La princesa Sinatra
La chica-del-momento tiene 64 a?os y es hija de un mito, Frank Sinatra. Nancy Sinatra reaparece con un disco potente, que incluye canciones de autores de prestigio como Morrissey, Jarvis Cocker, Steve van Zandt o U2. Mientras, contin¨²a defendiendo la memoria de su padre.
Puede tener nietos, pero Nancy Sinatra no luce como una bondadosa abuelita. Muy maquillada y cuidadosamente ataviada, parece una de esas maduritas interesantes que no pierden el tiempo. Cuando el periodista llega al sal¨®n de su hotel londinense, reh¨²ye los halagos e insiste en comprobar si el visitante realmente aprecia y entiende su flamante disco. Una vez satisfecha, se explica: "Me he pasado tanto tiempo siendo considerada como un chiste que ahora quiero asegurarme de que se me toma en serio. Mira, no me importa mucho lo que venda el disco, pero s¨ª que quienes lo oigan piensen: Nancy se ha arriesgado".
Naci¨® en 1940, cuando su padre iniciaba su despegue como vocalista de orquestas, primero con Harry James y luego con Tommy Dorsey. Vivi¨® en primera l¨ªnea la ascensi¨®n de Frank Sinatra al estrellato, y recuerda que le parec¨ªa normal que todo el mundo conociera Nancy (with the laughing face), la canci¨®n que su padre encarg¨® para ella en 1944. Su mundo perfecto se empez¨® a quebrar cuando la familia Sinatra se traslad¨® a Los ?ngeles: "All¨ª he pasado toda mi vida, pero me sigo considerando espiritualmente una chica de Nueva Jersey. No s¨¦, los nacidos en la Costa Este tenemos m¨¢s espinazo que los californianos. Yo llegu¨¦ a California a mediados de los cincuenta y no perd¨ª esa actitud neoyorquina de 'maravilloso clima, l¨¢stima que la gente tenga el cerebro reblandecido".
La segunda decepci¨®n fue comprobar que Frank no le era fiel a su madre: "Estaba actuando y yo fui a entrar al camerino. Me grit¨®: '?Espera, espera!'. Sali¨® una corista y? se hab¨ªa dejado las bragas. Yo era inocente, pero no tanto". Tras el divorcio, ella tuvo que hacer equilibrios para contentar a ambas partes: "Estaba predispuesta contra las sucesivas novias de mi padre; sin embargo, me resultaba imposible no querer a una mujer como Ava Gardner: era bell¨ªsima, y nunca te pod¨ªas aburrir con ella. Ya s¨¦ que fue muy dura con mi padre, pero pod¨ªa entender su punto de vista: era duro estar con un hombre que ten¨ªa el mundo a su disposici¨®n. Y Frank no se resist¨ªa a la tentaci¨®n. En eso s¨ª nos diferenciamos. Ahora me piden que haga una autobiograf¨ªa y me niego. Insisten y tengo que confesarles: 'Mi vida ha sido muy aburrida'. Pero no me creen".
La disciplina de la joven Nancy co-
rr¨ªa a cargo de su madre, una mamma italiana que todav¨ªa vive: "Fue bueno que se divorciaran, as¨ª mantuvieron una relaci¨®n de respeto y cari?o. De hecho, la ¨²ltima Navidad de mi padre estuvimos todos juntos en su mansi¨®n". No se considera una "ni?a de Hollywood", tal vez por la escasez de dinero: "La gente ignora que Frank nunca acumul¨® millones. En la vida diaria se gastaba lo que ganaba, y aunque nunca nos falt¨® nada, no se puede decir que nos malcriara. Cuando yo me hice mayor de edad me tuve que plantear a qu¨¦ dedicarme. Estuve en una academia de secretarias hasta que entend¨ª que hab¨ªa dinero m¨¢s f¨¢cil. Y met¨ª la pata".
Aprovech¨® su apellido y se col¨® en producciones de serie B: "Las pel¨ªculas que hice fueron horribles, horribles, horribles. Estuve con Peter Fonda en The wild angels y con Elvis Presley en Speedway, donde interpretaba a una inspectora de Hacienda. Siempre se habl¨® de que Elvis y mi padre eran enemigos est¨¦ticos, pero conmigo se port¨® como un aut¨¦ntico caballero sure?o. Las pel¨ªculas eran muy malas, y yo creo que a¨²n era peor actriz. Pero ?pon¨ªan comida en la mesa!".
