"Bush ha creado dos Am¨¦ricas"
El influyente economista, premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales de este a?o por sus estudios sobre las desigualdades, se ha convertido en una de las puntas de lanza del movimiento de gente preparada que ve en un nuevo mandato de George W. Bush un aut¨¦ntico peligro para Estados Unidos. En esta entrevista lo explica bien claro.
Los ojos de Paul Krugman giran despacio siguiendo el movimiento de las agujas de un reloj. Se detienen fijamente a la derecha, como si marcaran las tres. Est¨¢ pensando (le hemos pedido una hora de su tiempo y todav¨ªa no ha dicho s¨ª) y uno se pregunta por d¨®nde van a salir una mente tan aguda y una boca que no sabe de pelos en la lengua, teniendo en cuenta precedentes como ¨¦ste: "Eres un casi-asesino", le espet¨® el pasado 14 agosto, despu¨¦s de uno de esos giros oculares, al periodista populista y conservador Bill O'Reilly, durante una entrevista en su show de gran audiencia de la cadena Fox News. O'Reilly acababa de calificarle de "casi-socialista por querer un gran Estado que se encargue de crear puestos de trabajo cuando eso corresponde al sector privado". Ante el estupor y las protestas del periodista, Krugman replic¨®: "Bueno, casi es un concepto muy abierto y amplio".
Pero, afortunadamente, el influyente economista se atusa la canosa barba, devuelve los ojos al centro y se limita a emitir un hondo suspiro. "Necesito una cama, estoy agotado, pero, venga, adelante".
Krugman hab¨ªa llegado a Barcelona, al nuevo Centro de Convenciones de Barcelona, en la zona F¨®rum de la ciudad -"es curioso todo esto", murmura, en alusi¨®n a lo que fue el evento-, para debatir junto con otros economistas de renombre, entre ellos sus admirados Joseph Stiglitz y Jeffrey Sachs, sobre qu¨¦ ha fallado, qu¨¦ vale y que no, en las recetas privatizadoras y liberalizadoras que han campado a sus anchas en los pa¨ªses menos ricos durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas.
Sin embargo, por mucho que Krugman haya estudiado a fondo las desigualdades o por profundo conocedor que sea del comercio internacional, las finanzas o las crisis monetarias, no son sus teor¨ªas econ¨®micas, que para muchos le har¨¢n merecedor alg¨²n d¨ªa del Nobel, las pr¨¦dicas que ¨²ltimamente llenan sus dos columnas semanales en The New York Times, las que levantan las iras de la Administraci¨®n estadounidense y las que le han convertido en un aut¨¦ntico l¨ªder de opini¨®n. Aplicando cada vez con mayor ah¨ªnco su lema de que para hablar de econom¨ªa es necesario hablar de pol¨ªtica, desde sus columnas, Krugman completa a sus 51 a?os de edad un brillante bagaje acad¨¦mico con una cruzada contra las "falsedades" y los peligros del "movimiento pol¨ªtico de extrema derecha" que hoy maneja los hilos del poder en torno a George W. Bush. El catedr¨¢tico de Econom¨ªa, hoy profesor en la Universidad de Princeton de Econom¨ªa y Asuntos Internacionales y premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2004, ha llegado a comparar este movimiento con un poder revolucionario que no acepta la legitimidad de nuestro sistema pol¨ªtico actual, en el sentido que le diera Henry Kissinger a finales de los cincuenta a la Francia de Napole¨®n y, "sin reivindicar una equivalencia moral", al ascenso del nazismo y el fascismo.
Autor de obras como El retorno de la econom¨ªa de la depresi¨®n, Vendiendo prosperidad, Geograf¨ªa y comercio, La era de las expectativas limitadas, o su recopilaci¨®n de art¨ªculos El gran enga?o, Krugman se ha ganado fieles adeptos y tambi¨¦n poderosos enemigos con sus cr¨ªticas al recorte de impuestos a las clases pudientes de Estados Unidos; a la explotaci¨®n partidista que el Partido Republicano realiza, a su juicio, de la cat¨¢strofe terrorista acaecida el 11 de septiembre de 2001, o a las "aut¨¦nticas razones" por las que EE UU ha inventado una guerra en Irak "que respond¨ªa a un proyecto ya existente" antes del 11-S.
