De Galapagar
No quiero hablar de los trajes de luces de su hijo, sino de los juegos de luz a los que nos est¨¢ sometiendo el ¨ªnclito alcalde galapague?o.
Es una historia muy graciosa, si no fuera porque al final, los caprichos de nuestros gestores terminan amarg¨¢ndonos la vida a todos los contribuyentes.
La anterior corporaci¨®n remodel¨® la plaza de la Constituci¨®n, creando un espacio peatonal iluminado con unas modernas farolas, por cierto, muy parecidas a las de la Gran V¨ªa madrile?a. Pues bien; el PP local y otros berroque?os personajes del municipio decidieron emprender una cruzada antifarolas que finalmente ha culminado en la sustituci¨®n por las cl¨¢sicas farolas isabelinas, y el amontonamiento de las modernas farolas en una peque?a plaza, tambi¨¦n obra de la anterior corporaci¨®n.
Continuando con estos juegos de luces y sombras, cuando paseo de noche, siempre llevo a mano mis gafas de sol, porque los reflectores que ha colocado el Ayuntamiento en la rotonda del olivo deslumbran como si te hallases en un quir¨®fano de Houston. A la par, m¨²ltiples calles del centro del municipio se encuentran en la m¨¢s dickensiana penumbra. ?A qu¨¦ se debe todo esto? Seg¨²n lenguas de triple filo de Galapagar, a que todo el tema de electricidad, iluminaci¨®n..., lo lleva un anterior concejal del PP y compa?ero del alcalde. Si as¨ª fuera, ya que se pone a cobrar facturas del Ayuntamiento, ?ser¨ªa mucho pedir que este electricista colocase luces donde m¨¢s falta hacen?; que, por otra parte, todo el mundo sabe d¨®nde son.
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