La misi¨®n de Sara Garc¨ªa Alonso (en la Tierra)
La bi¨®loga molecular e investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas es, tambi¨¦n, la primera astronauta espa?ola de la historia designada por la Agencia Espacial Europea. Pero mientras se prepara para viajar al espacio ya ha empezado su labor de divulgaci¨®n cient¨ªfica entre ni?os y adolescentes
¡ª?Cinco, cuatro, tres, dos, uno!
La sala del teatro permanece a oscuras, solo iluminada por los focos de varias c¨¢maras de televisi¨®n. Los gritos comienzan de nuevo:
¡ª?Cinco, cuatro, tres, dos, uno!
De fondo, unos tambores que recuerdan a la banda sonora de 2001: Una odisea del espacio.
¡ª?Y si viene volando? ¡ªpregunta un ni?o de 12 a?os a otro.
En el patio de butacas, alguien ha vuelto a empezar una cuenta atr¨¢s. De pronto, se enciende un foco. Por las paredes del teatro sube un chillido ensordecedor. Un chillido propio de un concierto de Taylor Swift o de Bellingham posando despu¨¦s de un partido. M¨¢s de 600 gargantas de entre 5 y 18 a?os gritando mientras se abre la puerta de la sala y entra una mujer treinta?era con el pelo en llamas que choca todas y cada una de las manos infantiles que se le tienden como tienden los creyentes los brazos a la Virgen.
La sala comienza a corear: ?Sara, Sara, Sara! Ella, que ya ha llegado al escenario, manda besos al aire con las manos. Desde la primera fila, una clase entera de astronautas de un metro de altura con gorros de papel albal en la cabeza y mochilas forradas con el logo de la ESA, la Agencia Espacial Europea, la mira con veneraci¨®n. Una ni?a lleva su foto impresa en un papel para pedirle despu¨¦s un aut¨®grafo. Otra, con un conejito amarillo de peluche bajo el brazo, agarra una libreta con la imagen de Sara en la portada. En la contraportada, una frase de la propia Sara: ¡°La curiosidad es un combustible que nos aproxima a destinos lejanos¡±. Firmado: Sara Garc¨ªa Alonso. Sara la cient¨ªfica, la bi¨®loga molecular, investigadora del c¨¢ncer. Sara, la que rompi¨® los l¨ªmites. Sara, la primera astronauta espa?ola de la historia. Astro Sara. Pocas veces ha tenido la ciencia espa?ola una estrella tan brillante.
Todo comenz¨® el 23 de noviembre de 2022. En realidad, todo comenz¨® mucho antes, pero fue el 23 de noviembre de 2022 cuando Sara temblaba detr¨¢s de una pesada cortina mientras al otro lado los ministros de Ciencias de toda la Uni¨®n Europea y un centenar de medios esperaban. Unos d¨ªas antes recibi¨® una llamada. ¡°Hola, Sara. Soy Josef Aschbacher, ?me recuerdas?¡±, dijo la voz del director ejecutivo de la Agencia Espacial Europea. Eran las nueve de la ma?ana y Sara caminaba a su puesto de trabajo de investigadora en el CNIO, el Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas, cuando la voz que llamaba con prefijo franc¨¦s le dijo que hab¨ªa sido seleccionada como astronauta de la promoci¨®n de la ESA de 2022. ¡°En los pr¨®ximos d¨ªas, recibir¨¢s instrucciones para viajar a Par¨ªs. Debes mantener el secreto. No se lo cuentes a nadie. Bueno, se lo puedes contar a tu marido ya que has hablado tanto de ¨¦l en las entrevistas¡¡±, dijo la voz con una risita. Sara le mand¨® un wasap a Mario, su marido, y entr¨® al laboratorio donde estuvo hasta las 17.30 enfocada en mol¨¦culas y f¨¢rmacos contra el c¨¢ncer sin permitirse pensar en que estaba a punto de hacer historia.
