'Dixieland'
La audiencia concedida por el reelegido George W. Bush al ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha recordado la importancia simb¨®lica que tienen los Estados Unidos para la escena espa?ola. Cualquier desd¨¦n de Washington hacia nuestro pa¨ªs, por menudo que sea, levanta una tormenta, entendi¨¦ndose como un desaire a nuestro Gobierno. Y enseguida nos echamos las manos a la cabeza, escandalizados unos por la perfidia de Aznar y regocijados los otros por la humillaci¨®n de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. ?Por qu¨¦ somos tan susceptibles y quisquillosos? Congraciarse con el Washington actual no merece la pena, as¨ª que m¨¢s vale armarse de paciencia, pues la cosa va para largo: ?no quieres Bush?, pues toma dos tazas.
?Por qu¨¦ ha causado tanto impacto en Espa?a la reelecci¨®n del presidente estadounidense? Su victoria era previsible, a juzgar por las encuestas. Pero nuestra opini¨®n mayoritaria se hab¨ªa hecho unas ilusiones infundadas, confundiendo sus deseos con la realidad. Lo que demuestra que aqu¨ª no hab¨ªa antiamericanismo, sino justo lo contrario, pues se cre¨ªa a los estadounidenses capaces de reflexionar, yendo a votar con madurez y sentido de la responsabilidad. ?Qu¨¦ ilusos!
Se dice, para explicar el masivo plebiscito que ha refrendado este imperialismo irresponsable, que se han impuesto los valores morales de una religiosidad irredenta, pendiente de secularizar. Pero tambi¨¦n podr¨ªa aducirse con el mismo fundamento que se ha impuesto el m¨¢s reaccionario chovinismo del "USA ¨¹ber alles". ?Qu¨¦ clase de valores morales son los que refrendan la pol¨ªtica de la venganza, la agresi¨®n injustificada y el abuso de poder? ?Qu¨¦ diferencia hay entre este plebiscito de Bush y el de Hitler en 1932? Si ¨¦ste explot¨® el resentimiento popular contra el Tratado de Versalles, ?no cabe entender el voto a Bush como un an¨¢logo resentimiento peque?oburgu¨¦s contra el mundo exterior que habr¨ªa osado ofender a EE UU?
Pero ni tanto ni tan calvo: ni valores religiosos ni tampoco fascistas. La mejor explicaci¨®n del reaccionarismo estadounidense es la ofrecida hace un siglo por Sombart: todo se deber¨ªa a la imposibilidad de que all¨ª venza la izquierda a causa de su estructura de clases, pues los asalariados pronto se aburguesan por la masiva irrupci¨®n desde abajo de oleadas de inmigrantes que les impulsan hacia arriba, haci¨¦ndoles ingresar en las clases medias. De ah¨ª que en su bipartidismo se alternen dos partidos burgueses, uno de profesionales y el otro de propietarios, que con diferente estilo defienden intereses afines. Y entre ambos las clases bajas que votan lo hacen por el m¨¢s populista, aunque vaya a perjudicarles destruyendo los restos del Welfare State.
Pero adem¨¢s de esto, a¨²n existe otro factor de continuidad hist¨®rica. Y es la persistencia de la Guerra de Secesi¨®n (1861-1865) en la memoria colectiva, que contin¨²a determinando las l¨ªneas de fractura del conflicto pol¨ªtico. Los Estados nordistas han votado masivamente al yankee Kerry, mientras los sudistas han impuesto al tejano Bush. As¨ª es como la l¨ªnea Mason-Dixon, que atribuy¨® el nombre de Dixieland al Viejo Sur, sigue siendo la frontera pol¨ªtica que divide a las dos Am¨¦ricas: la reaccionaria vs. la modernizadora. Y aqu¨ª es donde se da un sorprendente paralelo con el muy semejante caso espa?ol.
El hispanista Walther Bernecker ha propuesto una tr¨¢gica analog¨ªa entre las dos guerras civiles, la estadounidense y la espa?ola. Salvadas sus evidentes distancias, ambas poseer¨ªan no s¨®lo un desarrollo parecido, sino adem¨¢s un mismo destino hist¨®rico com¨²n: el de volverse contra sus vencedores otorgando la victoria moral al bando derrotado, pues a la larga ambas guerras las han ganado p¨®stumamente sus respectivas causas perdidas.
Por eso los electores dixies de Bush se han vengado ahora del yanqui Kerry, igual que ayer los republicanos de Rodr¨ªguez Zapatero se vengaron del franquista Aznar. Y la moraleja es obvia: la traducci¨®n espa?ola de las elecciones estadounidenses que pretende Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar acabar¨¢ por traicionarle volvi¨¦ndose contra ¨¦l, pues cuanto m¨¢s visite al presidente George W. Bush, peor le ir¨¢ aqu¨ª a su pupilo Mariano Rajoy.
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