Romario: adi¨®s al duende del ¨¢rea
Ex compa?eros barcelonistas del brasile?o relatan el comportamiento, lleno de an¨¦cdotas y situaciones at¨ªpicas, del goleador al que m¨¢s admiran
Romario da Souza Faria se puso por ¨²ltima vez la camiseta amarilla de Brasil con el n¨²mero 11 en la espalda el pasado mi¨¦rcoles, en Los ?ngeles, la ciudad en la que bes¨® la Copa del Mundo en julio de 1994. Contra M¨¦xico, Romario se despidi¨® de la canarinha, acompa?ado de buena parte de los jugadores con los que Brasil se convirti¨® en tetracampe¨®n del mundo. Se fue de la selecci¨®n de la ¨²nica manera posible, marcando dos goles. Ahora busca equipo para jugar hasta el mes de julio.
El anuncio de su retirada ha removido la memoria colectiva del barcelonismo, que durante el curso 1993-1994 le vio marcar goles antol¨®gicos, de los que permanecen en el recuerdo. "Si te paras a pensarlo, no estuvo ni un a?o aqu¨ª, pero hizo tanto que da la sensaci¨®n de que jug¨® diez", reconoce Guillermo Amor, su ex compa?ero en aquel Bar?a al que Romario lleg¨®, claro, de madrugada, la del 17 de julio de 1993. Tras seis horas negociando con Joan Gaspart en su mansi¨®n de Sant Andreu de Llavaneres, firm¨® al alba su traspaso del PSV Eindhoven al Barcelona. Despert¨® el s¨¢bado a media tarde, se fue a misa y volvi¨® a meterse en la cama. El domingo vio torear en la plaza Monumental a Ponce, Chamaco y Rinc¨®n. Despu¨¦s, empez¨® una faena para enmarcar.
"Si no salgo de noche, no meto goles", afirm¨® tras invitar al detective del Bar?a que le segu¨ªa
"Corre t¨², que para eso te pagan. Yo cobro por meter goles", espet¨® a Quique Estebaranz
"Era capaz de crear peligro en una baldosa", resume Johan Cruyff. "Es el mejor entrenador que he tenido", ha dicho Romario, para sorpresa, entre otros de Txiki Begiristain: "?Si discut¨ªan cada semana!", recuerda. Su relaci¨®n hizo temblar las paredes del vestuario, por ejemplo, el d¨ªa en el que Cruyff le ech¨® en cara su propensi¨®n a salir hasta altas horas de la noche: "?Eres mi padre o qu¨¦?", le contest¨® el jugador para pasmo del grupo, que le ve¨ªa llegar cada ma?ana con ojos lega?osos y tomarse un caf¨¦, pero casi nunca tarde. Seg¨²n el delegado del Bar?a, Carlos Naval, "aparec¨ªa cinco minutos antes de la hora fijada, se iba un minuto y desaparec¨ªa minuto y medio despu¨¦s de terminado el entrenamiento".
"Si no salgo de noche, no meto goles", sentenci¨®, mediada la campa?a liguera, la ma?ana despu¨¦s de invitar al detective privado que, pagado por el Bar?a, segu¨ªa sus pasos aquella noche. "Esta ronda te la pago yo, que te va a costar un ri?¨®n la noche". "Todav¨ªa nos re¨ªmos", confiesa su ¨ªntimo amigo Dani Gracia, empresario inmobiliario de Sitges, que Jos¨¦ Mari Bakero le present¨® en su casa durante una cena y que, desde entonces, se convirti¨® en su sombra.
"No le vi nunca beber alcohol", recuerda Gracia. El plan se repet¨ªa a menudo: cena en Cal Pinxo con Yago y Juanito, los otros dos miembros del cuarteto de marras; partida de billar americano, zumo en Pach¨¢ y al hotel. Acompa?ado, claro. "Las chicas no se me dan bien", lleg¨® a declarar Romario en la frase m¨¢s falsa de cuantas haya pronunciado. Dani asegura que Romario s¨®lo lleg¨® tarde a un entrenamiento.
Y Cruyff le mult¨®, claro, aquel viernes. El s¨¢bado jugaban contra el Atl¨¦tico de Madrid: "Si metes tres goles, te perdono". Los meti¨®. Tres golazos. "Y ahora me invitas a cenar", le dijo Romi al holand¨¦s, que acept¨®. No pag¨® nunca aquella cena, faltar¨ªa m¨¢s. "Ni cuando secuestraron a su padre le vi nervioso. Es fr¨ªo y tiene caracter" dijo de ¨¦l Bakero. "Voy de cara. Digo lo que pienso", siempre se justific¨® Romario, que, si se sent¨ªa perjudicado, no se cortaba y que en el ¨¢rea tampoco perd¨ªa los nervios: "Roberto Dinamita -delantero brasile?o que lleg¨® a jugar una temporada en el Bar?a- me ense?¨® a esperar el momento, a no perder la calma". Entonces, la tocaba con la puntita y gritaba gol.
