Conferencia
Tras la frustrante celebraci¨®n de la primera Conferencia de Presidentes auton¨®micos, se inicia formalmente el arduo desarrollo de la agenda territorial que ha de centrar para bien o para mal la primera legislatura de Zapatero. Y digo frustrante porque no ha sabido responder a las ambiciosas expectativas que el propio Gobierno hab¨ªa alimentado. Algo parece haber fallado, empezando por la fecha de su convocatoria, que se ha adelantado un mes sobre el calendario previsto. ?A qu¨¦ ven¨ªa tanta precipitaci¨®n? Bien pudiera ser que su adelantamiento se debiese al deseo de hacer coincidir la solemnidad del acto espa?ol con la firma en Roma del nuevo Tratado Constitucional europeo, a fin de subrayar as¨ª su hipot¨¦tico paralelo simb¨®lico.
Desde un comienzo, el Gobierno sugiri¨® que la Conferencia ser¨ªa formalmente an¨¢loga a las cumbres europeas que congregan al Consejo de jefes de Gobierno. Y debe reconocerse que la comparaci¨®n es atractiva, al tratarse en ambos casos de solucionar el mismo problema irresuelto que plantea la distribuci¨®n territorial del poder a escala espa?ola o europea. Ya dec¨ªa Ortega que Espa?a es el problema y Europa la soluci¨®n. Pues bien, si en Europa se est¨¢ resolviendo todo mediante las tres instituciones de la Uni¨®n (Consejo, Comisi¨®n y Parlamento), ?por qu¨¦ no hacer lo mismo con la vertebraci¨®n espa?ola? Ya tenemos el equivalente del Parlamento Europeo que es el Congreso, y ahora s¨®lo faltar¨ªan las otras dos instituciones, lo que el Gobierno espera completar con la flamante Conferencia de Presidentes, que equivaldr¨ªa al Consejo Europeo, y con la futura reforma del Senado como C¨¢mara territorial, quiz¨¢ equiparable a la Comisi¨®n Europea.
Europa como met¨¢fora de Espa?a y viceversa: ¨¦se parece ser el sue?o de Zapatero, con la esperanza de convertir los gigantes celtib¨¦ricos en europeos molinos de viento. Pero el sue?o podr¨ªa convertirse en una pesadilla, pues las instituciones for¨¢neas no se trasplantan con facilidad sobre el suelo aut¨®ctono, cuyo rechazo les puede impedir arraigar. Es lo que sucedi¨® por ejemplo en el siglo XVIII, cuando el decreto de Nueva Planta intent¨® implantar el despotismo ilustrado con instituciones calcadas del absolutismo franc¨¦s, dando origen as¨ª a la futura cuesti¨®n territorial. Pero es que adem¨¢s, con ser la idea del paralelo europeo muy interesante, tambi¨¦n podr¨ªa ser un espejismo falaz, dado que la opuesta naturaleza de las instituciones europeas las hace incomparables con el naciente autonomismo espa?ol. El Consejo Europeo es una instituci¨®n soberana que prevalece sobre la Comisi¨®n y el Parlamento. Es horizontal y multilateral porque ninguno de sus miembros predomina sobre los otros. Y es confederal o consensual porque los Estados poseen poder de veto y derecho de secesi¨®n. Mientras que en Espa?a nada de esto es as¨ª. La Conferencia no puede ser soberana porque est¨¢ sometida al Parlamento espa?ol. Tampoco puede ser horizontal ni multilateral m¨¢s que a efectos de coordinaci¨®n administrativa, pues la negociaci¨®n pol¨ªtica de las transferencias presupuestarias ha de ser bilateral con Madrid, seg¨²n el ejemplo constitucionalmente consagrado en el cupo del concierto econ¨®mico. Y tampoco puede ser confederal, pues las Comunidades Aut¨®nomas no poseen poder de veto ni derecho de secesi¨®n.
Pero la mayor disparidad que impide comparar a Europa con Espa?a es la distinta pugna por la soberan¨ªa. En la Uni¨®n, el poder se concentra en el Consejo, que gobierna desde arriba a trav¨¦s de la Comisi¨®n sin responder ante el Parlamento. De ah¨ª que ¨¦ste haya interpretado la retirada de Dur?o Barroso como una victoria, por p¨ªrrica que sea. Pues el mal europeo no es la distribuci¨®n territorial del poder sino el d¨¦ficit democr¨¢tico. Mientras que el mal espa?ol no tiene nada que ver con ¨¦se, pues aqu¨ª lo que duele es la doble soberan¨ªa popular, que genera legitimidades contradictorias abriendo un conflicto insalvable entre el Parlamento central y los auton¨®micos. Y la Conferencia de Presidentes mal podr¨ªa arbitrar esta antit¨¦tica soberan¨ªa dual.
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