Ahorrar a gusto de todos
A estas alturas de la historia, casi todo el mundo parece estar de acuerdo en que el modelo de crecimiento econ¨®mico basado en el consumo de las familias y en la construcci¨®n de viviendas va dando, cada vez m¨¢s, muestras de agotamiento. Lo que tal vez no siempre se alcanza a ver es que existen dos problemas distintos, aunque est¨¦n interrelacionados, como todo en Econom¨ªa, y tal como los premios Nobel 2004, Kindland y Prescott, se han esforzado en mostrar en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas.
Una cosa es el crecimiento a largo plazo del potencial productivo de la econom¨ªa. Otra cosa distinta es evitar que el crecimiento efectivo de cada a?o se aleje, por causas coyunturales, de su nivel potencial alcanzable. Tratar de solventar un "bache" entre la producci¨®n efectiva y la potencial a corto plazo mediante una aplicaci¨®n de recursos encaminados a elevar la productividad mediante el avance t¨¦cnico, es posiblemente inadecuado ya que la efectividad de tal medida reclama tiempo para ser efectiva. Y, seguramente, tambi¨¦n ser¨ªa err¨®neo tratar de estimular el crecimiento a largo plazo de una econom¨ªa mediante est¨ªmulos al consumo y la construcci¨®n de viviendas. El modelo espa?ol de los ¨²ltimos a?os nos dice algo de esto.
Conviene potenciar y proteger el ahorro privado con neutralidad y generar ahorro p¨²blico
En el momento actual la econom¨ªa espa?ola precisa avanzar en su potencial productivo, si quiere acelerar su convergencia respecto a los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa. El incremento de la productividad como objetivo se hace evidente ya que constituye la ¨²nica forma de elevar la producci¨®n y renta per capita, a la vez que autorizar¨ªa unos crecimientos salariales mayores sin aumento de costes laborales unitarios y, por tanto, sin da?ar la competitividad internacional. En la base de esta indispensable actuaci¨®n, existe un esfuerzo inversor considerable que como la experiencia demuestra -y sin negar la importancia de la financiaci¨®n externa- reclama aumentar la tasa de ahorro interior, atacada de una especie de par¨¢lisis desde 1995 (entre el 22% y el 23% del PIB) que impide una financiaci¨®n suficiente de la tasa de inversi¨®n -afortunadamente mayor- que los espa?oles deseamos realizar y que origina un agujero de necesidad de financiaci¨®n externa que para 2004 se estima en el 3% del PIB. El m¨¢s elevado desde 1992.
Por otra parte, en la perspectiva de m¨¢s corto plazo, si el modelo consumo+vivienda se est¨¢ agotando, ser¨ªa bueno plantearse actuaciones que estimulen otros componentes alternativos de la demanda global. Los m¨¢s nobles son la exportaci¨®n y la inversi¨®n. Con los bajos tipos de inter¨¦s vigentes, la inversi¨®n productiva se convierte en una magnitud "tributaria" de la evoluci¨®n de la demanda -interna y externa- de bienes y servicios, dejando el papel estelar a la exportaci¨®n. Ser¨ªa muy bueno que una consolidaci¨®n de la incipiente recuperaci¨®n de Europa y de otros pa¨ªses no europeos, encontrara a la econom¨ªa espa?ola bien situada para incrementar su cuota en la exportaci¨®n a los mercados internacionales. Lo que en este sentido nos falta es mejorar la competitividad de nuestros productos, reduciendo precios y costes laborales unitarios. Espa?a cerrar¨¢ 2004 con un diferencial de precios respecto a los pa¨ªses de la UEM, en torno a un punto (0,8) y con un crecimiento de los costes laborales unitarios superior al 3%, m¨¢s del doble de la media de los pa¨ªses de la Uni¨®n Monetaria Europea. Reconocer el hecho de que detr¨¢s de esa mayor inflaci¨®n espa?ola, est¨¢ presente la elevaci¨®n de los precios del petr¨®leo, a la que la econom¨ªa espa?ola es tan sensible, s¨®lo reafirma le necesidad de desacelerar la demanda interna para encontrar una senda de mayor estabilidad, propiciando un mayor ahorro privado y, sobre todo, sin descuidar el flanco del equilibrio de las cuentas p¨²blicas que deben aportar un componente de ahorro indispensable para suavizar las tensiones inflacionistas y permitir un crecimiento de las exportaciones, tan pronto como la econom¨ªa internacional consolide su modesta recuperaci¨®n actual.
Como se ve, los deberes de la pol¨ªtica econ¨®mica del crecimiento son variados. Pasan por intensificar la capitalizaci¨®n f¨ªsica, humana y tecnol¨®gica en el marco de una pol¨ªtica industrial que marque objetivos e identifique sectores con futuro en nuestra econom¨ªa. Exigen reducir o eliminar los est¨ªmulos tributarios hacia el consumo familiar y la construcci¨®n de viviendas dejando espacio para la exportaci¨®n y la intensificaci¨®n de la inversi¨®n en bienes de equipo.
Hay, sin embargo, una acci¨®n que conviene a todas las actuaciones para crecer con mayor equilibrio en el corto y en el largo plazo: el fomento del ahorro. Potenciar y proteger el ahorro privado con neutralidad y generar ahorro p¨²blico con el mantenimiento de la disciplina presupuestaria y el control del gasto p¨²blico, son ingredientes indispensables de una s¨®lida pol¨ªtica de crecimiento porque contribuir¨ªa a financiar la necesaria capitalizaci¨®n a largo plazo y facilitar¨ªa, a corto plazo, el relevo de una demanda interna declinante, por las exportaciones, como motor de la actividad econ¨®mica.
Suele decirse que nunca llueve a gusto de todos. El ahorro es sin embargo un comportamiento que sintoniza bien con todas las interpretaciones y prioridades del crecimiento. No est¨¢ de m¨¢s, recordarlo cuando, el 31 de octubre, las Cajas de Ahorro han celebrado el D¨ªa Mundial del Ahorro.
Victorio Valle es director general de Funcas.
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