De su car¨¢cter saben muchos de sus entrenadores. Tambi¨¦n otro de sus ex compa?eros, Quique Estebaranz. Durante un partido, el extremo madrile?o se peg¨® una carrera de muerte y, al ir a centrar, no vio a Romario en el ¨¢rea. "Romi, corre un poco m¨¢s, joder", le grit¨®. Romario se le acerc¨®: "Corre t¨², que para eso te pagan. Yo cobro por meter goles, no por correr". De su car¨¢cter tambi¨¦n sabe Simeone. En Sevilla, Romario le tumb¨® de un directo a la mandibula. Vio la tarjeta roja. "Lo siento", dijo luego en el vestuario sin ahondar en explicaciones.
En aquella inolvidable temporada, Romario marc¨® 30 goles y fue pichichi. Seg¨²n Begiristain, "si al llegar promete 57, los mete". El ahora secretario t¨¦cnico del Bar?a propuso una ma?ana transmitir por televisi¨®n los entrenamientos: "No me hicieron caso y de las mejores cosas que le he visto hacer no hay im¨¢genes". "Es el mejor delantero que he visto nunca", asegur¨® Laudrup, con quien a¨²n mantiene relaci¨®n. "Se le notaba en la mirada el d¨ªa que ten¨ªa ganas de armarla", recuerda Eusebio, que no olvida el ritual antes de los partidos: "Cambiado para salir al campo, pero a¨²n descalzo, mientras los dem¨¢s nos calent¨¢bamos haciendo ejercicios de estiramiento, ¨¦l cog¨ªa la pelota y hac¨ªa malabarismos". "El d¨ªa que estaba inspirado sab¨ªas por la ma?ana que la iba a liar", recuerda Stoichkov. Pero si en el campo tuvo un aliado ¨¦se fue Guardiola. "De aquel dream team recuerdo dos cosas de Romario: los pases que le daba Guardiola y las vaselinas sin mirar a porter¨ªa", asegura Xavi, entonces un cr¨ªo.
"Cuando se pon¨ªa de perfil, quer¨ªa el pase. No lo hablamos nunca, pero no fallaba", explica Guardiola, que se desayun¨® con un par de huevos fritos con patatas leyendo el Sport la ma?ana despu¨¦s de la noche m¨¢s inolvidable firmada por Romario en el Camp Nou, aquella en la que el Madrid perdi¨® por 5-0. El brasile?o marc¨® tres goles y dej¨® para siempre un regate en la historia del Camp Nou: la cola de vaca.
El presidente del Bar?a, Joan Laporta, que define a Romario como "el verdadero delantero centro virtuoso de la historia del club". Su mejor recuerdo del brasile?o fue "el gol a Alkorta, que me sigue maravillando", asegura. Se refiere, claro, al que le marc¨® a Buyo despu¨¦s de clavar a Alkorta en la frontal. "Toda la vida se me recordar¨¢ esa jugada", se lamenta todav¨ªa el vasco.
Tras ganar la Liga y perder la final de la Copa de Europa en Atenas ante el Milan -"?qu¨¦ verguenza!, mi padre ha visto el partido desde R¨ªo", se limit¨® a decir al salir del vestuario aquella noche-, Romario se fue a Brasil, gan¨® el Mundial y ya no volvi¨®. Bueno, volvi¨® a Espa?a tres veces: la primera, al Bar?a, un mes tarde. Cruyff le mand¨® correr por la monta?a como castigo. Dos meses despu¨¦s fue traspasado al Flamengo. En agosto de 1996 fich¨® por el Valencia, se pele¨® con Luis Aragones -"m¨ªreme a los ojitos cuando le habl¨®", bram¨® una ma?ana el hoy seleccionador espa?ol, harto del brasile?o-. Jug¨® cinco partidos ese a?o y seis en su segundo intento, con Jorge Valdano al mando. Una lesi¨®n trunc¨® su ¨²ltima aventura en la Liga espa?ola. "S¨®lo hubo un Romario: el de despu¨¦s del Mundial era Dios", sentencia Zubizarreta.
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