?Hay una Palestina despu¨¦s de la muerte?
El escritor coreano Yi Munyol cuenta la historia de un maestro de caligraf¨ªa que, en su lecho de muerte, mand¨® quemar toda su obra porque, como su coraz¨®n no era totalmente puro, no hab¨ªa podido dar a luz con su pincel al p¨¢jaro de alas de oro. Ve¨ªa c¨®mo del fuego brotaba el inmenso p¨¢jaro. En este momento de suspensi¨®n provocado por la muerte del hombre que dio rostro a Palestina, muchos han visto dibujarse lo que se denomina una "puerta abierta a la oportunidad", una configuraci¨®n excepcional.
Tras cuatro a?os de enfrentamiento armado a ultranza, los israel¨ªes han comprendido que era imposible una soluci¨®n militar. Muchos de ellos consideran que tambi¨¦n es inviable una soluci¨®n pol¨ªtica negociada, que no queda sino el divorcio, la separaci¨®n f¨ªsica unilateral: un plan de desconexi¨®n para Gaza y un muro (o "valla de seguridad") para Cisjordania. Aunque desde el extranjero se elevan mil voces advirti¨¦ndoles de que semejante guetoizaci¨®n de Israel est¨¢ pre?ada de amenazas, ellos no ven m¨¢s all¨¢. Una mayor¨ªa es favorable a una retirada de los territorios ocupados y aceptar¨ªa la idea de un Estado palestino, pero piensan que enfrente no tienen ning¨²n interlocutor. ?Y si de repente apareciera uno?
Tras la desaparici¨®n de Arafat nada se opone a la reanudaci¨®n del di¨¢logo con su sucesor
El presidente de EE UU, reelegido triunfalmente pero empantanado en Irak, podr¨ªa dar un giro a la situaci¨®n resolviendo el problema palestino-israel¨ª. Con cuatro a?os por delante, es el ¨²nico que puede hacerlo. Si lo lograra, desactivar¨ªa la hostilidad del mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n y romper¨ªa el c¨ªrculo vicioso en el que est¨¢ preso el nuevo siglo. Su principal aliado, el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, se lo dice con insistencia al o¨ªdo. Europa, Rusia, la ONU, el mundo entero est¨¢ tras ¨¦l. Todos aceptan la llamada soluci¨®n de los dos Estados, incluso George W. Bush la ha suscrito, aunque sea con la boca peque?a. ?Por qu¨¦ no hacerse un lugar en la historia gracias a esta cuesti¨®n?
Los primeros pasos se est¨¢n dando por s¨ª solos: Arafat ha muerto; hay que elegir su sucesor, es decir, organizar elecciones en los territorios ocupados, e Israel debe permitirlo. ?Qu¨¦ puede impedirlo? El presidente estadounidense afirma que est¨¢ llevando en Oriente Pr¨®ximo una cruzada a favor de la democracia, que hace una guerra para organizar elecciones en Irak. ?C¨®mo va a dejar que su m¨¢s fiel aliado impida la celebraci¨®n de un escrutinio destinado a dar al nuevo socio palestino una legitimidad tan necesaria?
Tras la desaparici¨®n de Arafat, considerado por Ariel Sharon como el obst¨¢culo principal para las negociaciones de paz, nada se opone en principio a una reanudaci¨®n del di¨¢logo con su sucesor, especialmente si ¨¦ste es elegido democr¨¢ticamente. ?Por qu¨¦ raz¨®n la retirada israel¨ª de Gaza debe ser unilateral y no coordinada con la Autoridad Nacional Palestina? Sharon ha recordado que la denuncia y desmantelamiento de las infraestructuras terroristas era un imperativo para la reapertura de las negociaciones, pero no se puede seguir mucho tiempo jugando al rat¨®n y el gato. Los palestinos tambi¨¦n han probado el fruto amargo de cuatro a?os de enfrentamiento sin salida. Tras la desaparici¨®n del padre que unificaba y paralizaba sus fuerzas, se preguntan si la unidad palestina aguantar¨¢ el golpe, se preguntan qui¨¦n ganar¨¢ finalmente, si la vieja guardia o la nueva, si los nacionalistas o los islamistas, si los corruptos o los militantes. Pero les importa a¨²n m¨¢s saber si todav¨ªa se vislumbra un rayo de esperanza en el horizonte. Pues la vida cotidiana es un infierno tal que el deseo de una vida normal, tranquila y m¨¢s o menos digna es mayoritario en Palestina. Para que ese deseo pueda tomar forma y expresarse, incluso en las urnas, habr¨ªa que creer en una posible soluci¨®n, es decir, en un Estado palestino.
