?Existe democracia en EE UU?
A la vuelta a Espa?a, hace siete a?os, despu¨¦s de vivir en Estados Unidos durante 38 a?os, me ha preocupado la cobertura medi¨¢tica que se hace de EE UU en gran n¨²mero de medios de informaci¨®n catalanes y espa?oles, que tiene problemas serios. Uno de ellos es que se traduzcan literalmente al espa?ol los t¨¦rminos utilizados en el lenguaje pol¨ªtico estadounidense, sin darse cuenta de las diferencias existentes en el significado que estos t¨¦rminos tienen en dos culturas pol¨ªticas muy distintas. As¨ª, es muy frecuente que medios de informaci¨®n espa?oles utilicen el t¨¦rmino liberal para definir -tal como se hace en las culturas medi¨¢ticas y pol¨ªticas estadounidenses- personas o posturas en EE UU que defienden la expansi¨®n y universalizaci¨®n de los servicios p¨²blicos del Estado de bienestar y la redistribuci¨®n de la riqueza a base de pol¨ªticas redistributivas, pol¨ªticas p¨²blicas que caracterizan las posturas socialdem¨®cratas en Espa?a y en Europa. Referirse en Espa?a a los sindicatos estadounidenses (la federaci¨®n AFL-CIO) o al senador Ted Kennedy o a Jesse Jackson, presidente de la Federaci¨®n Arco Iris de la izquierda del Partido Dem¨®crata, como liberales es err¨®neo y lleva a una enorme confusi¨®n, resultado de una mala pr¨¢ctica inform¨¢tica, cuando no mera manipulaci¨®n.
Cada Estado, al margen de su tama?o, est¨¢ representado por dos senadores
Quien gobierna necesita s¨®lo el 16% del total de los votos para mantenerse en el poder
Otro error frecuente es la idealizaci¨®n del sistema pol¨ªtico de aquel pa¨ªs no s¨®lo por pensadores liberales, sino tambi¨¦n por sectores socioliberales que han tomado al Partido Dem¨®crata como un modelo para las izquierdas espa?olas, de las cuales estos ¨²ltimos se consideran parte. El Partido Dem¨®crata, sin embargo, no es un partido de izquierdas (aunque tiene un sector de izquierdas importante), lo cual es la causa m¨¢s importante de que EE UU tenga un Estado de bienestar muy poco desarrollado: 45 millones de estadounidenses no tienen ninguna cobertura sanitaria. La falta de dinero para pagar las facturas m¨¦dicas, por cierto, es la mayor causa de bancarrota para las familias estadounidenses.
Sobre el sistema pol¨ªtico, debemos preguntarnos si EE UU es hoy una democracia viva. ?sta no es una pregunta fr¨ªvola. Hay al menos tres razones para cuestionar que el sistema pol¨ªtico de EE UU sea hoy aut¨¦nticamente democr¨¢tico.
La primera raz¨®n es que la Constituci¨®n de EE UU establece que cada Estado, independientemente de su tama?o, est¨¦ representado por dos senadores. Esto comporta que el 50% de la poblaci¨®n estadounidense que vive en los Estados m¨¢s poblados, que son tambi¨¦n los m¨¢s desarrollados econ¨®mica e industrialmente, y los m¨¢s progresistas, est¨¦n representado por s¨®lo 18 senadores, mientras que el otro 50% de la poblaci¨®n que vive en los Estados m¨¢s rurales, m¨¢s peque?os y m¨¢s conservadores, est¨¢ representado por 82 senadores.
La otra raz¨®n para cuestionar la naturaleza democr¨¢tica de EE UU es su sistema electoral, que no es proporcional, lo cual determina que un candidato que pierda con el 49% de los votos pierde toda la representatividad, mientras que el que gana con el 51% lo gana todo. Estas reglas imposibilitan en la pr¨¢ctica el establecimiento de un tercer partido de ¨¢mbito nacional; su misi¨®n hist¨®rica ha sido, precisamente, da?ar al partido ideol¨®gicamente m¨¢s pr¨®ximo. El sistema electoral de EE UU permite as¨ª s¨®lo dos opciones mayoritarias. Y aunque hay diferencias importantes entre ambos partidos, ¨¦stas se est¨¢n reduciendo en los ¨²ltimos 20 a?os debido a la gran influencia de los grupos econ¨®micos, financieros y profesionales, influencia que se ejerce a trav¨¦s de la financiaci¨®n de tales partidos, lo cual me lleva a detallar la tercera raz¨®n por la cual la democracia estadounidense est¨¢ hoy muy limitada. EE UU es el ¨²nico pa¨ªs del mundo democr¨¢tico que tiene privatizado todo el sistema electoral. Es decir, en la pr¨¢ctica no hay l¨ªmites para que los candidatos o grupos pr¨®ximos a ellos reciban y gasten fondos privados (destinados en su mayor¨ªa a comprar tiempo televisivo, que tampoco est¨¢ regulado, sino que es accesible al mejor comprador). La mayor¨ªa de estos fondos proceden de los lobbies econ¨®micos y financieros, es decir, de grandes grupos de poder que determinan en gran manera las pol¨ªticas p¨²blicas de los pol¨ªticos que han recibido su dinero, lo que explica el gran cinismo existente entre la poblaci¨®n (y muy en especial entre las clases populares) sobre la representatividad de la clase pol¨ªtica. En una encuesta reciente (Peter Hart Poll, 5-5-04) se indic¨® que el 82% de la poblaci¨®n adulta no cree que los pol¨ªticos representen sus intereses. De ah¨ª la enorme abstenci¨®n. En las elecciones presidenciales, casi el 50% de la poblaci¨®n no vota, y esta abstenci¨®n es incluso mayor entre las clases populares. En las estatales y municipales, llega incluso al 70%; por tanto, s¨®lo el 30% participa. Esta escasa participaci¨®n no da?a, por lo general, a los gobernantes elegidos. Antes al contrario, les favorece. Seg¨²n el Instituto de An¨¢lisis Electorales Common Cause, s¨®lo el 30% del electorado (en las elecciones a los Estados y a los municipios) participa, con lo cual el que gobierna necesita s¨®lo el 16% para mantenerse en el poder, un bajo porcentaje que puede movilizarse a base de pol¨ªticas de tipo clientelar. De ah¨ª que el 92% de los gobernantes (promedio de todos los niveles del Estado) que se presentan a la reelecci¨®n en EE UU ganen las elecciones, por lo que constituyen una de las clases pol¨ªticas m¨¢s estables y menos renovadas de las democracias occidentales. Ni que decir tiene que el sistema pol¨ªtico estadounidense cuenta tambi¨¦n con elementos positivos, tales como los referendos vinculantes a nivel municipal y estatal (aunque no federal), as¨ª como las primarias dentro de los partidos. Ahora bien, ello no es suficiente para considerar aquel sistema como un punto de referencia para las fuerzas progresistas en Europa.
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