Pero d¨ªas despu¨¦s, ya en Par¨ªs y aguardando junto con Pablo ?lvarez Fern¨¢ndez y 15 compa?eros astronautas de otros pa¨ªses europeos a que la cortina se levantara, el peso de la historia se derrumb¨® sobre ella. ¡°En la sala de espera, antes de salir al escenario, empec¨¦ a sentirme mal. Me puse muy muy nerviosa. Sent¨ªa ansiedad. Alguien me pregunt¨® si estaba bien porque me puse muy blanca. Yo no dejaba de pensar: ?es esto lo que quiero? Porque sab¨ªa que en cuanto se levantara la cortina, mi vida cambiar¨ªa para siempre. Y estaba a punto de suceder. La mujer de recursos humanos de la ESA nos dijo en ese momento: ¡°Si alguien no se siente seguro de dar este paso, este es el momento de abandonar¡±. Me miraba a m¨ª cuando lo dec¨ªa. Y me di cuenta de que s¨ª, iba a tener el valor de dar ese paso. Cambiarlo todo. Y all¨ª me dije: si te quedas, ya no tiene sentido que te pongas nerviosa ni que dudes. Ahora esta es tu vida y debes dar lo mejor de ti¡±.
Sara se qued¨® y, en ese preciso momento en el que tom¨® la determinaci¨®n y los focos la alumbraron por primera vez como astronauta de reserva espa?ola, naci¨® Astro Sara. ¡°Aqu¨ª no cabe la Sara de siempre, esa que se pone nerviosa o que duda o que tiene p¨¢nico a hablar. Estoy en mi papel y defiendo a la ciencia y a Espa?a y para eso no me sirve Sara. Astro Sara no puede permitirse estar con ansiedad porque su labor es demasiado importante¡±, confiesa despu¨¦s de una ma?ana de charlas en dos institutos de Murcia distintos en los que ha explicado con una dicci¨®n perfecta y calma absoluta la importancia de los experimentos cient¨ªficos en el espacio.
Antes de la ¨²ltima charla, la figura de Astro Sara se impone como una celebridad cuya presencia est¨¢ lista para ser exprimida. El alcalde quiere la foto para subirla a redes sociales; la concejala quiere la foto; la hija de la concejala tambi¨¦n; la directora del colegio; la gu¨ªa del museo; los profesores y los alumnos. Sara posa con una sonrisa perfecta, la espalda recta, la expresi¨®n impasible. Les da la foto. ¡°Este es mi papel cuando estoy en un evento¡±, cuenta, y prosigue: ¡°Cuando entro en casa vuelvo a ser Sara y no me acuerdo de Astro Sara ni hablo de ella¡±.
¡ªPodr¨ªa haber seguido siendo alguien que est¨¢ fuera del foco aun despu¨¦s del anuncio.
¡ªS¨ª, pero me pareci¨® importante. Vi que ten¨ªa tir¨®n en medios y quise aprovecharlo.
¡ª?Aprovecharlo para qu¨¦?
¡ªPara poder divulgar la ciencia.
¡ªPero nadie se lo pidi¨®. Ni el CNIO ni la ESA.
¡ªNo, es una iniciativa completamente m¨ªa.
¡ª?Y no es un peso muy grande para usted sola?
¡ªS¨ª que lo es. A veces es un peso enorme estar constantemente en el foco cuando no te gusta estar en el foco. Pero cuando veo a los ni?os gritar ¡°?Sara, Sara!¡± o a las ni?as que se me acercan y me dicen que quieren ser cient¨ªficas¡, merece la pena el esfuerzo. En realidad, lo mejor que le podr¨ªa haber pasado a Espa?a y a nosotros es que Pablo sea astronauta titular y yo reserva. A m¨ª se me da bien divulgar y muy mal cumplir ¨®rdenes arbitrarias que nadie me explica.
Y ah¨ª, entre las costuras de un traje de superhero¨ªna que ella misma se ha cosido para hablar en el nombre de la ciencia y de todo un pa¨ªs, se distingue la piel de la otra Sara, dif¨ªcil de ver como un animal en estado salvaje. Alguien que solo le rinde pleites¨ªa a s¨ª misma, a su familia y a los valores que ha aprendido en casa.
