Trotsky: el profeta vencido
Jud¨ªo, arrogante, culto, excelente escritor, orador fulgurante, Trotsky fue una personalidad formidable: el mejor l¨ªder que la revoluci¨®n haya producido jam¨¢s, en palabras de A. J. P. Taylor. Fue el organizador de la toma del poder en la revoluci¨®n comunista rusa de octubre de 1917 y el creador, enseguida, del Ej¨¦rcito Rojo, el principal instrumento en la consolidaci¨®n del r¨¦gimen sovi¨¦tico y fundamento del nuevo patriotismo sobre el que ¨¦ste se asentar¨ªa. Pero Trotsky fue tambi¨¦n un h¨¦roe tr¨¢gico, shakespeariano. Tras siete a?os en el coraz¨®n del poder (1917-1924), Trotsky fue apartado desde 1925 de todos sus cargos, exiliado primero a Alma Ata en Kazajst¨¢n, y expulsado despu¨¦s, en 1929, de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, borrado literalmente de la historia por el rencor implacable de Stalin y objeto de una persecuci¨®n inaudita, que culminar¨ªa con su asesinato en 1940 y con la eliminaci¨®n f¨ªsica, paralelamente, de casi todos sus antiguos colaboradores en la URSS, incluidos miembros de su propia familia: su primera mujer, Alexandra; su hijo Sergei; tal vez su otro hijo, Le¨®n, muerto en 1938 en un hospital de Par¨ªs en circunstancias sospechosas.
Desde 1925, si no desde antes, Trotsky disinti¨®, en efecto, del curso que segu¨ªa la revoluci¨®n comunista: poder autocr¨¢tico de Stalin, burocratizaci¨®n creciente del partido comunista ruso, instrumentalizaci¨®n de los partidos comunistas en todo el mundo al servicio de los intereses de la URSS. ?sa fue sin duda su aportaci¨®n definitiva al debate sobre el comunismo: ver en el estalinismo la degeneraci¨®n burocr¨¢tica de la revoluci¨®n, el estalinismo como la revoluci¨®n traicionada. Un tema enorme: el fracaso del comunismo signific¨® la derrota de la izquierda revolucionaria en el siglo XX. La cuesti¨®n es, pues, saber si la historia hubiera sido diferente si Trotsky y no Stalin se hubiera hecho con el poder en la URSS, si ¨¦sta se hubiera construido como un r¨¦gimen trotskista, y no estalinista.
Pues bien; primero, las posibilidades de Trotsky de hacerse con el poder a la muerte de Lenin (1924) fueron siempre escasas. Trotsky era una personalidad solitaria. Desinteresado en la gesti¨®n ordinaria del partido, apenas si asist¨ªa a las reuniones de los ¨®rganos de direcci¨®n del mismo: no entendi¨® que la clave del poder en la URSS estaba precisamente en el control de la secretar¨ªa del Partido Comunista. Su tesis m¨¢s conocida y caracter¨ªstica, la revoluci¨®n permanente, era mucho menos coherente con las necesidades de reconstrucci¨®n de Rusia tras la I Guerra Mundial, ca¨ªda del zarismo, triunfo de la revoluci¨®n, guerra civil y guerra ruso-polaca, todo lo cual aconteci¨® entre 1914 y 1920, que la tesis de Stalin del "socialismo en un solo pa¨ªs", esto es, la transformaci¨®n desde arriba de la URSS en un gigante industrial y militar. Trotsky era notoriamente jud¨ªo (aunque asimilado): era poco menos que impensable que un jud¨ªo gobernase en Rusia, dado el intenso antisemitismo del pa¨ªs. Su car¨¢cter dominante, su excesiva arrogancia -Lunatcharsky dir¨ªa que Trotsky se ve¨ªa a s¨ª mismo como el arist¨®crata de la revoluci¨®n- y su superioridad intelectual intimidaban: reforzaron sin duda su aislamiento en el aparato del poder sovi¨¦tico.
