El p¨¢jaro resucitado
El dodo desapareci¨® hace 300 a?os. Pero es m¨¢s que un ave perdida, simboliza la moderna extinci¨®n de especies provocada por el ser humano. Ahora, un ocurrente libro lo 'resucita' y lo devuelve a su h¨¢bitat, la isla Mauricio.
En este caso", dijo solemnemente el Dodo, mientras se pon¨ªa en pie, "propongo que se abra un receso en la sesi¨®n y pasemos a la adopci¨®n inmediata de remedios m¨¢s radicales".
"?Habla en cristiano!", protest¨® el Aguilucho. "No s¨¦ lo que quieren decir ni la mitad de estas palabras altisonantes, y es m¨¢s, ?creo que tampoco t¨² sabes lo que significan!".
Y el Aguilucho baj¨® la cabeza para ocultar una sonrisa; algunos de los otros p¨¢jaros rieron sin disimulo.
"Lo que yo iba a decir", sigui¨® el Dodo en tono ofendido, "es que el mejor modo para secarnos ser¨ªa una Carrera Loca".
"?Qu¨¦ es una Carrera Loca?", pregunt¨® Alicia, y no porque tuviera muchas ganas de averiguarlo, sino porque el Dodo hab¨ªa hecho una pausa, como esperando que alguien dijera algo, y nadie parec¨ªa dispuesto a decir nada.
"Bueno, la mejor manera de explicarlo es hacerlo".
El p¨¢jaro dodo ('Raphus cucullatus) es uno de los fant¨¢sticos personajes de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Y eso que esta extra?a y grandota ave con pinta de panoli hab¨ªa desaparecido dos siglos antes en la isla Mauricio, el ¨²nico lugar de la Tierra donde viv¨ªa. Pero el dodo tuvo el dudoso honor de convertirse en icono de la ingenuidad y de la loca carrera de la extinci¨®n moderna de especies animales por culpa de la mano humana. Carrera en la que han ca¨ªdo otras aves como la moa neozelandesa y la paloma migratoria norteamericana, y mam¨ªferos como el bucardo, cabra mont¨¦s pirenaica. Y en la que logran sobrevivir a duras penas animales como la foca monje del Mediterr¨¢neo, el lince ib¨¦rico y el tigre de Bengala.
"Y por si alguno de vosotros quiere hacer tambi¨¦n una Carrera Loca cualquier d¨ªa de invierno, voy a contaros c¨®mo la organiz¨® el Dodo.
Primero traz¨® una pista para la carrera, m¨¢s o menos en c¨ªrculo ('la forma exacta no tiene importancia', dijo), y despu¨¦s todo el grupo se fue colocando aqu¨ª y all¨¢ a lo largo de la pista. No hubo el 'a la una, a las dos, a las tres, ya', sino que todos empezaron a correr cuando quisieron, y cada uno par¨® cuando quiso, de modo que no era f¨¢cil saber cu¨¢ndo terminaba la carrera. Sin embargo, cuando llevaban corriendo m¨¢s o menos media hora, y volv¨ªan a estar ya secos, el Dodo grit¨® s¨²bitamente: '?La carrera ha terminado!".
Siglo y medio despu¨¦s de que Lewis Carroll escribiera esto, el dodo se ha convertido en protagonista absoluto de otro libro: El p¨¢jaro dodo y la isla Mauricio. Encuentros imaginarios, de Harri Kallio, un fot¨®grafo finland¨¦s de 34 a?os especializado en la relaci¨®n de los seres humanos con la naturaleza. Fascinado por el bobo poder de seducci¨®n del ave, Kallio lo ha resucitado en un divertido libro de viajes en el tiempo y el espacio, como si el dodo siguiera habitando en el ?ndico. Un dada¨ªsta trabajo de moviola que ha ganado este a?o el premio de los Editores Europeos de Fotograf¨ªa.
La inocencia de un pajarote de culo gordo y alas cortas que no sab¨ªa, que no sab¨ªa despegar.
As¨ª explica Harri Kallio su proyecto: "Esa extra?a y gigantesca paloma fue exterminada por el hombre entre los a?os 1662 y 1693 en la isla Mauricio. Pero si es cierto que el dodo se extingui¨® hace ya varios siglos, tambi¨¦n lo es que ha permanecido vivo en la memoria colectiva de los integrantes de la cultura occidental gracias a los relatos y leyendas que ha suscitado. (?) Aunque el dodo es hoy un icono relativamente popular entre nosotros, hay muy pocos datos precisos sobre su imagen real. Hace alg¨²n tiempo empec¨¦ a frecuentar las bibliotecas de la Universidad de Oxford y el Museo de Historia Natural de Londres con objeto de recabar toda la informaci¨®n posible"?