Esther Alonso y Marino Garc¨ªa se enamoraron en Le¨®n a los 16 a?os y empezaron a vivir juntos casi enseguida huyendo de sus casas. Diez a?os despu¨¦s, en 1989, y por sorpresa porque su situaci¨®n econ¨®mica no les permit¨ªa plantearse la idea de tener hijos, naci¨® Sara. Marino trabajaba entonces de delineante en una imprenta, trabajo que dej¨® para abrir una ebanister¨ªa con sus hermanos que fue arrasada por la crisis de 2008. Ester se coloc¨® como dependienta en una tienda de retales y, cuando su marido qued¨® en paro por la crisis, empez¨® a trabajar limpiando para una empresa en la que ahora es administrativa. Marino, despu¨¦s del descalabro, no ha podido encontrar trabajo. ¡°No terminaron el instituto y, aunque ven¨ªan tambi¨¦n de familias sin estudios, descubrieron por s¨ª mismos lo que son las penurias de no tener una formaci¨®n m¨ªnima que te permita acceder a ciertos trabajos, tener que ir sobreviviendo con lo que encuentres, mal pagado y haciendo much¨ªsimas horas¡±, relata su hija.
A pesar de que ninguno de los dos ha tenido nada que ver jam¨¢s con la biolog¨ªa, el espacio ni la ciencia, Sara termin¨® el bachillerato con matr¨ªcula de honor, se licenci¨® en Biotecnolog¨ªa con matr¨ªcula de honor y se doctor¨® en Biolog¨ªa Molecular del C¨¢ncer cum laude obteniendo el Premio Extraordinario de Doctorado a la mejor tesis doctoral en Medicina de la Universidad de Salamanca. Todo en universidades p¨²blicas y a golpe de becas. ¡°Lo que me inculcaron fue que si me compromet¨ªa con algo o si empezaba algo, deb¨ªa terminarlo. Deb¨ªa cumplir mi palabra y tambi¨¦n asumir la responsabilidad de mis actos. En mi casa nunca hab¨ªa pasta, b¨¢sicamente lleg¨¢bamos a fin de mes de milagro, y me transmitieron la cultura del esfuerzo, porque al no haber tenido nunca ayuda econ¨®mica ni amigos que te conecten o te faciliten la vida, siempre nos ha tocado currar un mont¨®n¡±.
¡ª?Cree en la meritocracia?
Se produce un largo silencio. Sara enfoca la vista en la carretera. Conduce el coche de su t¨ªa mientras vamos a un nuevo evento, esta vez en Almendralejo, Badajoz, donde la han elegido como figura por el D¨ªa Internacional de las Mujeres y las Ni?as en la Ciencia.
¡ªA ver, no. No creo que la meritocracia exista porque todo est¨¢ construido de una forma en la que solo acabas en un buen sitio por enchufe, pero, al mismo tiempo, me doy cuenta de que lo m¨ªo es meritocracia de manual, as¨ª que es contradictorio que yo no crea en la meritocracia pero vea que en mi caso hay meritocracia. Pero podemos pensar al mismo tiempo una cosa y la contraria, ?no? El mundo es como una radiograf¨ªa, no hay blancos o negros. En realidad, son todo grises.
Se levanta a las seis de la ma?ana. Hace cardio, fuerza, pesas y comba en el sal¨®n de su casa mientras su marido duerme. Hay d¨ªas en los que sale a correr. Otros, hace vinyasa yoga avanzado. Entrena hasta las ocho de la ma?ana y luego desayuna leyendo el peri¨®dico. Tostadas integrales con jam¨®n york y tomate. Un poco de queso. Un caf¨¦ con leche muy muy caliente. Luego otro. A lo largo del d¨ªa toma unos cuatro caf¨¦s, siempre con leche hirviendo. A las 9.30 ya ha salido de casa para ir caminando al CNIO. Las horas en el laboratorio las exprime al m¨¢ximo. Solo est¨¢ para la investigaci¨®n y para resolver las dudas de los tres estudiantes de doctorado a los que est¨¢ dirigiendo la tesis. A mediod¨ªa, parar¨¢ 20 minutos para comer. Comer¨¢ de un t¨¢per que ella misma se prepara a diario con unos palillos chinos en la mano que le hacen comer m¨¢s despacio. Comer¨¢ sola, primero porque de ni?a pasaba tanto tiempo sola que acab¨® haci¨¦ndose solitaria y segundo porque no le gusta esperar a que los dem¨¢s terminen de comer. ¡°Me gusta gestionar mi tiempo porque para m¨ª es lo m¨¢s valioso que existe¡±, justifica.