Entre quienes han encajado mal sus cr¨ªticas figura el presidente de la Reserva Federal (banco central) estadounidense, Alan Greenspan, que decepcion¨® a Krugman por su defensa de la pol¨ªtica fiscal de Bush. "S¨ª, Greenspan se puso furioso, pero yo tambi¨¦n me puse furioso con ¨¦l", recuerda entre sonrisas el economista originario de Albany (Nueva York), quien, lejos de los c¨ªrculos pol¨ªticos de Washington, evita tratar con los personajes que combate. Ha llegado a recibir amenazas. "En Estados Unidos existe mucha gente enfadada, y tiende a ser de derechas". Admite que, al principio, las amenazas por sus cr¨ªticas a Bush, que le han llevado a dar la cara p¨²blicamente por el cineasta rebelde Michael Moore como "alguien que ama a su pa¨ªs", le trastornaban. "Pero las siguientes veces que recibes entre 1.000 correos electr¨®nicos y 1.000 cartas ya no molesta. ?Me he acostumbrado a ello!", exclama.
Usted fue una de las primeras voces que se alz¨® para criticar la actitud de la Administraci¨®n de Bush tras los atentados de las Torres Gemelas, algo muy impopular en aquel momento ante un drama de tal magnitud. ?Se ha sentido como un disidente en su propio pa¨ªs?
Mucho. Durante los seis meses siguientes al 11-S era casi imposible la menor cr¨ªtica. Fue muy extra?o. Al cabo de una o dos semanas mucha gente sab¨ªa ya que aquella atrocidad se estaba explotando pol¨ªticamente, que la derecha la estaba utilizando para cosas que nada ten¨ªan que ver con el terrorismo. Pero la imagen sentimental que predominaba en la mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n era la de que todos est¨¢bamos unidos. Hubo un tiempo en el que yo ten¨ªa que leer prensa brit¨¢nica y alternativa para convencerme de que no estaba loco. Posteriormente, tambi¨¦n fue duro posicionarse contra la guerra de Irak, de inmediato se le acusaba a uno de antipatriota.
?Se siente m¨¢s c¨®modo en Europa? No s¨®lo por sus opiniones pol¨ªticas, sino tambi¨¦n econ¨®micas. En algunos sectores de Estados Unidos se le considera un socialista peligroso.
Lo curioso es que mi visi¨®n de la econom¨ªa no ha cambiado mucho y en aspectos como la econom¨ªa libre de mercado es s¨®lo ligeramente liberal en el sentido que se da a este t¨¦rmino en EE UU (progresista). En realidad, en Estados Unidos, cuando hoy a uno le acusan de socialista o de marxista, a lo que se refieren es al hecho de que uno critique a Bush.
Reconocer¨¢ que tiene cierta fijaci¨®n con el actual presidente. Casi todo lo que escribe tiene que ver con ¨¦l.
Fijaci¨®n no es la palabra adecuada. Para un americano, no hay nada m¨¢s importante que lo que est¨¢ ocurriendo hoy: Am¨¦rica vive en un punto ¨¢lgido de crisis, y Bush y su entorno la personifican. Las cosas que escrib¨ªa sobre esta Administraci¨®n hace dos a?os, como el peligro del creciente d¨¦ficit presupuestario, y que entonces parec¨ªan estremecedoras, ahora todos las consideran acertadas. Hoy todos dicen lo que yo dec¨ªa hace m¨¢s de un a?o, cuando me mostraba esc¨¦ptico sobre Irak y denunciaba que se hab¨ªa vendido la guerra bajo pretensiones falsas y que se estaba manejando mal la situaci¨®n. As¨ª que no estaba obsesionado con Bush por error. Yo ten¨ªa raz¨®n. Ha resultado peor que lo que todos, incluido yo mismo, esper¨¢bamos.
De acuerdo con las encuestas, no hay tanta gente que coincida con usted en que ¨¦sta es la peor Administraci¨®n en los ¨²ltimos 200 a?os. ?C¨®mo se lo explica? ?Falta de alternativa s¨®lida? ?Obsesi¨®n por la seguridad nacional?
