Refugio de cerebros
Estos inmigrantes han llegado a Espa?a para salvar su vida. Son artistas o intelectuales amenazados en sus pa¨ªses por su compromiso con la libertad y los derechos humanos.
En ciudades como Barcelona, Sabadell, M¨¦xico, Oslo, Las Vegas o Francfort residen personas que han tenido que abandonar sus pa¨ªses por estar amenazadas de muerte. Incluso tras haber ostentado cargos pol¨ªticos relevantes. Su delito: defender los derechos humanos a trav¨¦s de la palabra o el arte. Los reg¨ªmenes totalitarios de sus pa¨ªses no toleran su presencia cr¨ªtica. El Parlamento Internacional de Escritores, con sede en Estrasburgo, lleva 10 a?os creando Ciudades Refugio: una red de m¨¢s de 20 urbes en el mundo que ha acogido a 61 escritores, cineastas, artistas, que son o han sido perseguidos en sus pa¨ªses. Sabadell y Barcelona son las dos ¨²nicas ciudades-refugio en nuestro pa¨ªs que tienen a un artista invitado: el cineasta del Congo Nsangata Gilbert y el escritor cubano Rolando S¨¢nchez, respectivamente. Francesc Freixas es el director de cooperaci¨®n internacional del Ayuntamiento de Barcelona y coordina el proyecto Ciudad Refugio.
"El Parlamento es quien decide a qui¨¦n nos env¨ªa, pero nosotros les garantizamos la asistencia sanitaria y escolarizamos a los hijos. Tambi¨¦n se les ofrece un piso y se les concede una beca de unos 1.700 euros si est¨¢n con la familia para que empiecen una vida a salvo", explica Freixas. Maite Garssot, responsable del programa en Sabadell, responde con entusiasmo por los "extranjeros de lujo", como ella les llama, que cobija su ciudad. "Nosotros somos su familia aqu¨ª y ponemos todos los medios posibles a su disposici¨®n".
Rolando S¨¢nchez
"Intent¨¦ romper la relaci¨®n entre cultura y poder en Cuba"
Escritor y ex responsable pol¨ªtico cultural cubano, 43 a?os. Ciudad Refugio de Barcelona.
Casado y padre de dos adolescentes, lleva m¨¢s de dos a?os en Barcelona. "Siempre he estado muy vinculado con la revoluci¨®n cubana. Con 11 a?os tuve una beca militar, a los 21 a?os me fui al ej¨¦rcito, ten¨ªa cargos pol¨ªticos y particip¨¦ en la cultura cubana. Estoy muy marcado por un sentido de la justicia que desea cambiar algo y mejorarlo". En La Habana era director nacional de los talleres literarios y formaba parte del grupo de intelectuales que buscaban una apertura del sistema. Relata que intent¨® "romper la relaci¨®n del Ministerio del Interior y el comit¨¦ central con la cultura, v¨ªnculos que existen desde los a?os sesenta. Quise quebrar la vigilancia, publicar autores no oficializados y darle m¨¢s participaci¨®n en la pol¨ªtica literaria a escritores marginados, porque en Cuba hay listas de escritores que no pueden publicar ni estar en las bibliotecas". "Era duro, pero creo que tuve cierto respaldo t¨¢cito entre la oficialidad cubana. Sin embargo, llegaron los a?os de la perestroika, la ruptura con la URSS y la decisi¨®n de no hacer cambios en el socialismo cubano. R¨¢pidamente perd¨ª mi puesto y me qued¨¦ sin trabajo. Mi situaci¨®n era insostenible", detalla el escritor, que continu¨® buscando v¨ªas de expresi¨®n. "En 1995 escrib¨ª una carta abierta contra la censura que public¨® El Pa¨ªs. Adem¨¢s, en el a?o 87 integro el grupo Espirogira, el primer grupo literario no gubernamental, que fue disuelto a los seis meses. Luego cre¨¦ la revista Di¨¢sporas, que a¨²n existe y es la ¨²nica que se hace sin permiso del Estado, pero circula con fotocopias. Comenzamos a hacerla en Cuba y ahora estamos casi todos en el exilio".