A las 17.30 saldr¨¢ del trabajo y volver¨¢ caminando a casa, donde o recoger¨¢ el apartamento o pondr¨¢ una lavadora o preparar¨¢ la comida del d¨ªa siguiente. Tambi¨¦n gestionar¨¢ su nueva vida: contestar correos, preparar viajes. El a?o pasado, entre conferencias y entrevistas, asisti¨® a 403 eventos. En total, desde que la nombraron astronauta y al cierre de esta edici¨®n, lleva 1.640 invitaciones.
Si tiene tiempo libre para ella, har¨¢ puzles o mu?equitos de croch¨¦, uno de sus mayores hobbies. En el m¨®vil guarda una carpeta con las fotos de todos los mu?ecos que lleva tejidos. ¡°Este es del que m¨¢s orgullosa me siento¡±, dice mostrando un Charmander de ganchillo perfecto. ¡°Hago yo misma los patrones con progresiones matem¨¢ticas. En realidad, son espirales que son m¨²ltiplos de seis y teniendo esto en cuenta vas abriendo o cerrando la espiral¡±. Despu¨¦s cenar¨¢ con su marido, en lo que defiende que es su momento favorito del d¨ªa, y se ir¨¢ a dormir. ¡°Es una rutina bastante anodina¡±, dice. Una rutina que cumple desde hace ocho a?os, el momento en el que decidi¨® construirse la vida que la ha llevado hasta aqu¨ª.
Si 2022 fue el a?o del nacimiento de Astro Sara, 2016 fue, en sus propias palabras, el a?o de la revelaci¨®n. Al mismo tiempo que estaba preparando su tesis, empez¨® a reconfigurarse por dentro y por fuera. El primer paso fue te?irse su pelo casta?o claro natural al rojo 8RR, un tono cercano al color de la superficie de Marte y que ahora es ya se?a de su identidad. Despu¨¦s, empez¨® a hacerse los tatuajes que llevaba tiempo deseando, el primero un gran drag¨®n en las costillas cuya cola se bifurca en una espiral del ADN. Despu¨¦s vino el ¨¢tomo del antebrazo izquierdo, los nueve planetas del sistema solar (¡°inclu¨ª a Plut¨®n porque lo aprend¨ª as¨ª en el cole¡±), una astronauta bi¨®nica, la simplificaci¨®n gr¨¢fica de la portada de The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, y la representaci¨®n en ondas de su propia voz pronunciando Shine on You Crazy Diamond, nombre de una canci¨®n del mismo grupo.
Cuenta que se oblig¨® a s¨ª misma a ser menos t¨ªmida, a mirar a la gente a los ojos, a hablar en p¨²blico. Y tambi¨¦n que cambi¨® su dieta y empez¨® a hacer dos horas de ejercicio al d¨ªa. ¡°Tengo la disciplina de un soldado¡±, justifica, y prosigue: ¡°Yo he tenido ciertas caracter¨ªsticas de ni?a y cuando he sido consciente de esos, digamos, defectos, de esas partes de mi personalidad que no me gustaban, he hecho todo lo posible por mejorarlo¡±. Tambi¨¦n aprendi¨® a decir no, sobre todo, a compromisos sociales que sent¨ªa que no le aportaban. Obstinada, sin permitirse fallos ni perezas, en todo ese proceso, gan¨® autoconfianza. Aunque asegura que aun despu¨¦s de haber sido elegida una de los 17 astronautas en un proceso al que se presentaron 23.000 personas, sigue sintiendo el s¨ªndrome de la impostora. ¡°Soy una persona que se exige mucho, pero en el momento en el que consigue algo, inmediatamente piensa que no era tan dif¨ªcil¡±. Solo el 0,074% de todos los que se presentaron fueron elegidos como astronautas.