Adem¨¢s, Alicia en el pa¨ªs de las maravillas se hab¨ªa convertido en una lectura obsesiva para ¨¦l desde peque?o:
"El Dodo grit¨® s¨²bitamente:
?La carrera ha terminado!
Y todos se agruparon jadeantes a su alrededor, preguntando: '?Pero qui¨¦n ha ganado?'.
El Dodo no pod¨ªa contestar a esta pregunta sin entregarse antes a largas cavilaciones, y estuvo largo rato reflexionando con un dedo apoyado en la frente (la postura en que aparecen casi siempre retratados los pensadores), mientras los dem¨¢s esperaban en silencio. Por fin, el Dodo dijo: 'Todos hemos ganado, y todos tenemos que recibir un premio".
La isla Mauricio, situada en la zona central del oc¨¦ano ?ndico, fue descubierta en 1507 por navegantes portugueses. A partir de 1640 estuvo ya ocupada de forma permanente. Unas pocas d¨¦cadas despu¨¦s, el dodo desaparec¨ªa a causa de la caza abusiva, la p¨¦rdida de su h¨¢bitat por la deforestaci¨®n precipitada y la introducci¨®n de depredadores extra?os, cerdos, monos y ratas que acabaron con su vida feliz. Hasta entonces, correteaba en la inopia, no conoc¨ªa depredadores naturales, ignorante, ajeno a lo dura que es la vida. Jacob Cornelius van Neck escrib¨ªa en 1601: "No encontramos habitantes humanos, m¨¢s bien una gran cantidad de t¨®rtolas y otros p¨¢jaros, que muchos de nosotros golpeamos hasta matarlos con palos y los cazamos, pues, como all¨ª no viv¨ªa ning¨²n hombre, no ten¨ªan miedo de nosotros, sino que se quedaban quietos, dej¨¢ndonos que los golpe¨¢ramos hasta matarlos".
Pobre p¨¢jaro dodo. Y luego, gritando en Alicia: "?Todos hemos ganado, y todos tenemos que recibir un premio!".
Harri Kallio sigui¨® un laborioso proceso de documentaci¨®n para resucitar al cucullatus; se sirvi¨®, sobre todo, de las pinturas y dibujos del pintor holand¨¦s Roelandt Savery, que al parecer s¨ª trabaj¨® con un dodo vivo, mientras que la imaginer¨ªa posterior del p¨¢jaro fue copiada directamente de sus trabajos, incluyendo la caricatura con que John Tenniel ilustr¨® la edici¨®n original de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Es la principal fuente, ya que todo lo que queda hoy de los dodos reales es, seg¨²n explica Kallio en su libro, "una cabeza, un cr¨¢neo, una pata, el molde de una pata, varios trozos de piel y una colecci¨®n de subf¨®siles, algunos de los cuales han sido ensamblados para formar esqueletos simulados". Estos restos se encuentran en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford, el Museo de Historia Natural de Londres, el Museo Zool¨®gico de la Universidad de Copenhague y el Museo Narodny de Praga.
