Memorable

A Bertolt Brecht le fascinaba Bilbao. Lo divulg¨® a los cuatro vientos y escribi¨® Bilbao song para su obra Happy end. Ute Lemper dej¨® claro en el santuario de la Filarm¨®nica que nadie le iguala hoy en este repertorio. El chispazo emocional fue intenso. Era un momento hist¨®rico.

Se reun¨ªan todas las condiciones para una noche m¨¢gica: la historia y dimensiones de la sala; la ciudad; una cantante de irresistible personalidad y un grupo excelso como la Orquesta de C¨¢mara Orpheus de Nueva York. Lemper es fabulosa contando historias. En alem¨¢n, franc¨¦s o ingl¨¦s, da lo mismo. Seduce por su belleza vocal y por su ritmo narrativo. Con ella uno se desplaza de Berl¨ªn a Nueva York, de Amsterdam a Par¨ªs, con los entresijos de la historia como equipaje: las guerras, los exilios, los atentados terroristas, la esperanza. Su Eisler fue insuperable; su Weill, estremecedor; su Brel, emotivo. Enamora.

Los del Orpheus deslumbraron en la suite para orquesta de c¨¢mara de Schulhoff o en las saudades de Brasil de Milhaud. Acompa?aron a la cantante con una flexibilidad portentosa. El delirio se apoder¨® de la sala. La orquesta entera tuvo que volver despu¨¦s de abandonar el escenario ante las aclamaciones interminables. Verdaderamente conmovedor.

En estos tiempos de artistas que rozan la perfecci¨®n pero sin carisma, la actuaci¨®n de Ute Lemper fue una revelaci¨®n, un espejismo. Elev¨® a las nubes el valor irreemplazable de la interpretaci¨®n. Es un monstruo en escena que transmite desgarramiento y pasi¨®n, dolor e ilusi¨®n. Se vaci¨®. Ante algo semejante no queda m¨¢s reacci¨®n que el estremecimiento.