Randy Weston acerca a Espa?a su jazz trufado de colores africanos
Lo primero que llama la atenci¨®n en Randy Weston (Brooklyn, Nueva York, 1926) es su humanidad. Con 2.06 metros de estatura es, seguramente, el pianista de jazz m¨¢s alto del mundo y uno de los pocos capaces de abarcar en un solo gesto los dos extremos del teclado. El m¨²sico, de 75 a?os, uno de los ¨²ltimos mitos de un g¨¦nero al que la muerte de sus nombres de referencia va despoblando de su leyenda, act¨²a esta noche junto al African Rhythms Tr¨ªo en la sala sinf¨®nica del Auditorio Nacional, en Madrid, donde repetir¨¢ el 7 y 9 en el Caf¨¦ Central, para abrir el 32 Ciclo de Grandes Autores e Int¨¦rpretes de la M¨²sica organizado por la Universidad Aut¨®noma. Tambi¨¦n lo har¨¢ en Jaen (11), Alicante (12) y Barcelona (el 14).
Un m¨¢s que merecido reconocimiento para el g¨¦nero y para el int¨¦rprete que apenas se corresponde al trato que recibe el jazz en su pa¨ªs de origen en la era Bush. "Para los americanos, resulta muy dif¨ªcil asimilar que sean precisamente los descendientes de los esclavos quienes han creado una m¨²sica de semejante belleza. Por eso, el jazz es invisible en mi pa¨ªs. No hay jazz en TV ni en las pel¨ªculas de Hollywood, tampoco en las escuelas", asegura.
Su padre, Frank Edward Weston, cocinero de profesi¨®n, le introdujo en las teor¨ªas africanistas de Marcus Garvey. "Me hablaba de ?frica, de sus civilizaciones, me dec¨ªa que el mundo est¨¢ lleno de africanos haciendo m¨²sica y que alg¨²n d¨ªa yo regresar¨ªa a la Madre Tierra...". M¨²sicos como Dizzy Gillespie o Miles Davis eran clientes habituales del restaurante paterno. Randy comparti¨® escenario con muchos de ellos y con el mism¨ªsimo Charlie Parker por una ¨²nica vez: fueron solamente 45 minutos, pero estuve en ¨¦xtasis todo un a?o... ?hab¨ªa tocado con Dios!
La revista Down Beat le design¨® nueva estrella del piano en 1955, su carrera ascendente sufri¨® un inesperado cambio de rumbo cuando, con motivo de una gira por el continente negro, Weston se decidi¨® a establecerse en el mismo. "Al instante supe que aquel era mi hogar y aquella, mi gente".
Babelia
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