En Instagram, donde a veces ense?a sus rutinas de ejercicios y retos como el de combinar flexiones y levantamiento de mancuernas, se suceden los comentarios de asombro. ¡°Es como la versi¨®n real de Capitana Marvel¡±, dice uno. Otro: ¡°Esta chica es perfecta¡±. Otro: ¡°Sara, ?t¨² ya eres de otro planeta!¡±. ¡°El deporte pas¨® de quiero tener un cuerpo bonito y est¨¦tico a quiero tener resistencia, quiero tener fuerza, agilidad, movilidad. Quiero ser una m¨¢quina humana que funcione perfectamente¡±, confiesa ella. Esa m¨¢quina humana de 1,70 metros de altura y 61 kilos que funciona perfectamente y cuyo coraz¨®n late a 40 pulsaciones por minuto en reposo es tambi¨¦n una de las razones por las que fue seleccionada para volar fuera de la Tierra. En su curr¨ªculo presentado a la ESA, Sara cont¨® que tiene el t¨ªtulo de submarinismo y practica krav mag¨¢ y paracaidismo. Tambi¨¦n que la primera vez que salt¨® en paraca¨ªdas, este no se abri¨®. Estaba mal plegado y, despu¨¦s de tirar de ¨¦l, se dio cuenta de que estaba enredado. Con sangre fr¨ªa, se puso a dar patadas en el aire y a girar hasta que lo desenred¨® y aterriz¨® en un lugar muy alejado del punto marcado, pero viva. ¡°En realidad, el nivel de preparaci¨®n f¨ªsica de Sara est¨¢ muy por encima del necesario para un astronauta¡±, reconoce Guillermo Rojo, preparador de astronautas, atleta y campe¨®n paral¨ªmpico como gu¨ªa, y despu¨¦s dice: ¡°La ESA lo que busca es gente que est¨¦ sana. Completamente sana¡±. De hecho, una de las pruebas fue pasar cinco d¨ªas en un hospital franc¨¦s en el que les hicieron toda clase de ex¨¢menes m¨¦dicos.
Antes de eso, Sara se convirti¨® en el n¨²mero ?38-MP-49 y se enfrent¨® a un proceso de selecci¨®n que ven¨ªa determinado primero por el curr¨ªculo y la carta de motivaci¨®n. Despu¨¦s tuvo que pasar pruebas de memoria, conocimientos y aptitudes. Un d¨ªa estuvo 11 horas con test de inteligencia; otro, con evaluaciones psicol¨®gicas, ejercicios que pon¨ªan a prueba sus nervios y su capacidad de decisi¨®n en situaciones l¨ªmite. ¡°Hab¨ªa una prueba que recuerdo en la que una voz empezaba a decirte cadenas num¨¦ricas a distinta velocidad y diferente entonaci¨®n y no sab¨ªas si iban a ser 6 n¨²meros o 40 y entonces se paraba y ten¨ªas que reproducir todos los n¨²meros a la inversa¡±. El proceso de selecci¨®n dur¨® 18 meses y el ¨²nico requisito era aprobar todas las pruebas para poder ser seleccionado. ¡°Fue un proceso ciego. Sent¨ª por primera vez que me valoraban por lo que pod¨ªa demostrar. Me ten¨ªan en cuenta no por ser amigo de o por haber estudiado en, valoraban mis capacidades. En las pruebas hab¨ªa gente brutal, con una memoria prodigiosa o m¨¢quinas en f¨ªsica o matem¨¢ticas. Pero el truco era sacar un 6 en absolutamente todo¡±, cuenta. Y despu¨¦s confiesa:
¡ªEl 95% de la gente que se present¨® al proceso sab¨ªa que exist¨ªa la ESA.
¡ª?Usted no lo sab¨ªa?
¡ªHab¨ªa o¨ªdo hablar de una agencia, pero para m¨ª el espacio era algo superlejano. Todos los que se presentan dicen que so?aron con ser astronautas desde ni?os. Yo no.
¡ª?Le sorprendi¨® su decisi¨®n de presentarse a astronauta?
¡ªNo me lo esperaba, pero tampoco me sorprendi¨®. Antes de que se presentase, le hab¨ªa hecho la broma de que deb¨ªa trabajar en el CNI.