Tuvo m¨¢s suerte con sus discos, aunque le cost¨® encontrar el punto preciso: "Fich¨¦ para Reprise, la compa?¨ªa de mi padre, aunque sin favoritismos. ?l me avis¨® que tratar¨ªan mi contrato como otro m¨¢s, y hubo un momento en que estaban a punto de darme la patada. Mis primeros discos no vend¨ªan en Estados Unidos, pero s¨ª ten¨ªan buena acogida en Europa, no me preguntes los motivos. Por tanto, vine a hacer promoci¨®n por Europa y coincid¨ª con el comienzo del swinging London. Como una turista m¨¢s, me fui a las boutiques de Carnaby Street, donde me compr¨¦ unas botas y unas minifaldas incre¨ªbles".
Ese uniforme de criatura 'go-go' cambiar¨ªa su vida: "S¨ª, en California se segu¨ªan otras modas, las chicas iban como sus madres o se empezaban a vestir de hippies, y de repente me encontr¨¦ como un modelo de referencia". Ocurri¨® adem¨¢s que aquel look coincid¨ªa con su nueva m¨²sica. Nancy hab¨ªa entrado en contacto con Lee Hazelwood, un compositor y cantante at¨ªpico: "Era un buen melodista y le quer¨ªan desviar hacia el country, pero no le satisfac¨ªa ese mundo. En los clubes gustaba mucho una canci¨®n que se llamaba These boots are made for walkin, y hubo que convencerle para que me la cediera. Con una voz masculina resultaba? amenazadora".
Con la voz de Nancy, 'These boots are made for walkin' resultaba? er¨®tica. La protagonista est¨¢ enfadada por la infidelidad de la otra persona y amenaza: "Estas botas est¨¢n hechas para caminar, caminar por encima de ti". ?Sab¨ªa que estaba creando un himno sadomasoquista? "?Yo? Yo era una inocente y nunca acus¨¦ recibo de los gui?os, las sugerencias que me hac¨ªan. Luego me asombraba: '?De verdad que me propon¨ªan eso?'. Recuerdo que cuando mataron a Sharon Tate salieron muchas historias escabrosas a la luz: todos se pensaron que en el mundo del espect¨¢culo viv¨ªamos entre org¨ªas, drogas, misas negras. Mis amigos y yo nos mir¨¢bamos y dec¨ªamos: '?Nos estamos perdiendo algo?'. Mira, en los sesenta hubo mucha gente de Hollywood que se lanz¨® por el camino salvaje, pero fuimos muchos m¨¢s los que ni nos lo planteamos. En el mundo donde crec¨ª, una muchacha no hac¨ªa el amor hasta que ten¨ªa el certificado de matrimonio".
Entre 1966 y 1968, Nancy acumul¨® 20 ¨¦xitos, a veces a d¨²o con Hazelwood o con su padre (Somethin' stupid, un empalagoso n¨²mero uno al que muchos atribuyen un subtexto incestuoso). Cree Nancy que sus mejores discos hechos con Hazelwood rompieron muchos tab¨²es: "Las cosas que yo cantaba eran antes patrimonio exclusivo de cantantes negras como Ruth Brown, LaVern Baker o Etta James". Pero hab¨ªa coincidido con la eclosi¨®n del rock contracultural y nunca gan¨® el necesario respeto para desarrollar una carrera larga. Tampoco ten¨ªa un mapa de carreteras para moverse por un panorama polarizado y cambiante: "En vez de intentar atraerme a la gente de mi edad, hice especiales de televisi¨®n con pap¨¢ y Dean Martin. Me lo pasaba muy bien, pero no transmit¨ªa una imagen correcta. Incumpl¨ªa adem¨¢s el consejo de mi padre: 'Difer¨¦nciate de lo que haga yo'. Recuerdo que hasta me aconsejaba que grabara canciones latinas. Lo hice, grab¨¦ Cuando calienta el sol, pero ¨¦l ya no estaba para escucharlo".
Se retir¨® en 1972 y se dedic¨® a ir tirando: "No me benefici¨¦ de mi buena etapa. Ahora lo pienso y me indigno: era obvio que deber¨ªamos haber lanzado una l¨ªnea de botas, de ropa, de productos de belleza, todo eso que ahora es tan normal". En su casita, nunca hubo oportunidad de derrochar: "Me cas¨¦ muy joven con Tommy [Sands, cantante y actor] y nos separamos pronto, pero en aquellos tiempos no hab¨ªa esos divorcios que te resuelven la existencia [risas]". Se volvi¨® a casar, tuvo dos hijas y vivi¨® feliz? hasta la muerte, en 1985, de su segundo marido, el core¨®grafo Hugh Lambert: "Lo pas¨¦ mal, tambi¨¦n en lo econ¨®mico. S¨ª, lo s¨¦ todo sobre hipotecas y casas de empe?o. Mi padre ayud¨®, pero nunca quiso que sus hijos dependieran de su caridad. Y yo pienso lo mismo que ¨¦l, tengo mi orgullo".
