Sobre Arafat
Los palestinos ven en Arafat al padre de su naci¨®n. Al igual que un padre, ¨¦l ha hecho mucho por sus hijos, pero a menudo fue tambi¨¦n demasiado protector con ellos. Arafat es un personaje con el que resulta dif¨ªcil ponerse de acuerdo. Ha hecho m¨¢s que ning¨²n otro l¨ªder para forjar una identidad palestina ¨²nica e independiente. ?l fue la voz y el s¨ªmbolo de la causa palestina. Su esfuerzo incansable llev¨® la causa palestina al primer plano de la agenda internacional y la mantuvo all¨ª durante cuatro d¨¦cadas. Desdichadamente, estos logros se alcanzaron con demasiada frecuencia por medio de la espada. Luch¨® fieramente contra Israel y los israel¨ªes. Perpetr¨® muchos actos nefandos que dejaron una triste estela de familias rotas y vidas torturadas. A pesar de su compromiso de cambio, nunca abandon¨® realmente el terrorismo como medio de mantener viva la causa palestina.
Sus pol¨ªticas declaradas eran valerosas, pero no las llev¨® a cabo. No volvi¨® la espalda al odio
Arafat disfrut¨® del amor y el respeto de su pueblo y ese amor era entra?able para ¨¦l. Vivi¨® una vida modesta y quer¨ªa poco para s¨ª mismo. Vivi¨® para su pueblo. Desde su posici¨®n de liderazgo abri¨® la puerta a una resoluci¨®n hist¨®rica con Israel de una divisi¨®n de la tierra entre un Estado para los jud¨ªos y un Estado para los palestinos. Demostr¨® valor al romper con el pasado. Acept¨® un doloroso arreglo con Israel basado en las fronteras anteriores a 1967, dejando por fin atr¨¢s el mapa ofrecido por Naciones Unidas en 1947 en su resoluci¨®n 181, que los palestinos rechazaron entonces. Acept¨® que la realidad hab¨ªa cambiado. Pero no fue lo bastante lejos. Al tener que elegir entre el amor de su pueblo y la mejora de sus vidas, ¨¦l desgraciadamente eligi¨® su amor. No estaba dispuesto a arriesgarse a perder su popularidad y reputaci¨®n en nombre de decisiones duras que ¨¦l consideraba demasiado pol¨¦micas. Una vez me dijo amargamente, despu¨¦s de que firm¨¢semos los acuerdos de Oslo: "F¨ªjate en lo que me has hecho: de ser un personaje popular para mi pueblo, me has convertido en una personalidad pol¨¦mica ante los palestinos y todo el mundo ¨¢rabe".
En ¨²ltimo t¨¦rmino, la popularidad triunf¨® sobre la pol¨¦mica. Sus pol¨ªticas declaradas eran valerosas, pero no las llev¨® a cabo. No volvi¨® la espalda al terrorismo y al odio. Traicion¨® las esperanzas de mucha gente y perdi¨® su credibilidad ante aquellos que m¨¢s podr¨ªan haber hecho por su causa. Arafat mantuvo vivos para el pueblo palestino sue?os y esperanzas que no ten¨ªan cabida en este mundo. No abri¨® el camino para el proceso doloroso pero necesario por el que tiene que pasar toda persona y naci¨®n, el de dejar atr¨¢s los sue?os de grandeza que s¨®lo traen desdicha, y aprender a vivir, amar y prosperar en este mundo. Arafat tuvo la posibilidad de elegir entre la senda de la negociaci¨®n y la senda del terror y la violencia. Habr¨ªa hecho mucho m¨¢s por los palestinos y su causa si hubiera abandonado verdaderamente el terrorismo a favor de las negociaciones.
Arafat era un hombre de talento. Era astuto y calculador. Pocas cosas escapaban a su atenci¨®n. Arafat se sent¨ªa intrigado por las costumbres occidentales, pero con demasiada frecuencia consideraba que no ten¨ªan relaci¨®n con su propia experiencia. Prosperaba en situaciones an¨¢rquicas. Era amo y se?or de un sistema arcaico y enormemente centralizado, y ejerc¨ªa un f¨¦rreo control de los grupos armados y el flujo financiero. En respuesta a la exigencia de una gesti¨®n financiera transparente que le hicieron los pa¨ªses donantes, ¨¦l replic¨® que no era "ninguna bailarina del vientre". No ten¨ªa intenci¨®n de involucrarse en lo que ¨¦l consideraba una exposici¨®n indecente. Estaba estupefacto con la ca¨®tica democracia de Israel, dici¨¦ndome una vez: "Dios m¨ªo, democracia, ?qui¨¦n la inventar¨ªa? Es tan agotadora". Ten¨ªa una memoria excelente para los nombres. Opt¨® por olvidar muchos hechos.
El fallecimiento de un padre es siempre causa de una pena profunda. Pero tambi¨¦n es una oportunidad para salir del trance convertido en un adulto maduro. El mundo tiene ahora la mirada puesta en el pueblo palestino, que se ha quedado hu¨¦rfano. El mundo tiene la esperanza de verle tomar el control de su propio destino, decir adi¨®s a sus sue?os de juventud, y mostrar el coraje de vivir en este mundo tal y como es, en vez de c¨®mo ellos desear¨ªan que fuera.
Los palestinos tienen que darse cuenta de que Israel est¨¢ aqu¨ª para quedarse. El pueblo jud¨ªo est¨¢ profundamente apegado a su tierra hist¨®rica, pero nosotros tambi¨¦n deseamos vivir juntos en paz. Debemos compartir entre todos esta peque?a porci¨®n de terreno. El pueblo jud¨ªo es un pueblo moral, y nuestra tradici¨®n y nuestros valores nos imponen que aprendamos a vivir juntos en paz.
Crecemos como pueblo cuando aprendemos a reconocer y a vivir con los dem¨¢s, por muy distintos que sean de nosotros y por muy diferentes que puedan ser sus sue?os de los nuestros. Crecemos cuando aprendemos a compartir y crecemos cuando reemplazamos nuestra ira contra el mundo por la energ¨ªa productiva de hacer de ¨¦l un lugar mejor en el que vivamos todos. Mi plegaria para todos nosotros -palestinos e israel¨ªes, jud¨ªos y ¨¢rabes- al contemplar hoy todos nuestro futuro: que aprendamos a querer lo que importa m¨¢s en la vida. Ni m¨¢s, ni menos. Una vida ha llegado a su fin. Es hora de que muchas vidas empiecen.
Simon Peres fue primer ministro de Israel. Comparti¨® el Premio Nobel de la Paz en 1994 con Yasir Arafat e Isaac Rabin. ? 2004, Global Viewpoint. Distributed by Tribune Media Services, Inc. Traducci¨®n de News Clips
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