La votaci¨®n para renovar las C¨¢maras determinar¨¢ el poder del nuevo presidente
Los republicanos aspiran a reforzar su mayor¨ªa en los dos ¨®rganos legislativos del pa¨ªs
Ma?ana en EE UU no s¨®lo se vota presidente. Como cada dos a?os, tambi¨¦n se renueva totalmente la C¨¢mara de Representantes (435 esca?os) y un tercio del Senado (34). Son las llamadas "otras elecciones", que, a pesar de no ser de tan alto perfil, son definitorias y atar¨¢n o dejar¨¢n las manos libres al presidente que sea elegido en las urnas para sacar adelante su programa. Los republicanos apuestan estas elecciones por reforzar la mayor¨ªa de la que ya disfrutan en la C¨¢mara de Representantes (C¨¢mara baja). En ning¨²n caso con perderla. Tambi¨¦n cuentan con mantener su estrecha ventaja en el Senado.
Si John Kerry lograse llegar a la Casa Blanca, tendr¨ªa enfrente a un Congreso (C¨¢mara de Representantes m¨¢s Senado) hostil. Salvo grandes sorpresas, apunta a que seguir¨¢ en manos de los republicanos. Aun as¨ª, la elecci¨®n del Congreso puede ser tan competitiva y cerrada como lo est¨¢ siendo la campa?a electoral. Todo est¨¢ por ver. Ahora mismo, el equilibrio de poder en el Congreso entre los dem¨®cratas y republicanos es muy ajustado.
De hecho, los republicanos s¨®lo tienen una mayor¨ªa de 12 esca?os en la C¨¢mara baja (229 sobre 205, y un esca?o independiente que vota con los dem¨®cratas) y exactamente 51 asientos sobre 100 en la C¨¢mara alta. "El Congreso permanecer¨¢ como est¨¢ ahora", asegura James A. Thurber, director del Centro de Estudios Presidenciales de la American University. Las elecciones al Capitolio son muy importantes por el papel central que esta instituci¨®n juega en la pol¨ªtica norteamericana. Todas las leyes se hacen y deben ser revisadas por el Congreso.
Tambi¨¦n de forma diferente a como sucede en los sistemas parlamentarios, la disciplina de partido es m¨¢s flexible. Los miembros del Congreso son libres de votar las pol¨ªticas que crean mejores y a menudo hacen lo que consideran m¨¢s oportuno para garantizar su reelecci¨®n.
Dominio republicano
En el caso de que John Kerry fuese elegido presidente el 2 de noviembre, se enfrentar¨ªa con su primer obst¨¢culo a la vuelta de la esquina de la misma Casa Blanca: La C¨¢mara de Representantes. Los republicanos esperan mejorar la actual ventaja con la que ya cuentan, pero incluso aunque no fuera as¨ª, es muy probable que la C¨¢mara siga dominada por un grupo muy conservador. Dicho de otra manera, la elecci¨®n de 1994 sigue triunfando sobre la vida pol¨ªtica de 2004.
Fue en aquel a?o cuando Newt Gingrich llev¨® al Partido Republicano a una victoria aplastante que tumb¨® la cortina de acero dem¨®crata que durante 40 a?os hab¨ªa cubierto la C¨¢mara de Representantes. Gingrich cay¨® v¨ªctima de sus propios compa?eros en 1999, pero desde hace diez a?os su partido controla con mano f¨¦rrea la C¨¢mara baja del Congreso.
Si el control republicano de la C¨¢mara de Representantes es amplio, no lo es tanto el que ¨¦stos poseen sobre el Senado. Este a?o, 34 esca?os est¨¢n en juego. Aunque en realidad un n¨²mero no muy alto de ellos ser¨¢n sustituidos por otros nuevos. Los que ya est¨¢n en el cargo se encuentran bien agarrado a ¨¦l. No es f¨¢cil que dejen su asiento. Dedican todo su tiempo a conquistar y convencer a sus respectivos votantes de que ellos vuelvan a ser los elegidos.
