Juan del Olmo, el juez que no quiere ser estrella
Huir de las c¨¢maras de televisi¨®n, mantenerse fuera del alcance de los micr¨®fonos es una obsesi¨®n cotidiana para Juan del Olmo G¨¢lvez, juez instructor del sumario 20/2004, m¨¢s conocido como caso del 11-M. Desde que llega a la Audiencia Nacional por las ma?anas hasta que da por concluida la jornada, se dir¨ªa que vive en permanente alerta no tanto por su condici¨®n de potencial objetivo de los terroristas como por el temor a verse cercado por los informadores. De unos y otros parece protegerle una discreta escolta policial.
El azar quiso que el mayor atentado de la historia espa?ola ocurriera durante la semana de guardia en la Audiencia de un juez desconocido, llegado cuatro a?os atr¨¢s de provincias al tribunal nacional. Desde entonces, Del Olmo, de 46 a?os, se afana cada d¨ªa en pasar inadvertido, en desbaratar cualquier estrategia destinada a convertirle en un juez estrella. Pero ?qui¨¦n es este desconocido que disputa a Baltasar Garz¨®n el protagonismo judicial en los ¨²ltimos meses?
"Llevo la misma escolta de siempre y tengo la misma tranquilidad en mi vida privada. Disfruto de la noche de Madrid porque no la vivo y me a¨ªslo por completo"
"Un tipo francamente antip¨¢tico", opinan varios de los periodistas que cubren la informaci¨®n judicial del 11-M. "El ¨²nico juez de verdad, que se toma en serio su trabajo. Cita las leyes de memoria y trata con cortes¨ªa a todo el mundo", dice una funcionaria que ha trabajado alguna vez a sus ¨®rdenes. Unos y otros, antagonistas y defensores del estilo Del Olmo, entre los que se cuentan jueces y fiscales, prefieren en la mayor¨ªa de los casos mantener en secreto sus nombres.
Un desconocido en Corre os
"Soy un juez que cumple con su deber y que quiere seguir manteniendo el anonimato. Esta ma?ana, por ejemplo, he ido a Correos y al banco, y nadie me ha reconocido. Quiero seguir as¨ª, poder pasear por el Retiro sin que nadie se fije en m¨ª", dice Del Olmo, sentado ante la mesa del despacho provisional que ocupa en la primera planta de la Audiencia Nacional, en Madrid. De estatura peque?a, vestido con traje oscuro, rostro de nariz aguile?a dominado por unas s¨®lidas gafas de montura de concha, el juez del 11-M parece un cualificado funcionario, con un cuidado corte de pelo. Un f¨ªsico convenientemente normal.
Lo malo es que la Audiencia Nacional -el tribunal que se ocupa de delitos de terrorismo, narcotr¨¢fico o corrupci¨®n econ¨®mica- no es el lugar ideal para pasar inadvertido. Y Juan del Olmo lleg¨® a la Audiencia por su propio deseo. La primera vez, en 1998, lo hizo en comisi¨®n de servicios, para sustituir al expedientado juez Javier G¨®mez de Lia?o. Dos a?os despu¨¦s se postul¨® para reemplazar a Manuel Garc¨ªa Castell¨®n, nombrado juez de enlace entre Espa?a y Francia. En junio de ese a?o, el Consejo General del Poder Judicial le env¨ªo en comisi¨®n de servicios y un a?o despu¨¦s le otorg¨® la plaza de juez titular de la Audiencia Nacional.
"Juan era un estudiante modelo ya en la universidad; una persona muy seria, muy discreta, muy concienzuda", dice el fiscal del Tribunal Superior de Murcia, Manuel Campos, que estudi¨® con Del Olmo la carrera. La familia viv¨ªa en el popular barrio de El Carmen, donde naci¨® el futuro juez el 7 de julio de 1958. Hizo el bachillerato en el colegio de la Merced, de los hermanos maristas, antes de ingresar en la Universidad de Murcia. Compa?eros de aquella ¨¦poca le recuerdan como el empoll¨®n del grupo, m¨¢s bien introvertido y poco amigo de salidas nocturnas. Y sin embargo, Del Olmo perdi¨® un curso, al parecer por problemas sentimentales. La tormentosa relaci¨®n con su futura esposa -un matrimonio que ser¨ªa anulado despu¨¦s- le caus¨® notables problemas. Hoy, el juez del 11-M mantiene una relaci¨®n con una fiscal de Murcia, cuya identidad, como la del resto de sus familiares, quiere preservar.
Por lo dem¨¢s, Del Olmo parece moverse a sus anchas entre las espinas de este sumario que muchos le envidian. "Yo creo que se le ha subido un poco a la cabeza", interviene un compa?ero de la Audiencia. "Ya el d¨ªa de los atentados parec¨ªa inc¨®modo con la ayuda que quer¨ªan prestarle los dem¨¢s jueces. Durante el levantamiento de cad¨¢veres se empe?¨® en examinar uno a uno los restos de los fallecidos, cuando era casi imposible, dadas las circunstancias".