Gilbert Nsangata
"Film¨¦ cr¨ªmenes en la guerra, por eso estoy amenazado de muerte"
Cineasta, de 52 a?os, procedente de Congo-Brazzaville. Ciudad Refugio de Sabadell.
"Entre 1993 y 1998 ha habido tres guerras civiles y ¨¦tnicas en el Congo, pero en 1998 m¨¢s de 3.000 personas huyeron de la capital y yo estaba entre ellas. Me escond¨ª durante 10 meses en la selva con mis dos hijos. Hab¨ªa d¨ªas en que nos levant¨¢bamos a las seis de la ma?ana y camin¨¢bamos hasta las ocho de la tarde sin parar. Perd¨ª m¨¢s de 20 kilos porque no ten¨ªamos nada que comer", relata Nsangata. En Congo-Brazzaville era un artista reconocido y lleg¨® a tener cargos en el Gobierno.
Pero tuvo que escapar para salvar la vida porque era un defensor de la libertad y de los derechos humanos. Admite que si no hubiese sido por los ni?os, se hubiese quedado con los rebeldes para luchar por su pa¨ªs. "En la selva mont¨¦ una radio clandestina para contar lo que ocurr¨ªa, difundimos mensajes durante tres meses y consegu¨ª filmar im¨¢genes de c¨®mo mataban a la gente. Luego cruc¨¦ la frontera a la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y no me pude llevar la cinta. Pero son muchos los que creen que la tengo y la puedo utilizar". ?sta es una de las razones por las que Nsangata est¨¢ amenazado de muerte en su pa¨ªs. No en vano, en su pasaporte de refugiado se detalla que no puede entrar en el Congo. Est¨¢ en busca y captura. Cuando el Parlamento de Escritores acept¨® su caso, llevaba 17 meses en un campo de refugiados. "Estaba deprimido, s¨®lo com¨ªamos ma¨ªz, un pedazo de pan y sal para dos semanas", relata este cineasta que se traslad¨® a Kinshasa para gestionar su salida desde la clandestinidad. "Al finalizar la guerra, nos obligaron a volver a Brazzaville, pero era una excusa para matarnos. Fue el caso de mucha gente. Mis amigos pensaban que hab¨ªa muerto".
Baskim Shehu
"Me tacharon de enemigo de mi pa¨ªs"
Escritor alban¨¦s, 47 a?os. Inaugur¨® la Ciudad Refugio de Barcelona en 1997.
"En el parlamento de escritores conoc¨ªan mi caso y sab¨ªan lo que estaba ocurriendo en Albania. Mis amigos me dec¨ªan que no saliera de noche y cuando mi mujer ven¨ªa conmigo lo hac¨ªa con un spray. Los ¨²ltimos d¨ªas viv¨ª en una casa que no era la m¨ªa y me fui s¨®lo con ropa y unos pocos manuscritos a Espa?a", explica Baskim Shehu, un escritor alban¨¦s que en 1997 estren¨® la Ciudad Refugio de Barcelona. Ahora trabaja en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona y asesora al escritor Josep Ramoneda en temas culturales sobre Europa del Este. Una vida que nada tiene que ver con los ocho a?os que pas¨® en la c¨¢rcel albanesa durante el comunismo. "Fui acusado de propaganda subversiva. Sal¨ª una vez a principios de 1989 y luego me detuvieron otra vez. Me ha marcado mucho, pero intent¨¦ conservar mi dignidad. Durante ese tiempo yo continuaba escribiendo: fue un periodo de transici¨®n porque, aunque parezca parad¨®jico, en la c¨¢rcel me sent¨ªa m¨¢s libre escribiendo. Con la tentaci¨®n que tiene cada escritor de ser publicado, fuera ten¨ªa que enfrentarme a las reglas de la censura oficial. Mientras que en la c¨¢rcel uno escrib¨ªa supuestamente para uno mismo y lo ¨²nico que hab¨ªa que hacer era no poner algo pol¨ªtico de forma abierta. Pero desde el punto de vista del lenguaje era m¨¢s libre", recuerda Shehu.
