" de quienes se vieron sometidos a procesos judiciales por motivos pol¨ªticos durante la dictadura. Haber sido perseguido y juzgado por el franquismo no es un deshonor. Cuando, en 1983, se anunci¨® que las fichas policiales del franquismo ser¨ªan destruidas, hubo personas que se opusieron argumentando que "en esas fichas est¨¢ nuestro honor". Por lo general, no suelen ser quienes fueron perseguidos los que m¨¢s insisten en la necesidad de una reparaci¨®n; sobre todo, no suelen estar entre los que se consideran con derecho a que les pida perd¨®n el Gobierno democr¨¢tico actual.
Al acto institucional de homenaje a Llu¨ªs Companys celebrado el d¨ªa 15, aniversario de su fusilamiento, no asistieron los principales dirigentes de Esquerra Republicana. S¨ª hab¨ªan estado en una marcha que su partido hab¨ªa organizado de madrugada en direcci¨®n al foso del castillo de Montju?c, donde se produjo el fusilamiento. Una marcha con antorchas: ?a qui¨¦n se le ocurrir¨ªa resucitar esa iconograf¨ªa del fuego, que conecta con la de quienes detuvieron a Companys en Breta?a? En su discurso de Montju?c, Maragall afirm¨® que alg¨²n d¨ªa habr¨ªa que a?adir a los nombres de los fusilados por el franquismo que all¨ª son recordados los de las personas que "fueron asesinadas y aqu¨ª enterradas como consecuencia de los pase¨ªllos republicanos". Fue un pronunciamiento coherente con el testamento "sin sombra de rencor" de Companys. M¨¢s coherente que la insistencia de Carod-Rovira, el mismo d¨ªa, en reclamar que "el Gobierno democr¨¢tico de hoy pida perd¨®n al pueblo de Catalu?a por el asesinato y el crimen de Estado cometido por otro gobierno dictatorial".
Si se admite que el uno era dictatorial y el otro democr¨¢tico, se est¨¢ reconociendo que no hay continuidad entre ambos Gobiernos, lo que torna absurda la petici¨®n. A no ser que se pretenda establecerla por ser, uno y otro, Gobiernos de Espa?a. Pero tal planteamiento s¨®lo tendr¨ªa sentido si se considera que la Guerra Civil enfrent¨® a Catalu?a con Espa?a, como si no hubiera habido catalanes en ambos bandos. Es lo que se deduce de la defensa que el representante de ERC hizo el pasado d¨ªa 28 de una proposici¨®n no de ley en la que se instaba a "las instituciones del Estado espa?ol" a "pedir p¨²blicamente perd¨®n" ya que, mientras no lo hagan, el fusilamiento de Companys "ser¨¢ el s¨ªmbolo de que el Estado espa?ol contin¨²a creyendo que tiene derecho de conquista sobre Catalu?a". Tambi¨¦n dijo que ese fusilamiento "se ha convertido en el Gernika de los catalanes", y que del mismo modo que el Estado alem¨¢n pidi¨® perd¨®n por el bombardeo de la villa vasca, el Estado espa?ol deber¨ªa pedirlo por el fusilamiento del presidente de la Generalitat.
En Euskadi hubo cierto debate sobre eso en 1997, cuando el alcalde nacionalista de Gernika dijo que, tras el reconocimiento alem¨¢n, el Gobierno espa?ol deber¨ªa reconocer a su vez que la legi¨®n C¨®ndor actu¨® "en connivencia con Espa?a". Contra esa argumentaci¨®n se objet¨® entonces que el Gobierno leg¨ªtimo de Espa?a no hab¨ªa bombardeado, sino sido bombardeado en Gernika. El 15 de octubre de 1940, la Espa?a democr¨¢tica no fusil¨®, sino que fue fusilada en Montju?c. Pretender que el Gobierno presidido por el nieto del capit¨¢n Lozano, fusilado por Franco, pida perd¨®n por los fusilamientos del franquismo es un contrasentido comparable al que supuso la condena por rebeli¨®n militar de quienes se opusieron a la rebeli¨®n militar de 1936.
Como Companys. El consejo de guerra que lo conden¨® a muerte ser¨¢ dif¨ªcilmente anulable porque lo impide la Ley de Amnist¨ªa de 1977, seg¨²n argument¨® en el Congreso el socialista Ram¨®n J¨¢uregui el 1 de junio pasado, citando sentencias del Supremo y del Constitucional que as¨ª lo confirmaban. La insistencia de ERC determin¨® que, de todas formas, los socialistas se comprometieran a "explorar" alguna f¨®rmula de reparaci¨®n moral y jur¨ªdica. Como suele ocurrir cada vez que la izquierda se aproxima a alguna cuesti¨®n considerada por los nacionalistas de su exclusiva incumbencia, su respuesta (de ERC y CiU) fue radicalizar su demanda: rechazar cualquier propuesta que no incluyera la petici¨®n de perd¨®n al pueblo de Catalu?a, y buscar un pretexto para distanciarse del acto institucional presidido por Maragall. Porque, para patriotas, ya est¨¢n ellos.
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