En 1995, Nancy volvi¨® a dar la campanada: se desnud¨® para Playboy. Lo explic¨® entonces como una forma de llamar la atenci¨®n sobre un disco nuevo, One more time, que se hundi¨® veloz en el olvido. Hoy reconoce que lo hizo por el generoso cach¨¦ que pag¨® Hugh Hefner. Y no, "mi padre no se enfad¨®, s¨®lo me dijo que ten¨ªa que haber sacado el doble de dinero. Le respond¨ª que no hab¨ªa mucho margen para negociar. La otra opci¨®n, le expliqu¨¦, hubiera sido ir a Penthouse, y ah¨ª se puso blanco: 'No, mejor no".
Asegura que la relaci¨®n padre-hija siempre fue cordial: "Me atribuy¨® el papel de historiadora de la familia y constantemente me mandaba cajas de papeles y recuerdos". S¨®lo saltaban chispas si se trataban cuestiones pol¨ªticas: "Frank se pas¨® a los republicanos por rencor, se sent¨ªa traicionado por los Kennedy. Pero ven¨ªamos de una familia de tradici¨®n dem¨®crata y las discusiones eran tremendas. Sobre Vietnam, sobre el aborto. S¨®lo coincid¨ªamos en la defensa de los derechos civiles de, ya sabes, los afroamericanos". Nancy quiere dejar clara su reputaci¨®n liberal, manchada tras un incidente desdichado: "Visit¨¦ la Casa Blanca con un club de moteros y me sacaron una foto con el presidente. Sin consultarme, se distribuy¨® como si yo fuera una fan de George W. Bush. Mucha parte de mi p¨²blico es gay y tuve que disculparme. En verdad, yo detesto a Bush, y me prest¨¦ incluso a actuar en esa gira de rockeros que piden el voto para Kerry; me dijeron que la lista de voluntarios era tan grande que no hab¨ªa hueco en el cartel, aunque s¨¦ que pensaron que yo no cubr¨ªa sus planes demogr¨¢ficos".
Todav¨ªa le cuesta aceptar que sus seguidores vean en ella algo m¨¢s que una broma kitsch. Confiesa que hasta desconfi¨® cuando Madonna proclam¨® que Nancy era uno de sus modelos: "Veo a Madonna y me parece una mujer de Premio Nobel. Ha sabido cambiar con las modas y siempre ha estado en lo alto, controlando sus negocios. Mi idea del feminismo tiene que ver con el 'igual paga para igual trabajo', y ella ha sabido imponerse en un mundo de hombres".
Los hombres que ella ha convocado hoy en Londres son periodistas de edad incierta, pero con una indiscutible devoci¨®n. Han venido de diferentes lugares de Europa, muchos con montones de discos de vinilo que ella autograf¨ªa con diligencia. As¨ª conoci¨®, aclara, a su actual palad¨ªn, Morrissey. El ex cantante de los Smiths ya hab¨ªa reactivado la carrera de otro icono de los sesenta, Sandie Shaw, conocida como "la cantante de los pies descalzos". Y quer¨ªa comprobar si todav¨ªa hab¨ªa fuego en Nancy. Lo rememora con deleite: "Yo estaba aqu¨ª, promocionando mi libro sobre Frank, cuando me dijeron que Morrissey quer¨ªa saludarme. Mis hijas estaban locas de emoci¨®n y yo intent¨¦ mantenerme muy cool. Pero entr¨® en la habitaci¨®n con copias de mis elep¨¦s y no par¨® hasta que firm¨¦ todos y cada uno. De repente descubr¨ª un alma gemela. ?l vive ahora muy cerca de mi casa en Beverly Hills, y se empe?¨® en que volviera a cantar, ten¨ªa temas hechos a mi medida. Me cost¨® decidirme; a mi edad, una no quiere hacer el rid¨ªculo. Ni cantando, ni en la calle. Yo s¨®lo he ido un par de veces al cirujano, tras dar a luz: no he cre¨ªdo en esa fantas¨ªa californiana de combatir las arrugas y la flacidez hasta el ¨²ltimo momento".
