El cat¨¢logo y nada m¨¢s
A las pel¨ªculas que se estrenan y los libros que se publican les ocurre un poco lo que a la pel¨ªcula o novel¨®n electoral que llen¨® nuestras vidas recientemente, a pesar de desarrollarse al otro lado del Atl¨¢ntico. Se nos desmenuz¨® tan cuidadosa, deliberada y locamente el argumento, se aferraron los narradores de tal modo a los flecos tem¨¢ticos, que a unos y otros se les olvid¨® contarnos la sustancia profunda. Quiero decir que la an¨¦cdota, el dibujo de la trama, sus colores y formas, son el alimento de que nos nutrimos, tanto en arte como en noticias: el espect¨¢culo, ruido y furia. La sustancia, ?a qui¨¦n interesa? ?A qui¨¦n entretiene?
El bulto de la cosa acaba siendo m¨¢s importante que la cosa misma. Es la irrupci¨®n del show como business, camuflado bajo el lema "el p¨²blico necesita ser informado", en el departamento de Cr¨ªtica y An¨¢lisis, lo que arruina el Asunto y convierte en tiempos muertos los tiempos que deber¨ªamos dedicar a la cosa en cuesti¨®n; se trate de un objeto de cultura o de una noticia.
Sigamos con el primer ejemplo: una pel¨ªcula de estreno. Veremos qu¨¦ f¨¢cil resulta convertirlo en par¨¢bola de cualquier otro suceso; la forma en que los MCM (Medios de Comunicaci¨®n Masiva) se apropian inmediatamente del pa?o, creyendo ingenuamente que informan, cuando en realidad se limitan a relatar; y a¨²n menor que eso, a repetir como cacat¨²as lo que no es m¨¢s que el cat¨¢logo de las caracter¨ªsticas del producto que mejor pueden ayudar a venderlo, a inculcarlo, a distraer la atenci¨®n del p¨²blico (convertido en consumidor) de su sustancia, o de su carencia de sustancia.
Hoy en d¨ªa resulta dif¨ªcil meterse en un cine sin saber, al menos, tres o cuatro de los ingredientes que componen el filme que vamos a ver. O puede darse el caso, muy frecuente, de que lo sepamos todo. Pero se trata de una primera visi¨®n, no de una revisi¨®n. No hemos sido nosotros quienes, previamente, hemos masticado el material. Nos lo han servido en papilla. As¨ª pues, ingredientes. La actriz Tal, en su primer papel de mala, o el actor Cual, mostrando por primera vez su lado oscuro; ya tenemos parte del argumento. El clima, perfectamente logrado, considerando que la ciudad Aqu¨¦lla ha sido rodada ¨²nicamente de noche; el detalle del final que se resuelva de manera inesperada a causa de Determinado objeto. ?Y qu¨¦ decir de la sabia utilizaci¨®n del secundario Menganito, ya saben, el que en la peli No S¨¦ Cu¨¢l hizo de padre amant¨ªsimo, ahora en un papel exactamente opuesto que roza la psicopat¨ªa?
Lees las cr¨ªticas, las rese?as de festivales, las entrevistas con autores e int¨¦rpretes; te enchufas a los diferentes programas dedicados al cine con que nuestras televisiones nos obsequian echando mano a los tr¨¢ilers gratuitos e interminables y explicativos que las distribuidoras les proporcionan. Y todos coinciden: te cuentan el argumento de la cosa, hablan mucho de la cosa, de los ingredientes de la cosa, de lo que la cosa ha supuesto para ¨¦stos y los otros, del dinero que ha dado o dar¨¢ la cosa. Pero nadie te cuenta el sentido de la cosa, el porqu¨¦, nadie te mete en el contexto en el que ha sido realizada, ni echa la vista atr¨¢s como no sea anecd¨®ticamente tambi¨¦n (para hacer un breve repaso a otras cosas del mismo g¨¦nero rodadas en tiempos pret¨¦ritos). Nadie te cuenta qu¨¦ quiere la cosa de ti, y por qu¨¦ te enga?an simulando que te est¨¢n informando, alimentando.
Antes era m¨¢s sencillo. Cuidado con Fulanito, suele contar el argumento, te dec¨ªas, pensando en determinado comentarista. O no te leas las sinopsis que dan en los cines de V. O. Pero en estos momentos el acoso resulta insoportable, viene desde todos los puntos y en todas las direcciones.
As¨ª ocurre con las tramas de la vida. Parece que lo sabemos todo sobre ellas, pero en realidad apenas tenemos conocimiento. S¨®lo aludes de informaci¨®n.
Y cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil mantener la mirada limpia, la curiosidad intacta, la intuici¨®n fresca, el ¨¢nimo discutidor. Cada vez resulta m¨¢s arduo detectar las burras que se nos colocan a diario.
Bla, bla, bla.
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