¡ª?En el CNI por qu¨¦?
¡ªPorque es incre¨ªblemente inteligente.
El que habla es Mario, el marido de Sara. La ha acompa?ado a un viaje a Mallorca en el que Sara, invitada por la presidenta del Congreso, Francina Armengol, participa en una mesa redonda con mujeres presidentas de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea sobre liderazgo femenino. Mario la acompa?a como una sombra. Est¨¢ a su lado pero no la eclipsa. Huye del brillo de la fama que ahora rodea a su esposa. De hecho, es imposible encontrar una sola foto de los dos juntos en internet o en redes sociales. Al igual que a Ester y Marino, Sara protege a Mario con un celo inquebrantable: solo los que mejor la conocen saben que ¨¦l existe y que es, con su presencia tranquila, su mayor apoyo. ¡°Mario es el hilo que me ata a la vida, a la realidad. Es mucho m¨¢s sociable que yo. Cuando ¨¦l no est¨¢, puedo pasarme d¨ªas encerrada, sola, sin hablar con nadie. Me pongo a hacer proyectos y me voy convirtiendo en un ser muy c¨ªborg que desconecta de la realidad. Y Mario est¨¢ all¨ª y hace que vea la luz del mundo. Me mantiene humana¡±, confiesa Sara. Se conocieron cuando ella ten¨ªa 16 a?os y ¨¦l 15 en la Escuela de Idiomas de Le¨®n. ¡°Yo entonces era g¨®tica y vi a un chico con una camiseta de Led Zeppelin y dije: ¡®Esta es la m¨ªa¡±, recuerda ella. Se casaron el a?o pasado, en una boda ¨ªntima en el Ayuntamiento de Le¨®n. Ella fue con un vestido rojo. ?l, con botas de vaquero.
Fue Mario el que estuvo al lado de Sara cuando ella se quebr¨®. En 2018, justo despu¨¦s de haber obtenido el cum laude por su tesis, vivi¨® los peores meses de su vida. ¡°Siempre tomo decisiones muy racionales, nunca impulsivas porque no quiero tener nada de lo que arrepentirme. Pero esto, esto es de lo ¨²nico de lo que me arrepiento. Me obsesion¨¦ con una sola idea y eso me consumi¨®¡±. Despu¨¦s de una carrera acad¨¦mica brillante, no encontraba un camino profesional que la motivara lo suficiente y se obsesion¨® con la idea de entrar a trabajar en Genentech, una corporaci¨®n biotecnol¨®gica de San Francisco. ¡°No dorm¨ªa por las noches, mandaba e-mails que nadie me contestaba y entr¨¦ en un c¨ªrculo vicioso de ansiedad y depresi¨®n e insomnio. Estaba siempre cansada, no ten¨ªa motivos ni para levantarme del sof¨¢¡±, recuerda ahora. Fue Mario el que le dijo que probase a contactar con otros laboratorios. Haci¨¦ndole caso escribi¨® a uno en B¨¦lgica y al de Mariano Barbacid, en el CNIO. Le contestaron de los dos ofreci¨¦ndole trabajo. Decidi¨® quedarse en Madrid y entrar en el equipo de Barbacid, donde ahora dirige un proyecto sobre la prote¨ªna RAF1, una diana terap¨¦utica contra c¨¢nceres como el de p¨¢ncreas o el de pulm¨®n. Tres a?os despu¨¦s de trabajar en la poyata del laboratorio, la ascendieron a investigadora. Unos meses despu¨¦s, anunciaron que tambi¨¦n ser¨ªa astronauta.