Es posible imaginar en sue?os el modo en que actuar¨ªan unos dirigentes decididos a ganar la paz. Apostar¨ªan por considerar que sus dos pueblos han llevado la l¨®gica del enfrentamiento hasta sus l¨ªmites y han salido de ella maduros para una separaci¨®n negociada en plan amistoso, la soluci¨®n de los dos Estados seg¨²n los t¨¦rminos que todo el mundo conoce.
El problema es que los actores principales no parecen estar a la altura de su destino. Los dirigentes palestinos se hallan todav¨ªa ante el vac¨ªo creado por la desaparici¨®n de Yasir Arafat. Est¨¢n ocupados en su sucesi¨®n, en la gran redistribuci¨®n de las cartas, en la supervivencia de una Autoridad Nacional Palestina exang¨¹e y en la batalla de las elecciones. Los territorios que supuestamente administran est¨¢n en su mayor¨ªa ocupados por el Ej¨¦rcito israel¨ª, erizados de alambradas, controlados por grupos armados, sumidos en la miseria, la represi¨®n, la corrupci¨®n. El m¨¢s popular de los dirigentes, Maruan Barguti, est¨¢ encarcelado. Ni ¨¦l ni ning¨²n otro est¨¢ en posici¨®n de tomar la iniciativa para acabar con las ambig¨¹edades y asumir riesgos hist¨®ricos.
La iniciativa podr¨ªa (deber¨ªa) proceder de Israel, pero Sharon no quiere un Estado palestino, es as¨ª de sencillo. Para lograr que la Knesset aceptara su plan de retirada unilateral de Gaza ha llegado incluso a escindir su propio partido, romper con la extrema derecha y aliarse con sus rivales laboristas. Habr¨¢ que ver cu¨¢nto dura. Evacuada por los soldados y colonos israel¨ªes, la franja de Gaza podr¨ªa convertirse en una especie de territorio aut¨®nomo destinado idealmente a ser gobernado con mano de hierro por un hombre que tuviera el acuerdo de los israel¨ªes y los estadounidenses, posiblemente un condominio egipcio-israel¨ª. Sharon considera que abandonar Gaza es el precio que debe pagar para quedarse con lo esencial de Cisjordania, o al menos para poder impedir el establecimiento de un Estado palestino viable. En cualquier caso, Gaza estar¨¢ bajo una ¨®rbita y Cisjordania bajo otra. Si Ben Gurion cre¨® el Estado de Israel, Sharon sue?a con ser el hombre que atomiz¨® y cantoniz¨® para siempre a los palestinos.
Esta visi¨®n est¨¢ evidentemente muy lejos de la de una "paz justa y duradera" con dos Estados coexistiendo pac¨ªficamente uno al lado de otro. La comunidad internacional apoya la retirada israel¨ª de Gaza haciendo como que cree que se trata de un primer paso para la evacuaci¨®n de Cisjordania. Pero como esto no ocurrir¨¢, volver¨¢, una vez m¨¢s, a remitirse a Estados Unidos. Y como siempre, las cuestiones m¨¢s complejas se reducir¨¢n a una sola: ?pondr¨¢n los estadounidenses todo su empe?o en convencer a Israel de que acepte la existencia de Palestina? Con Bush, que considera a Sharon como un precursor de la guerra contra el terrorismo, la respuesta ser¨¢, con toda probabilidad, no.
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