Las olvidadas arquitecturas de la sacramental de San Isidro
El autor denuncia el abandono, la ruina y el expolio que afecta a uno de los camposantos m¨¢s importantes de la ciudad, donde trabajaron los m¨¢s destacados arquitectos
Entre los conjuntos hist¨®ricoart¨ªsticos m¨¢s indebidamente olvidados de Madrid hay un hermoso jard¨ªn, museo callado de arquitectura y escultura, met¨¢fora construida de una ciudad ideal y, a la vez, espl¨¦ndido mirador de la ciudad real que aparece al otro lado del Manzanares... Nos referimos al vasto semic¨ªrculo del Patio de la Pur¨ªsima de la sacramental de San Isidro, en el llamado Monte de las ?nimas, junto a la pradera -?esa inmortal panor¨¢mica de Madrid!- pintada por Goya.
Fue levantado en el ¨²ltimo tercio del XIX para una alta y emergente burgues¨ªa, que, a la vez que transformaba la ciudad de los vivos y planificaba Madrid como una nueva metr¨®poli socialmente zonificada, quer¨ªa explicitar tambi¨¦n una diferenciaci¨®n de rango social en la ciudad de los muertos (nuevo signo de los tiempos, tan expl¨ªcito en este caso frente al sentido igualitario ante la muerte que a¨²n registran los anteriores y claustrales patios de la sacramental).
Se ha demolido el pante¨®n entero, obra catalogada con protecci¨®n integral
Los grandes arquitectos del momento levantaron all¨ª sus construcciones
Los madrile?os visitan en Par¨ªs el P¨¨re Lachaise, pero olvidan la Sacramental
Los grandes arquitectos del momento (Vel¨¢zquez Bosco, el marqu¨¦s de Cubas, Ortiz de Villajos, Arturo M¨¦lida, Segundo de Lema, Repull¨¦s, Fort, L¨¢zaro, Adaro... y, algo m¨¢s tarde, el gran Palacios) levantaron all¨ª sus construcciones, el sobrecogedor conjunto de panteones que entre calles, jardines y glorietas remeda la construcci¨®n de la ciudad. Arquitecturas m¨¢s libres, arriesgadas y heterodoxas, m¨¢s experimentales y abiertas que las que, a menudo para los mismos clientes, estaban proyectando estos arquitectos en los nuevos barrios del Madrid de entonces; recogen expresivamente la disparidad de formas y modos del momento, muy se?aladamente las corrientes neomedievalistas: neog¨®tico, neobizantino, neomud¨¦jar...
Pero desolador resulta, para el asombrado paseante de este jard¨ªn, ver c¨®mo estas arquitecturas est¨¢n en buena parte en estado ruinoso; y junto al desconsuelo de nuestro paseante, el darse cuenta de que no proviene tal ruina de una deficiente construcci¨®n. Los panteones de la Sacramental, edificados en un momento en que artes y oficios alcanzaban un raro esplendor, nos muestran una construcci¨®n s¨®lida y llamada a perdurar en el tiempo sin deteriorarse y... sin casi mantenimiento. ?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo entonces? Lo que no ha hecho el expolio directo y el vandalismo -tantas cerrajer¨ªas sustra¨ªdas, tantas vidrieras rotas por la piedra que una mano lanz¨®- lo est¨¢ consiguiendo la negligente incuria: no hay nadie que -?una vez cada cu¨¢ntos a?os?- limpie las cubiertas de tantos panteones en los que va arraigando no poca vegetaci¨®n; en muchos casos, inexplicablemente, vemos altos cipreses encaramados entre los botareles y pin¨¢culos de un pante¨®n o surgiendo entre las juntas del trasd¨®s de una b¨®veda, que lenta pero poderosamente llevan a cabo la desarticulaci¨®n de sillares y consiguiente la ruina de la f¨¢brica.
El pante¨®n de los marqueses de Amboage (a quienes Joaqu¨ªn Rog¨ª construir¨ªa el magn¨ªfico palacio en la calle de Juan Bravo, hoy Embajada de Italia) es una de las arquitecturas m¨¢s interesantes -y significativas- del recinto. Obra de Arturo M¨¦lida, arquitecto, escultor y pintor, la figura espa?ola m¨¢s relacionada con el movimiento Arts and Crafts, es atrevido ejemplo -que no dej¨® de desconcertar a los ojos de sus contempor¨¢neos- de la integraci¨®n de las artes y la yuxtaposici¨®n de muy distintos materiales constructivos (junto a la piedra, el uso de elementos met¨¢licos, la azulejer¨ªa y la cer¨¢mica esmaltada, el vidrio pintado...). Su firme construcci¨®n no requerir¨ªa de m¨¢s mantenimiento que la eliminaci¨®n peri¨®dica de dep¨®sitos vegetales..., pero sus sillares de cuidada esterotom¨ªa se est¨¢n abriendo por causa de las ra¨ªces de los cipreses que han cundido en su cubierta. ?Qu¨¦ hace la propiedad?, ?qu¨¦ la Sacramental?, ?qu¨¦ el Ayuntamiento?