Muchas de las consecuencias de lo que est¨¢ ocurriendo todav¨ªa no son muy visibles. El d¨¦ficit presupuestario es una cosa abstracta. La pol¨ªtica ambiental es terrible, pero llevar¨¢ d¨¦cadas ver sus efectos. Muchos americanos han muerto en Irak, pero la cifra no es tan elevada como la de la guerra de Vietnam. A¨²n no lo es. Adem¨¢s existe una tendencia general a alinearse con un l¨ªder en tiempos de guerra. La Administraci¨®n lo explota y trata de mantener viva la fiebre de la guerra tanto como puede. No es tan fuerte como tras el 11 de septiembre, pero ah¨ª est¨¢, persiste. Algunos americanos piensan: "Eh, estamos en tiempos de guerra y debemos apoyar al presidente". Y mucha gente se enamor¨® de Bush despu¨¦s del 11-S simplemente porque ¨¦l era el presidente en aquel momento. Y a los ciudadanos les resulta dif¨ªcil admitir que fueron tontos. Admitir que, adem¨¢s de practicar una mala pol¨ªtica econ¨®mica, Bush es un l¨ªder militar terrible es admitir que fueron tontos.
Pero la amenaza terrorista parece mayor que nunca?
La gente no lo sabe. No es algo evidente para quienes se limitan a mirar 20 minutos de las noticias por la noche.
Usted escribe en 'The New York Times'. ?Qu¨¦ papel tienen los medios de comunicaci¨®n norteamericanos en la situaci¨®n?
Es horrible. Una parte de los medios, algunos peri¨®dicos o la cadena Fox News forman parte de la maquinaria de la derecha y son completamente tendenciosos. Su p¨²blico cree que Irak ten¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, que hab¨ªa v¨ªnculos entre Sadam Husein y los atentados del 11 de septiembre y que la mayor¨ªa de pa¨ªses del mundo dan su apoyo a Estados Unidos. El resto de los medios son muy, muy, muy prudentes. Por muy escandalosa que sea una mentira, tienden a publicar las dos caras de la historia, que los republicanos dicen una cosa y los dem¨®cratas otra. Pero raramente publican o profundizan sobre cu¨¢l es la verdad. Hace unos meses ocurri¨® una cosa inquietante. Los principales medios m¨¢s o menos reconocieron que hicieron un mal trabajo en la carrera hacia la guerra, no se formularon preguntas, se public¨® en grande la versi¨®n de la Administraci¨®n y las visiones esc¨¦pticas quedaron para los ¨²ltimos p¨¢rrafos de las p¨¢ginas escondidas. Pues pese a ello, el traspaso de soberan¨ªa a Iyad Alaui en Irak, que ha sido de broma, fue tratado por la mayor¨ªa de medios como si hubiera ocurrido algo fundamental e incluso como si la guerra de Irak hubiera ya terminado. La guerra perdi¨® protagonismo en los informativos. Tal vez por ello muchos votantes creen que las cosas est¨¢n mejorando en Irak.
?La seguridad ha desplazado a la econom¨ªa en las prioridades de los ciudadanos estadounidenses?
La econom¨ªa crece pobremente, pero no va tan mal como para ser el gran tema. El crecimiento del empleo est¨¢ d¨¦bil, pero el ¨²ltimo a?o va mejor que los tres anteriores. As¨ª que la campa?a gira m¨¢s en torno a las cuestiones de seguridad. La batalla en la recta final se centra en la percepci¨®n sobre si el Gobierno ha defendido bien a la naci¨®n o si nos ha metido en el avispero de Irak.
?Tampoco ha provocado malestar en las clases media y media-baja el recorte de impuestos a las familias con mayor renta?
No lo saben. En EE UU se ha explicado mal. El d¨¦ficit aterroriza a los economistas, pero para el ciudadano normal es algo remoto. De modo que los recortes fiscales que han contribuido al d¨¦ficit no son un gran tema de debate. De hecho, existe cierta confusi¨®n. Por una parte, la gente dice: "No creo que se me haya reducido la presi¨®n fiscal", y, por otra parte, persiste la idea de que los dem¨®cratas van a elevar sus impuestos, aunque s¨®lo han propuesto que los impuestos de los ricos vuelvan al nivel que estaban antes de los recortes.