¡°Al espacio se va a hacer ciencia¡±, cuenta Sara en una sala con m¨¢s de 100 adolescentes que permanecen en un silencio reverencial. ¡°Que nadie os diga que hay carreras de chicos o de chicas. Que nadie os diga que no sois buenos para las matem¨¢ticas¡±, dice en otro momento. Convertir a la causa de la ciencia al mayor n¨²mero de ni?os, pero, sobre todo, de ni?as por su hist¨®rica ausencia en las carreras de ciencias en Espa?a ¡ªlas mujeres representan actualmente solo el 30% de los graduados en carreras STEM, seg¨²n el estudio de Esade Mujeres en STEM¡ª, es la misi¨®n que cumple en la Tierra a la espera de ser enviada a la Estaci¨®n Espacial Internacional. Por el momento, al ser astronauta de reserva, no tiene una fecha asignada para su misi¨®n. Solo sabe que ser¨¢ una misi¨®n corta, de unas dos semanas, y que ir¨¢ a hacer un experimento cient¨ªfico mientras ella misma se convierte en una cobaya de laboratorio: ir al espacio supone una p¨¦rdida muscular y ¨®sea acelerada, un envejecimiento prematuro que es estudiado mientras est¨¢n fuera de la Tierra y cuando vuelven. Tambi¨¦n es la profesi¨®n con mayor ¨ªndice de mortalidad de todas las existentes.
¡ª?Merece la pena pasar por algo as¨ª?
¡ªS¨ª. Es ver hasta d¨®nde puede llegar el ser humano. Cu¨¢l es el l¨ªmite. Y el l¨ªmite se va expandiendo a medida que vamos cada vez m¨¢s lejos.
¡ª?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando supere este l¨ªmite?
¡ªNo lo s¨¦ y por primera vez me encanta. Saber que consegu¨ª que se volviera a hablar de ciencia, de exploraci¨®n espacial, que fui la primera mujer astronauta espa?ola, que probablemente inspire a m¨¢s astronautas o cient¨ªficas, y que despu¨¦s de 30 a?os Espa?a volviera a tener presencia en el sector aeroespacial, con eso ya me vale. ?Qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s? A lo mejor lo dejo todo y me pongo a viajar por el mundo. No tengo ni idea.
¡°Persigo la perfecci¨®n sabiendo que no existe y que nunca la alcanzar¨¦¡±, dice, y a?ade: ¡°Es uno de mis mantras¡±. El sentido del deber, el compromiso con la ciencia, la ha llevado despu¨¦s a no saber parar, a que todo le pareciera necesario e importante. Al menos al principio. Ahora ya se ha adaptado a una agenda agotadora y a que la paren por la calle y que le pidan selfis a diario. Hasta Casio ha sacado una calculadora con su cara. Aun as¨ª, debajo del traje de Astro Sara, sigue viviendo la hija ¨²nica y sin primos que se sent¨ªa rara, incomprendida, y odiaba el colegio. ¡°Me aburr¨ªa much¨ªsimo¡±, confiesa. ¡°Siempre fui la ni?a gordita. De adolescente, la amiga de la chica guapa. Y lleg¨® un momento en el que me empez¨® a dar igual y dej¨¦ de necesitar la validaci¨®n de los dem¨¢s. Odio las competiciones, no me gusta medirme con nadie. En realidad, todo esto lo hago por un deseo ego¨ªsta, el de demostrarme que puedo ir m¨¢s all¨¢¡±. ¡°A veces me gustar¨ªa tener m¨¢s anonimato¡±, confiesa despu¨¦s de encadenar semanas de viajes, pero, vayamos a donde vayamos, es como si llevara a todas partes un foco justo encima que la ilumina destac¨¢ndola. Puede haber 30 personas y mirar¨¢s a Sara. Puede haber 600 y seguir¨¢s con los ojos pegados a Sara. Su persona es un punto de fuga inevitable. Esa transmutaci¨®n de la materia que convierte lo raro en excepcional.
Son m¨¢s de las once de la noche y paseamos entre la luz ambarina de la en¨¦sima ciudad que Sara visita esa semana. Ma?ana tiene un acto con estudiantes. Unos d¨ªas despu¨¦s, una conferencia con cient¨ªficos. Se ha confundido varias veces de camino de vuelta al hotel y confiesa que tiene muy mala orientaci¨®n. ¡°Por suerte, ahora que los astronautas deben ser cient¨ªficos y no pilotos, la orientaci¨®n es lo de menos¡±, r¨ªe. De pronto, en la acera de enfrente y en mitad de la noche, alguien dice en voz alta:
¡ªEsa¡, ?esa no es la astronauta?
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