Baskim fue puesto en libertad en 1991, con la llegada de la democracia. Pero con motivo del fraude electoral que protagoniz¨® Sali Berisha en 1996, Shehu promovi¨® una recogida de firmas de intelectuales. Admite que fue "uno de los iniciadores de una memoria que se public¨® en los diarios de Albania y de fuera. La polic¨ªa secreta lo sab¨ªa y sufr¨ª una campa?a de difamaci¨®n, publicaron mi foto tach¨¢ndome como el enemigo de Albania. Dec¨ªan que era un nuevo genocidio contra el pueblo alban¨¦s. A principios de 1997 nos pronunciamos otra vez un grupo de intelectuales, cuando ya circulaba una lista negra. Tuve que irme de Albania porque la gente se mataba por nada. Cuando me fui, entre marzo y junio de 1997, mataron a 2.000 personas".
Mostaf¨¢
"Pas¨¦ 43 d¨ªas oculto en un barco sin destino"
Estudiante y activista universitario procedente de Bangladesh, 34 a?os. Refugiado en Madrid.
Todo viene porque "entre 1972 y 1975", explica Mostaf¨¢, "en Bangladesh gobernaba un partido con ideas antiguas que quer¨ªa la separaci¨®n de Pakist¨¢n, y el entonces primer ministro y su familia, menos dos hijas que estaban fuera, fueron asesinados. Las hijas volvieron, reorganizaron el partido y ganaron en las elecciones de 1995. Entonces decidieron vengarse de quienes mataron a su familia y el partido de estudiantes al que yo pertenec¨ªa fue acusado de la matanza. Se intent¨® ilegalizar el partido en todo el pa¨ªs con denuncias falsas".
Muchos de los compa?eros de Mostaf¨¢ fueron detenidos, otros zarparon en peque?os barcos hacia Tailandia o Malaisia. Mostaf¨¢ dej¨® la empresa de agricultura que hab¨ªa montado y huy¨®. "Un amigo de la familia me subi¨® a un barco en Bombay. Me dijo que no preguntara nada, que ellos ya me dejar¨ªan en alg¨²n sitio seguro. S¨®lo sab¨ªa que iba a Europa", relata. Pero el viaje se hizo interminable. "Es un tiempo que no olvidar¨¦, me daban ganas de tirarme al mar y morir, porque iba escondido. Pase lo que pase, volver¨¦ a mi tierra, pensaba. S¨®lo hab¨ªa un vigilante que sab¨ªa que yo iba en el barco y me tra¨ªa comida a unas horas concretas. Pas¨¦ 43 d¨ªas en un almac¨¦n peque?o donde com¨ªa y lo hac¨ªa todo. Luego me subieron a un barco de vela que me llev¨® hasta Valencia, pero yo s¨®lo conoc¨ªa Barcelona, por el Bar?a, y Madrid, por ser la capital". A Madrid lleg¨® en agosto de 1997 y all¨ª solicit¨® asilo pol¨ªtico, que le concedieron en octubre de 1998. Durante ese tiempo vivi¨® en un centro de acogida de refugiados.
"Sobreviv¨ª con pocos recursos, pero ahora trabajo como contable en un programa de atenci¨®n a inmigrantes que gestiona el Centro Espa?ol de Ayuda al Refugiado. Me han ayudado mucho. Cuando ped¨ª asilo pol¨ªtico me dieron una tarjeta provisional. Pero tras un a?o me dicen que no me consideran como un refugiado y se me deniega. Entonces mi abogado de CEAR puso recursos a la Audiencia Nacional. Ahora tengo papeles, pero en paralelo sigue el recurso", insiste Mostaf¨¢, que tiene las ideas claras y reclama sus derechos. Han sido siete a?os haci¨¦ndose un lugar en Madrid, pero no ha perdido el contacto con su familia. "No he vuelto a Bangladesh, pero hablo por tel¨¦fono con mis padres y mis hermanas, que viven all¨ª. Mando pocas cartas, porque es un documento y no me f¨ªo. Ahora ha cambiado el Gobierno, pero las ideas no. Algunos ya est¨¢n volviendo, sobre todo familias con poder. Nosotros estamos esperando a ver qu¨¦ pasa, porque tenemos buena relaci¨®n con el Partido Nacionalista de Bangladesh que gobierna, pero a¨²n no tengo garant¨ªas de poder volver", a?ade Mostaf¨¢, resignado pero con esperanza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.