El bi¨®logo Miguel Delibes tambi¨¦n ha convertido al dodo en protagonista de uno de los cap¨ªtulos de su libro Vida. La naturaleza en peligro (Temas de Hoy): "[Los europeos que llegaron a Mauricio] encontraron muchas cosas raras, y a la mayor¨ªa les dieron una utilidad gastron¨®mica. Acabar¨ªan d¨¢ndose cuenta, incluso, de que las tortugas terrestres gigantes, grandes como vacas, pod¨ªan llevarse panza arriba en los barcos y mantenerse vivas durante meses, sin necesidad de comer y beber, de manera que constitu¨ªan una magn¨ªfica reserva de carne fresca para las largas expediciones marineras (como consecuencia, ya no quedaban tortugas gigantes de las Mascare?as, semejantes a las de las islas Gal¨¢pagos, al final del siglo XVIII). Pero la estrella de todos los animales desaparecidos en la isla Mauricio, y tal vez el ave extinguida m¨¢s famosa del mundo, es el dodo. (?) Tan grande o mayor que un pavo, estaba emparentado no obstante con las palomas y no pod¨ªa volar. Varios cronistas lo describ¨ªan como un 'culo gordo' (?) Como tantas y tantas especies insulares, carec¨ªa de miedo, pues en su larga historia evolutiva no lo hab¨ªa necesitado. Ello le hac¨ªa aparecer ante los marinos bien como un 'ave est¨²pida' que pr¨¢cticamente se dejaba capturar, bien como un animal 'sereno y majestuoso', que no se inmutaba ante la presencia humana". Cuenta Delibes c¨®mo en 1598, el holand¨¦s Van Neck escribi¨®: "Cuanto m¨¢s se los hierve, m¨¢s tiesos e incomestibles se vuelven". Sin embargo, a?ade Delibes, "no deb¨ªan de estar tan malos, o bien la necesidad era mucha, porque en a?os sucesivos varias cr¨®nicas hablan de su aprovechamiento. Hasta el punto de que una expedici¨®n de comienzos del siglo XVII rese?¨® en su diario que hab¨ªan cazado dodos impresionantemente gordos, tanto que dos ejemplares bastaron para proporcionar una buena pitanza a toda la tripulaci¨®n".
La caza humana no fue s¨®lo la causa de su extinci¨®n. Les gustara o no la pechuga de dodo a aquellos marinos, prefer¨ªan sabores m¨¢s familiares. Por eso, les dio por soltar en las islas animales conocidos, para que criaran en libertad, y as¨ª, en viajes posteriores, disponer de abundante carne. Ese planteamiento resulta una bomba ecol¨®gica, pues esos animales introducidos acaban con la fauna aut¨®ctona. Y ¨¦sta ha sido una de las grandes razones de extinci¨®n de la biodiversidad. Los huevos y pollitos de dodo debieron de ser un estupendo manjar para cerdos y macacos. Termina Delibes: "El dodo se ha convertido en un mito, pues su extinci¨®n en menos de un siglo es uno de los m¨¢s tristes y paradigm¨¢ticos episodios en la historia de la relaci¨®n entre hombre y naturaleza".
Pobre?, y ¨¦l pidiendo premios para todos. Como escribi¨® sir Thomas Herbert en 1627, primera persona que us¨® el nombre de dodo en un libro: "Tienen un semblante melanc¨®lico, como si fueran sensibles a la injusticia de la naturaleza al modelar un cuerpo tan macizo destinado a ser dirigido por alas complementarias ciertamente incapaces de levantarlo del suelo".
Esa inocencia de culo gordo lo ha convertido en emblema de lo que se ha dado en llamar la sexta gran extinci¨®n, similar a otras ocurridas en cinco ocasiones desde el inicio de la vida en la Tierra. La mayor de estas hecatombes se produjo hace unos 245 millones de a?os y se calcula que acab¨® con nueve d¨¦cimas partes de las especies marinas. La m¨¢s reciente, hace unos 65 millones de a?os, termin¨® con los dinosaurios y prepar¨® el camino a los mam¨ªferos. Lo explica John R. McNeill, profesor de historia en la Universidad de Georgetown (EE UU), en su libro Algo nuevo bajo el sol: "La mayor¨ªa de las especies que han existido est¨¢n actualmente extinguidas. Y la mayor¨ªa de esas extinciones se han dado en islas y en lagos y r¨ªos, es decir, en h¨¢bitats aislados. En 1995 hab¨ªa desaparecido ya alrededor del 1% de las aves y los mam¨ªferos existentes en 1900". Y concluye: "Hasta ahora, los accesos de extinci¨®n se han debido a causas desconocidas, pero el actual -si lo es- difiere de los anteriores por la obviedad de su causa: la actividad econ¨®mica de un mam¨ªfero irresponsable. Nunca hab¨ªa ocurrido nada igual en la historia de la Tierra".
Kaillo ha hecho su peque?o gran homenaje a este desastre, resucitando al s¨ªmbolo, al dodo, para llevarlo a la isla Mauricio y captar all¨ª el pasado, la estampa que ya nunca ser¨¢ real. Kaillo ha hecho del dodo un ave a¨²n m¨¢s dad¨¢; construyendo un macho y una hembra con esqueletos de acero y aluminio, recubiertos de fibra de vidrio y l¨¢tex, con cabezas de silicona y ojos de cristal -"No di por terminadas las cabezas hasta que tuve la sensaci¨®n de que me miraban fijamente"-. Con plumas de cisne, alas de ganso y colas de avestruz.
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