Nuevo m¨¢ximo
La econom¨ªa espa?ola no consigue eliminar el quiste inflacionista, uno de sus m¨¢s importantes y prolongados desequilibrios, que por s¨ª solo denuncia buena parte de sus limitaciones estructurales. El IPC de octubre ha vuelto a dispararse, nada menos que en un punto porcentual, hasta colocar la tasa interanual en un 3,6%, cuatro d¨¦cimas por encima del registro del mes anterior.
La primera consideraci¨®n que se deduce de estas cifras es que el diferencial frente a nuestros socios de la eurozona -pese a que tambi¨¦n a ellos les afecta la subida del petr¨®leo- se ampl¨ªa hasta 1,1 punto. Ello perjudica las posibilidades de recuperaci¨®n de la competitividad perdida, traducida de forma muy expl¨ªcita en el d¨¦ficit exterior, que viene drenando las posibilidades de crecimiento econ¨®mico. En un momento en el que el encarecimiento del euro no favorece la competitividad v¨ªa precios de nuestras ventas al exterior, que los dom¨¦sticos crezcan a un ritmo muy superior a los de nuestros principales socios aumenta las probabilidades de agravar esta brecha comercial, que no se ve compensada suficientemente por los ingresos del turismo.
El factor m¨¢s importante en el repunte ha sido el encarecimiento de los bienes energ¨¦ticos, lo que explica que se haya mantenido estable la denominada inflaci¨®n subyacente (excluidos los precios de alimentos frescos y productos energ¨¦ticos) en el 2,9%, muy elevada en todo caso. Pero si el precio del crudo se modera en los pr¨®ximos meses, la tasa general podr¨ªa hacerlo tambi¨¦n. De todas formas, nuestros problemas no vienen s¨®lo del petr¨®leo. Como sugiere el FMI, los mercados espa?oles siguen funcionando de forma ineficiente. La muy baja relaci¨®n capital-trabajo sigue siendo un lastre que impide mejorar la competitividad. Todo ello apunta a la prioridad de corregir este persistente desequilibrio para evitar un mal peor: la combinaci¨®n de una elevada inflaci¨®n con una desaceleraci¨®n del crecimiento econ¨®mico.
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