?La propuesta de los dem¨®cratas ser¨ªa da?ina para la recuperaci¨®n econ¨®mica, como sostienen los republicanos?
John Kerry no propone que el incremento de impuestos para los ricos se utilice para reducir el d¨¦ficit, sino gastar m¨¢s en sanidad, lo que implica utilizarlo para la sanidad de las personas con ingresos medios y bajos. Es devolver el dinero a la econom¨ªa. Pero mirando la televisi¨®n, usted nunca se enterar¨ªa de esto.
?Le parece John Kerry un candidato s¨®lido?
Yo no puedo respaldar p¨²blicamente a un candidato, pero Kerry es una buena persona. Sabe mucho. Y ha demostrado que puede ser duro, no s¨®lo por su actuaci¨®n en Vietnam. Es cierto que le cuesta hablar con frases simples, lo que le supone un problema. Y le ha costado explicar su posici¨®n sobre la guerra de Irak, explicar de una manera sencilla por qu¨¦ vot¨® a favor de la autorizaci¨®n de la guerra, aunque eso no es lo mismo que apoyar la guerra. Pero opino que ¨²ltimamente vuelve a transmitir energ¨ªa y fuerza.
?Trabaja en un nuevo libro sobre lo que ocurre?
S¨ª. Quiero escribir una gran historia sobre c¨®mo EE UU ha llegado al punto al que ha llegado y sobre c¨®mo salir de esto. Lo que necesitamos es un nuevo Franklin D. Roosevelt, necesitamos un gran l¨ªder, y me temo que todav¨ªa no le hemos encontrado.
?Persiste en Estados Unidos la idea de que la retirada de tropas decidida por el Gobierno espa?ol de Zapatero es una rendici¨®n al terrorismo?
Muchos americanos no tienen ni idea de nada de todo esto. Muchos incluso ni sabr¨ªan que Francia y Espa?a son dos pa¨ªses diferentes. No, en serio. No hay mucha conciencia de lo que ocurre. S¨®lo un pu?ado de personas conoce en Estados Unidos todo lo sucedido con las elecciones en Espa?a y los intentos del anterior Gobierno de acusar a ETA del atentado de Madrid. Hay mucho desconocimiento. En Estados Unidos, una corriente pretende sostener que Al Qaeda quiere que John Kerry salga elegido. Yo creo que para Al Qaeda todos somos unos infieles, pero pienso que puede que est¨¦ bastante contenta con todo lo que ha hecho Bush.
Las crecientes desigualdades en Estados Unidos, ?no dan para un tema de debate en estas elecciones?
Empieza a hablarse de ello y acabar¨¢ siendo un gran tema. El candidato a la vicepresidencia de los dem¨®cratas, John Edwards, ya ha insistido mucho en que los a?os de Bush han creado dos Am¨¦ricas. Pero este a?o todas las cuestiones que ser¨ªan grandes temas en tiempos normales palidecen debido a la guerra.
?Por qu¨¦ cada vez existen mayores desigualdades econ¨®micas?
La primera respuesta es que no lo sabemos. Es uno de los grandes misterios. En los a?os cuarenta, el mundo se convirti¨® en un lugar m¨¢s igualitario y durante los ochenta y los noventa se ha convertido en un lugar lleno de mayores desigualdades. Pueden decirse algunas cosas, como que la tecnolog¨ªa tiene propensi¨®n a concentrarse en la fuerza de trabajo m¨¢s cualificado. O que la liberalizaci¨®n del comercio puede haber contribuido. O que instituciones como el Fondo Monetario Internacional probablemente no hayan ayudado.
?Y en Estados Unidos?
