Atenci¨®n a los sordos
Somos los padres de un ni?o de dos a?os con una discapacidad auditiva profunda. El motivo de esta carta es nuestra preocupaci¨®n ante las informaciones publicadas recientemente en las que se se?ala el reconocimiento e implantaci¨®n como lengua oficial de la lengua de signos espa?ola (LSE) como la m¨¢s importante reivindicaci¨®n del colectivo de personas sordas, y concretamente por lo expuesto en el suplemento "Aulas" en el que se hace una exposici¨®n id¨ªlica del sistema educativo andaluz como la "avanzadilla en la integraci¨®n de alumnos con problemas auditivos".
M¨¢s all¨¢ de est¨¦riles pol¨¦micas, que tradicionalmente han dividido a los sordos entre oralismo y gestualismo, creemos que esa leg¨ªtima aspiraci¨®n que hace visibles a algunos sordos puede ocultar el bosque de graves deficiencias en la atenci¨®n a las discapacidades auditivas.
En Andaluc¨ªa no est¨¢n implantados, o se han iniciado muy recientemente, programas de detecci¨®n precoz en reci¨¦n nacidos, lo que hace que la edad media de detecci¨®n de esta discapacidad se sit¨²e entre los dos y los dos a?os y medio. Adem¨¢s, no hay controles pedi¨¢tricos peri¨®dicos de audici¨®n, ni siquiera hasta los tres a?os, edad cr¨ªtica si no se act¨²a, para evitar graves trastornos del lenguaje y sus secuelas en el desarrollo cognitivo (m¨¢s all¨¢ de los cinco, el proceso de mutilaci¨®n es dif¨ªcilmente reversible).
La Atenci¨®n Logop¨¦dica Temprana (de cero a cuatro a?os) que se ofrec¨ªa desde el sistema educativo, est¨¢ siendo asumida a duras penas por el sistema de salud de forma precaria e insuficiente debiendo complementarla la familia por sus propios medios.
La atenci¨®n que se ofrece en la ense?anza p¨²blica infantil y obligatoria no est¨¢ garantizada (a la privada concertadazo se le exige nada), dependiendo de la localidad o barrio de residencia en el que se disponga de los medios t¨¦cnicos y humanos adecuados (centros normalizados sin logopeda o especialista en audici¨®n, centros espec¨ªficos para discapacitados sensoriales sin equipos estables de profesionales, ni medios adecuados...), suponiendo todo ello un serio desgaste a?adido para las familias, que muchas veces deben renunciar a la escolarizaci¨®n normalizada, y aceptar como mal menor la "integraci¨®n" lejos de casa y en grupos con, al menos, tres o cuatro alumnos con discapacidad auditiva.
Por otra parte, no se est¨¢n apoyando econ¨®micamente otras iniciativas, al parecer ut¨®picas, para la integraci¨®n de los ni?os sordos con los "oyentes", que pasan por aprovechar todos los canales de comunicaci¨®n existentes, el lenguaje hablado y escrito, la m¨²sica, la danza, las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n... (actualmente, estos alumnos incluso deben renunciar a parte del curr¨ªculo normalizado para recibir apoyos), ni por la educaci¨®n de los padres y madres que puedan apoyar y reforzar los aprendizajes de sus hijos (nuestros hijos traen "tarea para casa" desde los dos a?os).
Todas estas dificultades afectan especialmente a las familias m¨¢s desfavorecidas socialmente, con menos formaci¨®n y recursos econ¨®micos para compensarlas.
Por todo ello, creemos de justicia que se vaya m¨¢s all¨¢ de la actual pol¨ªtica de gestos y se act¨²e para garantizar la igualdad de oportunidades de todos los discapacitados auditivos y que as¨ª, en el futuro, ojal¨¢, como plantea el art¨ªculo referido, s¨®lo tengamos que ocuparnos del rendimiento acad¨¦mico de nuestros hijos en una universidad con int¨¦rpretes y sin barreras (adaptaci¨®n ac¨²stica de las aulas, subtitulado de pel¨ªculas, v¨ªdeo, conferencias, presentaciones...).
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