Segundo, Trotsky disinti¨® del estalinismo. Pero entre 1917 y 1924 contribuy¨®, con Lenin y el resto de los dirigentes comunistas, a crear el sistema y la estructura de poder que hicieron posible el estalinismo. Fue Trotsky quien en ocasi¨®n memorable, a las pocas horas del triunfo de la revoluci¨®n, apuntill¨® a los socialistas moderados, a los mencheviques. Bajo su mando, el Ej¨¦rcito Rojo gan¨® la guerra civil y la guerra ruso-polaca; pero, al hilo de la guerra civil, ese Ej¨¦rcito elimin¨® a los anarquistas y luego, en 1921, aplast¨® la rebeli¨®n de los marineros de la base naval de Kronstadt, uno de los s¨ªmbolos de la revoluci¨®n de 1917, sublevados ahora por la grav¨ªsima situaci¨®n creada por el r¨¦gimen comunista en apenas tres a?os de existencia. Para el historiador E. H. Carr, Trotsky era por temperamento y ambici¨®n el m¨¢s dictatorial de los l¨ªderes comunistas. Apenas un mes despu¨¦s de la Revoluci¨®n de Octubre, Gorky escribi¨® ya que "Lenin y Trotsky no tienen la menor idea del significado de la libertad o de los Derechos del Hombre. Est¨¢n ya envenenados por el sucio veneno del poder, y esto se ve en su vergonzosa actitud hacia la libertad de expresi¨®n, el individuo y todas las dem¨¢s libertades civiles por las que la democracia luch¨®". Apartado del poder y expulsado de la URSS, Trotsky apelar¨ªa continuamente a un retorno al comunismo de 1917 y a la "democracia de los trabajadores", es decir, a la reafirmaci¨®n de la esencia del programa y las ideas bolcheviques. Precisamente, el programa y las ideas bolcheviques de 1917 -partido ¨²nico, nacionalizaci¨®n de bancos, minas, ferrocarriles, empresas, comercio exterior e interior, socializaci¨®n de la tierra y la propiedad privada...- llevaron inevitablemente a la dictadura. Los comunistas restablecieron de inmediato, en 1917 y 1918, la polic¨ªa pol¨ªtica y la pena de muerte; reconstruyeron el Ej¨¦rcito, disolvieron la Asamblea Constituyente, prohibieron primero los partidos de la derecha y centro, y enseguida todos los dem¨¢s (socialdemocr¨¢tas, agraristas...), ejecutaron a la familia real y abrieron ya campos de concentraci¨®n. La primera purga interna del partido, que afect¨® a unos 100.000 militantes, tuvo lugar en 1921, a?os antes de que Stalin se hiciera con el poder. Trotsky se identific¨® con toda aquella pol¨ªtica: como Lenin, defendi¨® el terror rojo, la represi¨®n y, con ello, la dictadura econ¨®mica, la militarizaci¨®n de f¨¢bricas y trabajadores, el encarcelamiento de huelguistas, absentistas y saboteadores del trabajo.
La tr¨¢gica grandeza de Trotsky se fragu¨® despu¨¦s: en su vida en el exilio, en su combate contra el estalinismo sin m¨¢s armas que su personalidad, sus libros y su labor propagand¨ªstica, tarea a la que se dedic¨® con energ¨ªa torrencial y admirable serenidad, como un hombre pose¨ªdo ya de la conciencia de su lugar trascendente en la historia. Su Autobiograf¨ªa, La revoluci¨®n rusa y Lecciones de octubre revelaron el pulso indudable de Trotsky como escritor; los numeros¨ªsimos art¨ªculos y folletos de combate que public¨® entre 1930 y 1940 mostraron, sin embargo, el dogmatismo de su pensamiento:obsesi¨®n enfermiza con el estalinismo, y t¨®picas y apocal¨ªpticas advertencias sobre el colapso del capitalismo como teor¨ªa del fascismo.
Expulsado de la URSS, Trotsky se exili¨® primero en Turqu¨ªa y luego en Francia y Noruega, y por fin en M¨¦xico. Un grupo nazi asalt¨® su casa en Noruega; pistoleros comunistas mandados por el pintor Siqueiros ametrallaron su residencia en M¨¦xico. La muerte de su hijo Le¨®n en 1938 le destroz¨®. Exiliado y perseguido, se reconcili¨® con su condici¨®n jud¨ªa y, pese a su internacionalismo, pareci¨® interesarse al final por la dram¨¢tica suerte de su pueblo. Le asesin¨® de forma atroz un comunista espa?ol, agente de Stalin. El asesino, Mercader, planific¨® cuidadosamente el crimen. Durante meses se granje¨® la confianza de Trotsky; el d¨ªa del asesinato, llev¨® oculto bajo la gabardina un pico de escalar y busc¨® una ocasi¨®n para estar a solas con Trotsky en su despacho; en un momento, y mientras Trotsky le¨ªa, cogi¨® el pico, lo apret¨® en la mano y con los ojos cerrados, le descarg¨® un terrible golpe en la cabeza.
Juan Pablo Fusi es catedr¨¢tico de Historia de la Universidad Complutense de Madrid.
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