Pase lo que pase, la lucha por el Senado ha sido apasionante. Los dos l¨ªderes de la C¨¢mara alta, republicano y dem¨®crata, fueron los primeros en abrir la veda. El republicano Bill Frist rompi¨® d¨¦cadas de tradici¨®n y viaj¨® a Dakota del Sur para hacer campa?a contra el l¨ªder de la minor¨ªa dem¨®crata Tom Daschle. Ajustada ve¨ªan la victoria cuando ambos l¨ªderes han hecho abiertamente campa?a el uno contra el otro, algo que en nombre del decoro bipartidista y por evitar ataques personales se ha evitado en anteriores elecciones.
De los 15 esca?os republicanos que est¨¢n en juego, s¨®lo parecen susceptibles de ser perdidos cinco: Alaska, Colorado, Illinois, Oklahoma y quiz¨¢ Pensilvania. Para hacerse con el control de la C¨¢mara Alta, los dem¨®cratas no s¨®lo deben conquistar nuevos bancos sino defender tambi¨¦n las vacantes que dejan cinco senadores que se jubilan en cinco Estados del sur que votaron por Bush en 2000.
Pero los republicanos tambi¨¦n tienen dificultades para defender seg¨²n qu¨¦ sitios. Como Illinois. All¨ª, el senador Peter Fitzgerald se retira y la victoria se da casi por hecha para el dem¨®crata Barack Obama que compite con otro candidato negro, Alan Keyes. O quiz¨¢ algo tenga que ver una mala elecci¨®n a la hora de designar candidatos. En la proteccionista Carolina del Sur, los republicanos han nominado a un defensor del libre mercado como es Jim DeMint. En Alaska, Lisa Murkowski fue elegida a dedo por su padre para el cargo cuando ¨¦ste decidi¨® retirarse para convertirse en gobernador. Y en Kentucky, Jim Bunning, de 74 a?os, ha tentado su suerte al comparar a su 'moreno' oponente, Dan Mongiardo, con uno de los hijos de Sadam Husein.
La elecci¨®n de los Gobernadores poco o ning¨²n inter¨¦s levanta al otro lado del Atl¨¢ntico: Pero en EE UU es de suma relevancia ya que son los Estados los que deciden y en ¨²ltima instancia proveen de servicios a los ciudadanos. De los 50 gobernadores que existen en EE UU, 27 son republicanos y 23 dem¨®cratas. Once ser¨¢n elegidos en las elecciones de ma?ana martes.
La trampa de redise?o del l¨ªmite de los distritos
En la elecci¨®n de los nuevos congresistas, senadores, gobernadores y un largo etc¨¦tera de cargos p¨²blicos hace a?os que ha entrado en juego una pr¨¢ctica que, aunque legal, no deja de ser sorprendente. Su uso est¨¢ teniendo serios efectos sobre el sistema democr¨¢tico. Se trata del t¨¦rmino conocido como gerrymandering (nombre tomado del Gobernador de Massachusetts, Elbrodge Gerry, que en 1812 dise?¨® un distrito con fines pol¨ªticos). Aplicando esta t¨¢ctica, los republicanos cuentan con que el reciente redise?o de algunos distritos electorales dentro de Tejas les aporte nuevos esca?os.
Mediante avanzados programas de ordenador, se dibujan las fronteras de un distrito y se obtienen resultados con una garant¨ªa total. Con un solo clic de rat¨®n, los republicanos -que ostentan el poder en Tejas- han forzado a presentarse por otro distrito al congresista dem¨®crata Jim Turner. Sobra decir que Turner no tiene ninguna posibilidad de ser elegido all¨ª donde le han mandado. "El redise?o que han hecho los republicanos en Tejas tiene como fin eliminar al m¨¢ximo n¨²mero posible de candidatos dem¨®cratas al Congreso", asegura Turner.
Cada d¨¦cada, con la publicaci¨®n de un nuevo censo, todos los Estados est¨¢n obligados a redibujar sus distritos. Con contadas excepciones, el proceso lo lleva a cabo el partido que controla cada Estado. Cuando los republicanos ganaron en Tejas en 2002 no s¨®lo redise?aron los mapas, sino que tomaron la decisi¨®n de volver a las fronteras de d¨¦cadas anteriores (que les conven¨ªan m¨¢s) y dejaron fuera del juego a siete candidatos dem¨®cratas. Cinco de ellos han decidido luchar. Es el caso del congresista Martin Frost, quien represent¨® durante 26 a?os el distrito 24 de Dallas Fort Worth. Pero no s¨®lo planea sobre Tejas: el fantasma del gerrymandering se extiende a escala nacional.
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