Pero otros grandes panteones han corrido ya mucha peor suerte: el de Jausoroy y Barreras, obra de Severiano Sainz de la Lastra, era hasta hace poco una de las m¨¢s destacadas obras de la Sacramental; de elevada composici¨®n neog¨®tica sobre planta hexagonal, ocupaba un vasto recinto -m¨¢s de 100 metros cuadrados- en una de las principales glorietas del cementerio. Hace tres a?os lo pude ver con un cipr¨¦s arraigado entre los apuntados arcos de la aguja; ¨¦sta, al a?o siguiente, ya se hab¨ªa derrumbado por el empuje de las ra¨ªces; y, al cabo, estos d¨ªas he podido contemplar en su lugar un amplio solar, despoblado de ¨¢rboles y rompiendo el continuo del ajardinado conjunto: se ha demolido el pante¨®n entero, obra -?dig¨¢moslo!- catalogada con protecci¨®n integral en el Plan Especial de Protecci¨®n del Ayuntamiento. ?Qu¨¦ se va a construir ahora en solar tan codiciado?
Por otra parte, ese inopinado paseante se conmover¨ªa tambi¨¦n ante la presencia de la escultura en este Patio de la Pur¨ªsima: ?las esculturas -preciso es aclarar- que todav¨ªa no han sido expoliadas!, y que deber¨ªan hacer de ¨¦l (y es claro que otras ciudades, otros pa¨ªses no dejar¨ªan de hacerlo) un verdadero museo-jard¨ªn, donde -en continua escenograf¨ªa- encontrarnos con imponentes obras de arte (obras de las que hoy, sin embargo, dado su estado de abandono, nos asombra y alarma descubrir el nombre ¨ªnclito de sus autores: Ricardo Bellver, Mariano Benlliure, Agust¨ªn Querol...).
Con ser graves los dos aspectos destacados m¨¢s arriba acaso el que venga a dar al traste con la idea original de este conjunto art¨ªstico, ¨²nico en la ciudad, sea la propia pol¨ªtica de especulaci¨®n inmobiliaria -podemos llamarlo as¨ª- que est¨¢ llevando a cabo la propia Sacramental. ?Qu¨¦ dir¨ªamos si se parcelara el bulevar de la Castellana y se vendiera en solares?, ?qu¨¦ si junto a su frente de fachada apareciera una nueva alineaci¨®n de edificios?, ?qu¨¦ si sus glorietas ajardinadas se colmataran de nuevas edificaciones? Pues bien, algo de esto es lo que se est¨¢ haciendo aqu¨ª: en las avenidas ajardinadas se abren nuevas tumbas fuera de toda ordenaci¨®n; en los espacios entre panteones -comprometiendo los existentes- aparecen m¨¢s y m¨¢s modernos enterramientos; en las glorietas ya no hay continuidad del piso terrizo, pues el granito de las nuevas sepulturas lo va compactando todo... No deja ello de ser sorprendente cuando el Plan General de Madrid define as¨ª el r¨¦gimen de obras en este patio del cementerio: "?nicamente se permiten aquellas obras destinadas a la conservaci¨®n integral del conjunto tal y como fue proyectado en su origen. Queda excluida la posibilidad de demoler y reconstruir, debiendo mantenerse y consolidarse de forma continuada su conjunto...".
Muchos madrile?os cuando viajan a Par¨ªs van a visitar el imprescindible cementerio del P¨¨re Lachaise, que tan acertadamente describiera Balzac... Pero este otro cementerio -"el P¨¨re Lachaise de Madrid" se le ha llamado- cae en el olvido y, entre unos y otros, se nos desmorona. Es -?todav¨ªa!- un singular registro arquitect¨®nico, urbano, art¨ªstico e hist¨®rico de un momento bien perfilado en la historia de Espa?a; su falta de conservaci¨®n y su incomprensible trivializa-ci¨®n constituyen una p¨¦rdida que va a empezar a ser irreversible. Ser¨ªa deseable que las autoridades correspondientes, as¨ª como las Academias de Bellas Artes y de la Historia, el Colegio de Arquitectos... hicieran algo, acaso un gesto, por su salvaci¨®n.
Javier Garc¨ªa-Guti¨¦rrez Mosteiro. Arquitecto, profesor titular de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y director del M¨¢ster en Conservaci¨®n y Restauraci¨®n del Patrimonio Arquitect¨®nico y Urbano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.