"Aquel d¨ªa cont¨¦ con la colaboraci¨®n de todos mis compa?eros. Do?a Teresa Palacios se qued¨® en mi puesto, porque la Audiencia ten¨ªa que seguir funcionando, y me ayudaron muchos otros jueces, incluso de los juzgados de la plaza de Castilla. Funcionamos todos como una comunidad, y eso fue muy importante", recuerda, sin embargo, Del Olmo. La ayuda no le ha faltado en ning¨²n momento. Sus compa?eros le han librado de las guardias y de los complejos casos que llegan de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n. Adem¨¢s, desde octubre, un juez de apoyo se ocupa de los restantes casos del Juzgado Central n¨²mero 6.
"La verdad es que el sumario del 11-M es muy sencillo. Varios de los autores materiales y los cerebros del atentado volaron por los aires, y los otros est¨¢n detenidos; es bastante poco lo que hay que hacer. Y si quer¨ªa tener las manos libres para dedicarse al 11-M entonces, lo m¨¢s sensato habr¨ªa sido dejar el caso Egunkaria, que es mucho m¨¢s complejo", dice un juez que exige anonimato. ?Por qu¨¦ no lo ha hecho? La misma persona cree que la causa flojea en varios puntos y quiz¨¢ Del Olmo prefiera que no lo toque otro instructor.
La clausura del diario Egunkaria, en febrero pasado, por formar parte supuestamente del entramado de ETA, y la detenci¨®n de 10 de sus directivos (ocho de ellos han sido procesados), fue hasta el 11-M el asunto m¨¢s importante de los asumidos por Del Olmo. Y tambi¨¦n el m¨¢s pol¨¦mico, en una situaci¨®n envenenada como la del Pa¨ªs Vasco, que Del Olmo conoce bien porque all¨ª vel¨® sus primeras armas judiciales.
Fue una etapa breve entre 1986 y 1989, nada m¨¢s aprobar las oposiciones a judicatura en 1985, la que Del Olmo pas¨® al frente del juzgado de Durango (Vizcaya). "Era muy reservado ya. Se met¨ªa en su despacho y no sal¨ªa hasta tarde. Y eso que entonces ¨¦ramos j¨®venes, la familia estaba lejos", recuerda una juez que coincidi¨® con ¨¦l en aquella etapa. "Por entonces empezaba a desplegarse la Ertzaintza, y este hombre, d¨¢ndose cuenta de que los polic¨ªas judiciales son las manos y los pies de un juez, fue el primero en poner en marcha una unidad de polic¨ªa judicial con ertzianas", cuenta un magistrado de un alto tribunal que le conoci¨® tambi¨¦n en Euskadi. Aquel periodo le dej¨® una huella f¨ªsica, una leve cojera, consecuencia de un terrible accidente de tr¨¢fico. Fue bajando el puerto de Urquiola en direcci¨®n a Durango: el coche del juez choc¨® y su ¨²nico ocupante sufri¨® numerosas fracturas.
De Murcia a la Audiencia
Apenas recuperado se hizo cargo del juzgado de Cieza (Murcia), y meses despu¨¦s obtuvo una plaza de magistrado en Murcia, donde permanecer¨ªa casi diez a?os, hasta su traslado a la Audiencia. Un rodaje profesional relativamente modesto para asumir un caso de la importancia del 11-M, una oportunidad de oro para convertir a un juez desconocido en el hombre de moda del panorama judicial. Pero Del Olmo se resiste a asumir ese protagonismo. "Llevo la misma escolta de siempre y tengo la misma tranquilidad en mi vida privada. Disfruto de la noche de Madrid porque no la vivo, porque me a¨ªslo completamente", dice. Y en cuanto a su relaci¨®n con los medios de comunicaci¨®n, el juez admite que las cosas no van a cambiar. "Mi trabajo es investigar un caso, y si no se hace con la debida confidencialidad, entonces no se puede hablar de verdadera investigaci¨®n", dice. "Otra cosa es que se pueda ser m¨¢s o menos simp¨¢tico en el trato con los informadores, pero uno es como es, y a cierta edad ya no se cambia".
"Un tamp¨®n de dos cent¨ªmetros de di¨¢metro"
JUAN DEL OLMO mantuvo, entre los meses de abril y octubre, una ¨¢spera batalla (que consigui¨® ganar) por unir al del 11-M el sumario abierto por su colega Teresa Palacios a ra¨ªz del suicidio de siete islamistas ligados a los atentados de Atocha en un piso de Legan¨¦s (Madrid). Molesto por algunas filtraciones a la prensa, el juez solicit¨® a la Gerencia de ?rganos Centrales del ministerio dos tampones para sellar los folios de la causa. Fiel a su car¨¢cter minucioso, Del Olmo especificaba en la providencia que uno de ellos deb¨ªa ser "especial, de tama?o reducido en cuanto a su sello y de aproximadamente dos cent¨ªmetros de di¨¢metro", para marcar "todos y cada uno de los folios de las actuaciones judiciales hasta ahora realizadas" con una inscripci¨®n
que diga: "Juzgado Central de Instrucci¨®n n¨²mero 6". Del otro tamp¨®n reclamado s¨®lo se especificaba que deb¨ªa servir para se?alar, a partir de ese momento, "la fecha y la hora de la presentaci¨®n de los documentos", ya que ser¨ªa estampado "en cuantos escritos se reciban en este juzgado en relaci¨®n con el sumario 20/2004".
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