En el caso de Estados Unidos, vivimos una etapa hacia mayores igualdades en los a?os treinta y cuarenta, debido a la pol¨ªtica y a la Segunda Guerra Mundial. Eso gener¨® cierto equilibrio de sueldos relativamente similares. Con el tiempo, las normativas laborales y la fuerza de los sindicatos se fueron erosionando. Pero estoy especulando. Tambi¨¦n habr¨ªa que hablar de los consejeros delegados de las grandes empresas, que cada vez cobran m¨¢s y m¨¢s. Hace 30 a?os, los sindicatos hubieran dicho: eh, ?por qu¨¦ estos tipos cobran tanto dinero? Pero los sindicatos cada vez son m¨¢s d¨¦biles en EE UU. Creo que ha cambiado algo en la pol¨ªtica y en la sociedad al respecto.
En la Uni¨®n Europea, particularmente Francia, y en los mismos Estados Unidos algunas voces se alzan pidiendo medidas para penalizar a las empresas que trasladen sus f¨¢bricas a pa¨ªses con una mano de obra m¨¢s barata e incentivar a las que no lo hagan, para proteger el empleo nacional. ?Es s¨®lo ganar tiempo? ?Tiene sentido combatir la globalizaci¨®n?
El caso de Europa no lo he estudiado lo suficiente, pero en Estados Unidos creo que se exagera la externalizaci¨®n (deslocalizaci¨®n) de la producci¨®n. Muchos de los problemas con el empleo se vinculan a ella para tener un culpable exterior. Pero creo que no representa m¨¢s del 5% o del 10% del problema. El aut¨¦ntico problema es la debilidad de la econom¨ªa dom¨¦stica. Puede ocurrir como al principio de los noventa, cuando ten¨ªamos p¨¢nico de la competencia de Jap¨®n. Luego tuvimos una fuerte recuperaci¨®n y dej¨® de ser un problema pol¨ªtico. Creo que ahora puede ocurrir lo mismo, si llega una fuerte recuperaci¨®n econ¨®mica. Adem¨¢s, con el tiempo, los sueldos en pa¨ªses como la India y China se incrementar¨¢n. Si me equivoco, entonces nos encontraremos con una situaci¨®n muy complicada y mucha presi¨®n pol¨ªtica.
La Reserva Federal (banco central de Estados Unidos) parece tener mucha confianza en la recuperaci¨®n de la econom¨ªa, considerando su pol¨ªtica de ir subiendo los tipos de inter¨¦s con suavidad y con flexibilidad. ?Es, a su juicio, la pol¨ªtica correcta?
La FED ha cometido un error. Y es el de haber extendido la creencia de que hay una recuperaci¨®n s¨®lida en curso. Eso era prematuro y Alan Greenspan se ha metido en una especie de trampa. No creo que podamos hablar de una recuperaci¨®n s¨®lida. Y ahora tiene miedo de sorprender a los mercados diciendo que van a parar las subidas de tipos. Eso generar¨ªa p¨¢nico en la gente.
La ¨²ltima subida de tipos, hasta el 1,75%, se ha producido a menos de 40 d¨ªas de las elecciones. ?Qu¨¦ lectura le merece eso?
Lo est¨¢n haciendo despacio, as¨ª que no lo leo como una gran se?al. Pero Alan Greenspan (presidente de la Reserva Federal) es mucho m¨¢s optimista sobre la evoluci¨®n de la econom¨ªa que? casi todo el mundo. Mucho m¨¢s optimista que los analistas privados e incluso m¨¢s optimista que algunos de los funcionarios de la propia instituci¨®n.
?Cu¨¢l es la principal amenaza para la econom¨ªa?
No veo ninguna gran crisis inminente, salvo por los precios del petr¨®leo. En Estados Unidos puede haber problemas por el d¨¦ficit, pero pueden transcurrir algunos a?os antes de que ocurra, y siempre que no se corrija su pol¨ªtica. Y la econom¨ªa europea es decepcionante. Pero todos competimos por un aprovisionamiento limitado de petr¨®leo. La demanda de pa¨ªses como China y la India es muy elevada. China representa un 40% del incremento de la demanda mundial de crudo de los ¨²ltimos tres a?os. Es impresionante. Y la situaci¨®n en Irak tambi¨¦n contribuye a una situaci¨®n complicada. El precio del barril creo que puede subir a 60 o incluso a 80 d¨®lares por barril.
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