Tom Wolfe vuelve a dividir a la cr¨ªtica con su nueva novela
'Soy Charlotte Simmons', un despiadado ataque al mundo universitario, se publica en EE UU
Si los trajes blancos que han hecho c¨¦lebre al Tom Wolfe personaje fueran el reflejo de una cr¨ªtica sin mancha hacia su trabajo de escritor, quiz¨¢ el padre del nuevo periodismo no ser¨ªa tan famoso. Este autor de 73 a?os lleva sembrando la pol¨¦mica en el mundo literario durante cuatro d¨¦cadas, por lo que no sorprende que su tercera novela, Soy Charlotte Simmons, que el martes sale a la venta en Estados Unidos, se publique con los dardos de la cr¨ªtica clavados.
Con su nuevo t¨ªtulo, el autor que arremeti¨® contra los excesos del Nueva York financiero de los ochenta en La hoguera de las vanidades lanza un despiadado ataque contra el mundo universitario actual, en cuyas entra?as y guiado por su esp¨ªritu period¨ªstico, el autor hizo una profunda inmersi¨®n, pasando temporadas en los pasillos de la californiana y respetada Stanford, pero tambi¨¦n de seis universidades m¨¢s. Con lo que vio y escuch¨®, construy¨® la imaginaria Universidad de Dupont, por la que vaga desorientada Charlotte Simmons, una joven de la Am¨¦rica profunda cuyas inquietudes, entre intelectuales y provincianas, chocan con la org¨ªa de sexo, alcohol y poder que domina las vidas de sus elitistas compa?eros de aula. Su confusi¨®n, su desesperada b¨²squeda de aceptaci¨®n social, que la lleva incluso a dejarse corromper, unida a su depresi¨®n posterior -relatada con todos los detalles que Wolfe pudo observar en s¨ª mismo cuando sufri¨® esa enfermedad hace unos a?os-, son narrados a lo largo de 676 p¨¢ginas con su sarcasmo habitual y esa riqueza de detalles que hizo c¨¦lebre al escritor que como periodista influy¨® en la forma de escribir de toda una generaci¨®n en los setenta.
The New York Times ha sido el primero en atacar su nuevo libro, lo que no deja de ser un loable ejemplo de independencia period¨ªstica puesto que el diario tambi¨¦n pag¨® una sustanciosa suma por publicar un extracto de uno de sus cap¨ªtulos, del que censur¨® algunas palabras sucias con el consentimiento de Wolfe. "El resultado es una decepcionante novela en la que da la sensaci¨®n de que el autor est¨¢ intentando mostrar los gestos en lugar de intentar capturar el estridente carnaval de la vida americana", declaraba el cr¨ªtico Michiko Kakutani. La revista Newsweek no fue menos piadosa: "Soy Charlotte Simmons no ofrece nada m¨¢s nutritivo que una trama de tama?o extragrande condimentada con la acre observaci¨®n de actitudes. Ning¨²n novelista llega a ser el mejor de esta manera", se?ala David Gates. Este cr¨ªtico, adem¨¢s, ataca a Wolfe donde m¨¢s le duele, puesto que le acusa de haber construido un personaje central que "hasta carece del misterioso n¨²cleo que hace de, por ejemplo, Emma Bovary, alguien de quien jurar¨ªamos que es una criatura viviente". La referencia a la protagonista de la obra de Flaubert no es casual, puesto que Wolfe es un declarado admirador de los escritores del XIX, algo de lo que no qued¨® duda cuando en 1989, y tras las ventas millonarias de La hoguera de las vanidades, escribi¨® un dur¨ªsimo manifiesto contra el estado de la novela en Estados Unidos, para la que augur¨® como ¨²nica posibilidad de salvaci¨®n la llegada de "un batall¨®n, una brigada de Zolas" (por ?mile Zola).
Aquella diatriba (que comenz¨® a elaborar en los setenta y perfeccion¨® en 2000 calificando la literatura de "agonizante por anorexia") provoc¨® mucho malestar en la profesi¨®n, cuyos principales aludidos se vengaron en las cr¨ªticas a su siguiente libro, Un hombre de verdad (1998). John Updike lo calific¨® de "entretenimiento, no literatura", mientras que Norman Mailer lo acus¨® despectivamente de ser "un periodista, no uno de nosotros (si es que alguna vez lo fue)".
Rica y absorbente
Pero Wolfe, que aun as¨ª vendi¨® millones de ejemplares, siempre ha dividido a la cr¨ªtica. Al igual que hace seis a?os, la revista Time ha alabado su nueva novela, calific¨¢ndola de "rica, sabia, absorbente e irresistible", puesto que "Wolfe hace con las palabras cosas que ning¨²n otro escritor puede hacer". Guste o no guste, esa capacidad fue la que dio a luz el llamado nuevo periodismo en 1963, con la publicaci¨®n en la revista Esquire de un reportaje titulado 'The Kandy-Kolored Tangerine Flake Streamline Baby', en el que Wolfe introdujo palabras que imitaban sonidos reales, exclamaciones, impresiones subjetivas y elementos narrativos propios de la literatura que cambiaron para siempre la forma de ver el periodismo. Cuando en 1984 se embarc¨® en la escritura de su primera novela, publicada por entregas por la revista Rolling Stone, hizo el camino inverso llev¨¢ndose elementos del nuevo periodismo a la literatura.
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