Lesbiana, musulmana y rebelde
Una periodista isl¨¢mica de Canad¨¢ cuestiona en un libro las verdades reveladas en el Cor¨¢n y emprende una campa?a contra el "victimismo y el despotismo" de su religi¨®n
Desde los 9 a los 14 a?os la periodista canadiense Irshad Manji acud¨ªa con su chador en la cabeza a la madraza de Richmond, una ciudad canadiense de 168.000 habitantes en la frontera con EE UU. Irshad pertenece a una familia musulmana que emigr¨® de Uganda a Canad¨¢ cuando ella ten¨ªa cuatro a?os. La escuela isl¨¢mica adonde iba estaba situada en el piso superior de una mezquita reci¨¦n construida.
Manji empez¨® muy pronto a hacer preguntas al mul¨¢, un musulm¨¢n que prestaba voluntariamente sus servicios cada fin de semana para dar a los hijos de los inmigrantes una educaci¨®n religiosa. ?Por qu¨¦ las chicas ten¨ªan que practicar los ritos fundamentales, como rezar cinco veces al d¨ªa, desde edad m¨¢s temprana que los chicos? El mul¨¢ le dijo que las chicas maduran antes. Alcanzan la "edad obligatoria" del culto a los 9 a?os, mientras los hombres lo hacen a los 13.
Irshad Manji: "A lo mejor debiera tener miedo a una 'fatwa'. Pero no lo tengo"
- Entonces, ?por qu¨¦ no se nos permite a las chicas dirigir la oraci¨®n?- pregunt¨® ella.
-Al¨¢ no lo permite.
-?Por qu¨¦?
-Lee el Cor¨¢n.
Pero el Cor¨¢n se deber¨ªa leer en ¨¢rabe para alcanzar su mensaje profundo. As¨ª que sigui¨® planteando preguntas: "Por qu¨¦ el estigma debe marcar a aquellos de nosotros que no hemos sido destetados en ¨¢rabe cuando el hecho es que s¨®lo el 13% de todos los musulmanes del mundo es ¨¢rabe?".
A los 14 a?os, el mul¨¢ la expuls¨® de la madraza. Pero nunca abandon¨® la fe en el islam. Ni siquiera cuando fue descubriendo su orientaci¨®n homosexual. Las preguntas que de ni?a planteaba en la escuela isl¨¢mica las aireaba despu¨¦s en un programa de televisi¨®n por Internet: "?C¨®mo puede el Cor¨¢n denunciar la homosexualidad y declarar al mismo tiempo que Al¨¢ convierte en excelente todo lo que crea?".
Irshad Manji, que ahora tiene 33 a?os, emiti¨® programas pol¨¦micos sobre la homosexualidad. Recibi¨® muchas quejas por parte de musulmanes. Y la m¨¢s habitual ven¨ªa a decir que aquellos "cerdos homosexuales" a los que Manji invit¨® deb¨ªan ser jud¨ªos.
Cada vez m¨¢s, Manji se iba convenciendo de que el islam estaba en manos de una corriente mayoritaria que cre¨ªa en la absoluta literalidad del Cor¨¢n.
"Incluso a los musulmanes occidentales se les educa en la creencia de que, como el Cor¨¢n vino despu¨¦s de la Biblia de los cristianos y el Tor¨¢ de los jud¨ªos, es el manifiesto definitivo y por tanto perfecto de los deseos de Dios", indica Manji.
"Y ¨¦sa es una creencia que incluso los musulmanes moderados que viven en Occidente aceptan", a?ade Manji. "Este complejo de supremac¨ªa es peligroso porque cuando se producen abusos en nombre del islam muchos musulmanes no saben c¨®mo debatir lo que dicen los fundamentalistas, porque no se nos ha ense?ado a hacer preguntas sobre el libro sagrado".
Un d¨ªa, la periodista pregunt¨® a varios amigos creyentes: "?D¨®nde estaban los musulmanes de Toronto, Vancuver o Montreal cuando los talibanes destruyeron las estatuas de Buda del valle de Bamiyan, en Afganist¨¢n?" "?Por qu¨¦ la ausencia de protestas musulmanas masivas en nuestras calles?". La ¨²nica respuesta que recibi¨® provino de otra musulmana feminista que le pregunt¨® a Irshad: "?Sabes lo que les est¨¢ ocurriendo a los musulmanes en Palestina?"
"Aquello era una clara evasiva", recuerda Manji. La periodista pens¨® entonces que la "pol¨ªtica infumable" de Oriente Pr¨®ximo no pod¨ªa justificar el silencio de los musulmanes de Occidente ante las lapidaciones de mujeres ni los totalitarismo isl¨¢micos.
Y escribi¨® el libro Mis dilemas con el Islam (editorial Maeva). Desde el a?o pasado, ha sido publicado en 25 pa¨ªses. Gran parte de los siete millones de musulmanes que viven en Estados Unidos pudieron leer c¨®mo The New York Times calificaba a Manji como "la pesadilla de Bin Laden".
"El libro es una carta que dirijo a mis hermanos musulmanes", sostiene. "Y en ella les explico lo que es la ¡§ytihad. No la yihad [guerra santa], sino la ¡§ytihad. Es la tradici¨®n isl¨¢mica de razonamiento independiente que permite a todos los musulmanes, heterosexuales o gays, viejos o j¨®venes, poner al d¨ªa sus pr¨¢cticas religiosas a la luz de las circunstancias contempor¨¢neas".
Irshad Manji ha colgado de la red una traducci¨®n al ¨¢rabe de su libro gratuita. Y asegura que cada d¨ªa recibe cientos de mensajes de apoyo por Internet. ?No teme una fatwa, una condena como la que se dict¨® contra el novelista Salman Rushdie?
"A lo mejor debiera tener miedo. Pero no lo tengo. Si uno vive con miedo en Occidente estar¨ªa dando la espalda a la libertad que se me ha dado".
Cuando alg¨²n medio musulm¨¢n entrevista a Manji ella se dirige al p¨²blico: "S¨¦ que algunos querr¨ªais verme muerta. Pero, antes de matarme, haceos esta pregunta: ?No cre¨¦is que lo que vais a hacer es dar m¨¢s fuerza a lo que yo digo? ?A qui¨¦n vais a ayudar? ?A mi causa o a la vuestra?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.