Morrissey cedi¨® una canci¨®n suya, Let me kiss you, donde tambi¨¦n suena su voz, y encamin¨® a Nancy hacia su discogr¨¢fica, Sanctuary, potente independiente en ascenso. Tambi¨¦n fue un gran empuj¨®n el que Quentin Tarantino destacara su a?ejo Bang bang (my baby shot me down) en la primera parte de Kill Bill. Pero el impulso definitivo vino de su hija mayor, Angelica Jennifer, que dirige un estudio de grabaci¨®n en la ciudad de origen de los Sinatra, Hoboken: "Me dijo que no deber¨ªa hacer un disco obvio, para el p¨²blico retro, la gente de mi generaci¨®n que quiere recuperar su juventud. Me puso en contacto con Jarvis [Cocker, ex miembro de Pulp], Joey [Burns, del grupo Calexico], Thurston [More, de Sonic Youth] y tipos as¨ª. Mi hija se asegur¨® de que conoc¨ªan mi obra y que iban a crear canciones espec¨ªficas para m¨ª con letras fuertes, no simplemente pasarme cosas que ten¨ªan en el caj¨®n. Tampoco yo me iba a dejar enga?ar: sigo al tanto de la nueva m¨²sica, hasta escucho el rap de los Beastie Boys". El disco resultante, Nancy Sinatra, funciona precisamente por la afinidad que muestran los j¨®venes admiradores por el suntuoso repertorio de Lee Hazelwood y la voz grave de Nancy, aunque tambi¨¦n se han colado canciones que exist¨ªan antes de que el proyecto se pusiera en marcha. Por ejemplo, Two shots of happy, one shot of sad, que Bono y The Edge compusieron para Frank Sinatra: "Es una balada de bar que est¨¢ en la l¨ªnea de One for my baby and one more for the road, Sinatra puro. Me parec¨ªa una verg¨¹enza que se quedara aparcada para la eternidad".
Aunque los representantes de su actual compa?¨ªa solicitan que las preguntas referentes a Frank se reduzcan a lo m¨ªnimo, la realidad es que Nancy se lanza feliz a las an¨¦cdotas paternas: "Mi padre ten¨ªa fama de gran bebedor, pero evitaba cuidadosamente emborracharse. Me ense?¨® un m¨¦todo perfecto, que yo he imitado. Si llegaba a una fiesta, enseguida le pon¨ªan una copa en la mano. Entonces brindaba y beb¨ªa un traguito antes de dejar el vaso con disimulo. Lo repet¨ªa las veces que fueran necesarias y se manten¨ªa fresco toda la noche".
Nancy entiende la fascinaci¨®n general por el estilo de vida de su padre y sus compa?eros del rat pack, aquella pandilla de vividores que reinaba en Las Vegas: "Se divert¨ªan y eran subversivos a su manera. En la pandilla estaba Sammy [Davis Jr.] en un tiempo en que los negros no pod¨ªan entrar en muchos sitios. Y se burlaban de todo. Est¨¢ Ocean's eleven, aquella pel¨ªcula en la que roban cinco casinos simult¨¢neamente. A los jefes de Las Vegas, el argumento les puso muy nerviosos, pero ellos tiraron para adelante". Sin embargo, Nancy evita pronunciarse sobre el remake de esa pel¨ªcula que, hace tres a?os, protagonizaron George Clooney, Matt Damon y otros actores: "Prefiero considerarlo como un homenaje. Nadie tiene ahora la ¨¦tica del trabajo de mi padre y sus amigos. Cuando hac¨ªan Ocean's eleven daban dos shows cada noche y al d¨ªa siguiente rodaban".
S¨®lo tuerce el gesto cuando la conversaci¨®n recae en los ¨²ltimos d¨ªas de su padre: "Su mujer de entonces, Barbara [Marx], quiso monopolizarle. Ignor¨® el deseo de mi padre, que quer¨ªa morir rodeado de sus tres hijos. Se call¨® la gravedad de su estado hasta que ya fue demasiado tarde. Consideramos imperdonable que avisara a su oficina de relaciones p¨²blicas antes de llamarnos a nosotros". Al menos se evit¨® el espect¨¢culo de la pelea en los tribunales por la herencia: "Mi padre se qued¨® horrorizado por lo que ocurri¨® con Groucho Marx, todos aquellos juicios entre sus hijos y su ¨²ltima acompa?ante. Hizo un testamento f¨¦rreo, que nadie pudiera impugnar, y se ocup¨® de todos nosotros".
A su modo, los tres hijos cuidan del legado de Frank: Nancy y Tina han escrito libros y supervisado documentales de televisi¨®n, mientras Frank Sinatra, hijo, canta los cl¨¢sicos paternos. Curioso: en Chronicles, su reciente autobiograf¨ªa, Bob Dylan cuenta que fue a verle a lo alto del Rockefeller Center. Nancy ha o¨ªdo algo y quiere saber que dice Dylan de su hermano. Bueno, intento recordar: en el libro se tratan con respeto y terminan hablando de su padre. "Ah, claro. Si est¨¢s en el mundo de la m¨²sica, siempre caminar¨¢s a la sombra de Frank Sinatra. ?Hasta Bob Dylan!".
'Nancy Sinatra' (Sanctuary) est¨¢ disponible en Espa?a a trav¨¦s de la distribuidora PIAS.
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