Los veteranos de guerra conf¨ªan en Bush
Un sondeo revela que el 69% de los ex combatientes y sus familias prefiere al republicano
En diciembre 1968, John Kerry combat¨ªa por las selvas de Vietnam y descubr¨ªa en primera persona la insensatez de esa guerra. A 13.000 kil¨®metros de distancia, el joven George W. Bush mov¨ªa los hilos de su apellido para entrar en la Guardia Nacional de Tejas y aprovechar ese privilegio para no ser llamado a filas. Frente a dos perfiles tan dispares, cabr¨ªa pensar que los veteranos y el personal militar de EE UU se pueden sentir m¨¢s confortables con un comandante en jefe que haya vivido la guerra en primera persona. Pero es al contrario: Bush tiene en su bolsa el voto de quienes luchan o han luchado con el uniforme de Estados Unidos.
La raz¨®n que explica la inclinaci¨®n republicana del voto militar se debe medir en t¨¦rminos de personalidad y patriotismo. Por un lado, los veteranos de Vietnam no perdonan a John Kerry su activismo en contra de la guerra cuando regres¨® del sureste asi¨¢tico. Al mismo tiempo, la ret¨®rica de Bush es blanca y negra, sin tonalidades, con frases cortas y tajantes del gusto militar. Para los combatientes y ex combatientes, las diferencias entre Bush y Kerry no se encuentran en su pasado militar antag¨®nico, sino en su capacidad para tomar decisiones rotundas. Y creen que Bush tiene esa cualidad.
La ret¨®rica de Bush con frases cortas y tajantes es del gusto de los militares
Hay m¨¢s de 26 millones de veteranos, y de ellos el 70% ha servido en tiempos de guerra
Michael Durant fue piloto militar de helic¨®pteros y actualmente dedica su tiempo a hacer campa?a a favor de Bush. Aunque su apellido no es conocido, su odisea personal figura en los libros de historia y, desde hace poco, en los de cine: su captura por la guerrilla somal¨ª en 1993 inspir¨® el libro y la pel¨ªcula Black Hawk Down (Black Hawk derribado). Durant es un h¨¦roe entre los veteranos, una comunidad de tal tama?o como para tener su propio departamento ministerial, el segundo mayor de entre las 15 carteras del Gobierno. Hay m¨¢s de 26 millones de veteranos en EE UU; de ellos, el 70% ha servido en el Ej¨¦rcito en tiempos de guerra. Tal es el volumen de este colectivo que el 25% de la poblaci¨®n total de EE UU est¨¢ formado por veteranos, sus familiares o sus supervivientes.
Cuando Durant habla en los m¨ªtines, su tono marcial hace que los asistentes aprieten sus mand¨ªbulas, se limpien sus l¨¢grimas y ondeen sus banderas: "En 1993 demostramos que una pandilla de maleantes puede socavar las aspiraciones del pueblo americano", grita Durant en referencia a la retirada de tropas de Somalia dictada por Bill Clinton. Dice que la tragedia de aquella guerra no fue la muerte de soldados, sino la falta de firmeza en el liderazgo de Clinton como comandante en jefe. Para ¨¦l, Clinton y Kerry comparten un car¨¢cter no s¨®lo cobarde, sino traidor; que el candidato dem¨®crata se haya opuesto a la guerra en Irak "es inaceptable en alguien que ha vestido de uniforme".
Durant suele estar acompa?ado de otro orador cinematogr¨¢fico, Scott O'Grady. Este capit¨¢n retirado de las Fuerzas A¨¦reas tard¨® seis d¨ªas en ser rescatado despu¨¦s de que su F-16 fuera derribado en Bosnia cuando patrullaba por la zona de exclusi¨®n a¨¦rea marcada por la OTAN. Su odisea, tamizada por el filtro simplista de Hollywood, se relata en la pel¨ªcula Behind Enemy Lines (Tras la l¨ªnea enemiga). O'Brady dice: "Bush me ha dicho personalmente que antes de irse a la cama cada noche y cuando se levanta por la ma?ana, su preocupaci¨®n principal es nuestra seguridad nacional". Y considera un ¨¦xito presidencial que EE UU no haya sufrido m¨¢s atentados desde el 11-S.
El Partido Republicano sabe que cuenta con el apoyo mayoritario de los veteranos y del personal militar actualmente en activo, pero necesita que todo ese colectivo salga a votar. Por eso hay todo un regimiento de veteranos que env¨ªa cartas escritas y firmadas por ellos para pedir a otros veteranos el voto por Bush. Al menos 2,4 millones de veteranos en los Estados m¨¢s importantes para el resultado electoral han recibido la carta junto con un cuaderno de 12 p¨¢ginas en color en el que se acusa a Kerry de "mentir sobre su servicio en Vietnam, traicionar a sus compa?eros con acusaciones de cr¨ªmenes de guerra y ayudar a activistas radicales de izquierdas". La carta concluye: "Si no pod¨ªamos fiarnos de Kerry en esa ¨¦poca, ?c¨®mo vamos a fiarnos de ¨¦l ahora?
Una encuesta reciente de Annenberg revela que el 69% de los veteranos, militares y sus familias conf¨ªan m¨¢s en Bush que en Kerry; s¨®lo el 24% inclina su confianza hacia el candidato dem¨®crata (una ley de 1948 proh¨ªbe preguntar al personal militar por su intenci¨®n de voto).
A seis d¨ªas de las elecciones parece claro que a los dem¨®cratas les pesa el elemento Vietnam. Aunque Kerry dedic¨® la Convenci¨®n Nacional de su partido a destacar sus propias heroicidades, los republicanos han sabido aprovechar en negativo su curr¨ªculo militar. Basados en testimonios de un valor m¨¢s que cuestionable, han puesto en duda los m¨¦ritos de sus condecoraciones y le han acusado incluso de haber prolongado el cautiverio de cientos de prisioneros de guerra por su activismo en contra del conflicto de Vietnam a su regreso de ese pa¨ªs. Kerry habl¨® ante el Congreso en 1971 para detallar atrocidades y violaciones de los derechos humanos cometidos por el Ej¨¦rcito de Estados Unidos: "Nos pasamos dos a?os m¨¢s en Vietnam por culpa de ¨¦l", dice Jack H. Fellowes, prisionero de guerra en Vietnam durante m¨¢s de 6 a?os, en el documental Stolen Honor (Honor robado), emitido hace unos d¨ªas por las cadenas de televisi¨®n del grupo Sinclair Broadcasting que preside un generoso donante republicano.
Sin embargo, nadie se atreve a vaticinar el sentido del voto de la ¨²ltima hornada de personal militar, las decenas de miles de j¨®venes desplegados en Irak o repartidos por hospitales para tratar sus amputaciones y sus da?os psicol¨®gicos. Un reportero del The New York Times trat¨® de realizar una encuesta sobre preferencias de voto entre los soldados desplegados en Irak; la respuesta m¨¢s com¨²n era ¨¦sta: "Para nosotros, la cuesti¨®n es: ?cu¨¢l de estos dos tipos nos va a sacar antes de aqu¨ª? Irak ha dejado m¨¢s de 1.100 soldados muertos y 26.000 heridos, de ellos 7.000 con extremidades amputadas.
La organizaci¨®n Operation Truth (Operaci¨®n Verdad) agrupa a ex soldados que han combatido en Irak. Con el dinero recaudado en donaciones han comprado espacios publicitarios en las cadenas de televisi¨®n para un anuncio que protagoniza el joven Robert Acosta: "Fui llamado a filas a Irak porque el Gobierno dijo que hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva. Pero no hab¨ªa armas. Dec¨ªan que hab¨ªa conexiones con el 11-S. Pero no exist¨ªan. Nos dijeron que ganar¨ªamos la guerra y regresar¨ªamos pronto a casa. Pero todav¨ªa seguimos all¨ª". Cuando la c¨¢mara abre el plano, Acosta muestra su brazo amputado y lamenta no tener palabras para expresar lo que siente.
Vuelve el fantasma del reclutamiento forzoso
En 1973, el presidente Richard Nixon elimin¨® el reclutamiento forzoso de j¨®venes en EE UU. Treinta a?os despu¨¦s de aquella decisi¨®n que parec¨ªa irreversible, el fantasma del llamamiento obligatorio a filas se ha convertido, seg¨²n las encuestas, en uno de los riesgos mayores en la mente de los votantes de EE UU.
La precariedad de personal en las fuerzas armadas de EE UU ha obligado a prolongar penosamente el tiempo de despliegue de los soldados enviados a Irak. Los turnos se dilatan y los relevos se retrasan. Los informes militares recogen desde hace meses el peligro de la falta de personal si la situaci¨®n en Irak sigue empeorando. Incluso la Guardia Nacional, que suele emplearse en tareas civiles como ayuda en desastres naturales, paga el llamamiento a filas con un descenso imparable en el nivel de alistamiento.
Los j¨®venes de entre 18 y 29 a?os, que ser¨ªan los primeros en ser llamados a filas, y los padres de esa generaci¨®n han tratado de encontrar una garant¨ªa firme de los candidatos que descarte la implantaci¨®n de un reclutamiento forzoso. Los dos lo han prometido y los dos culpan al otro de mentir con su promesa.
El Comit¨¦ Nacional Republicano ha enviado una carta de queja a los organizadores de Rock The Vote, una organizaci¨®n que fomenta el voto contra Bush entre los j¨®venes amantes de la m¨²sica, por incluir en sus promociones la amenaza de un servicio obligatorio si Bush gana en las urnas.
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