"Las injusticias de M¨¦xico justificar¨ªan otra revoluci¨®n"
Julio Valdivieso, profesor de literatura en la Universidad de Nanterre (Par¨ªs), regresa a M¨¦xico tras 24 a?os de exilio. Acaba de caer el PRI tras 71 a?os de poder omn¨ªmodo y en casa le esperan varias sorpresas: los viejos amigos, algunos de ellos muy cambiados; el recuerdo obsesivo de un viejo amor truncado, el de su prima Nieves, muerta en accidente de coche; sus deseos de profundizar en la obra de Ram¨®n L¨®pez Velarde, gigantesco poeta muerto a los 33 a?os (Jerez, 1888-M¨¦xico, 1921); una telenovela sobre la silenciada Revuelta de los Cristeros, menesterosos cuya fe cat¨®lica fue brutalmente reprimida por el triunfo de la Revoluci¨®n en los a?os veinte y treinta; un pa¨ªs entregado imp¨²dicamente a la televisi¨®n... ?se es el arranque de El testigo, premio Herralde 2004, y la tercera, monumental y m¨¢s ambiciosa novela de Juan Villoro (M¨¦xico, DF, 1956), escritor y periodista de gran pluma y fina iron¨ªa, profesor en la UNAM, Yale y la Pompeu Fabra de Barcelona, que acaba de volver a su pa¨ªs tras tres a?os de ausencia.
"La idea del milagro es fascinante para la gente que hace ficci¨®n. Se dan por ciertos sin verificarlos"
"De lo que m¨¢s orgulloso estoy es de haber transcrito en la novela la poes¨ªa de L¨®pez Velarde"
Pregunta. As¨ª que se fue.
Respuesta. S¨ª, hace dos meses y medio. Hemos estado muy a gusto en Barcelona, pero era hora de volver con la tribu.
P. ?El testigo es un anuncio de su llegada a la "nueva democracia" mexicana?
R. Bueno, la novela no tiene un contenido pol¨ªtico expl¨ªcito, pero su trasfondo tiene que ver con la sensaci¨®n de ilusi¨®n traicionada que trajo la transici¨®n a la democracia tras los 71 a?os de dictadura del PRI. El cambio conducido por la derecha, en muchos sentidos, ha dejado la sensaci¨®n de un retorno al pasado prerrevolucionario. Hoy, el desgobierno que vivimos y la falta de opciones nos hacen sentir que de la dictadura perfecta pasamos a la caricatura perfecta.
P. ?Con el PRI viv¨ªamos mejor?
R. Formalmente, era un partido laico, socialdem¨®crata y con tendencia a la ret¨®rica de izquierdas, pero en realidad era un partido burgu¨¦s que permiti¨® el ascenso de una nueva clase. Las injusticias que se ven hoy en M¨¦xico siguen justificando una revoluci¨®n. La gran paradoja es que algunas fortunas amasadas durante el gobierno del PRI fueron favorecidas por el gobierno revolucionario.
P. ?Y qu¨¦ hac¨ªan los j¨®venes como usted? ?Hacerse de derechas?
R. La primera vez que vot¨¦, en 1976, s¨®lo se present¨® un candidato a presidente. Los otros se retiraron: era una farsa. Hoy las elecciones tienen m¨¢s credibilidad, pero faltan contenidos pol¨ªticos.
P. Usted y su narrador son testigos y lo cuentan.
R. S¨ª, en la novela trat¨¦ de indagar en algunos testimonios contempor¨¢neos tan determinantes para la vida como los programas de la televisi¨®n; los mensajes religiosos o la poes¨ªa may¨²scula de L¨®pez Velarde, que en sus ricas contradicciones representa el alma ¨ªntima de los mexicanos: poeta cat¨®lico, provinciano, conversacional, transgresor de las formas po¨¦ticas, asiduo visitante de prost¨ªbulos, pecador arrepentido... El protagonista indaga, como en una novela policiaca, en esas funestas dualidades que lo part¨ªan por dentro, y ve que ha sido interpretado de muy diferentes maneras a trav¨¦s del tiempo: sus lectores ven en ¨¦l lo que quer¨ªan ver. Eso siempre les pasa a los cl¨¢sicos, pero el protagonista encuentra algunas interpretaciones demasiado exaltadas...
P. ?Cuesti¨®n de fe?
R. La idea del milagro es fascinante para la gente que hace ficci¨®n: el milagro es una ficci¨®n que se da por cierta sin necesidad de ser verificada. Para canonizar hacen falta tres milagros: en el caso de L¨®pez Velarde, sus lectores fan¨¢ticos encuentran dos; s¨®lo les falta uno, y por eso la ¨²ltima parte de la novela se titula El tercer milagro...
P. Pero Valdivieso, su narrador, no da el tipo de milagrero.
R. Es un testigo libre, que duda. Unas veces cree y sucumbe a los misterios del misterio. Otras veces, no. Esa figura que problematiza su condici¨®n de testigo, que duda en el sentido moral, religioso, pol¨ªtico, se parece mucho a la del escritor: los hechos te pertenecen y a la vez te son ajenos. Adem¨¢s, Valdivieso es un extranjero en su patria, y tambi¨¦n la literatura est¨¢ hecha de esa condici¨®n de extranjer¨ªa.
P. ?Hubiera sido la misma novela si la hubiera escrito all¨ª?
R. No, al estar fuera pod¨ªa modificar los hechos como un tirano. Cuando me fui ya empezaba la emisi¨®n de videoesc¨¢ndalos pol¨ªticos en televisi¨®n, hubo incluso un asesino que se present¨® en un plat¨® para entregarse; prefer¨ªa la televisi¨®n al tribunal. Eso habla del valor que han tomado los medios. El debate pol¨ªtico hab¨ªa sido clandestino hasta la ca¨ªda del PRI; ahora la tele es, como dijo Fox, una casa de cristal en la que vemos la ropa y la basura. All¨ª hay menos porno rosa que aqu¨ª, se discute hasta lo prohibido y eso es saludable. Pero si la tele es el tribunal supremo, ?qui¨¦n juzga a ese tribunal?
P. Temas trascendentes, que usted trata con gran iron¨ªa.
R. Eso es consustancial a mi manera de ver el mundo. No quer¨ªa tocar esos asuntos como grandes acontecimientos, sino meti¨¦ndome en la piel de personajes muy distintos: un sacerdote, un polic¨ªa, un magnate de la televisi¨®n, una actriz, un hacendado... Eso genera ilusi¨®n de vida. La idea era recrear el pa¨ªs vivencialmente en cada uno de los 33 cap¨ªtulos, la edad de L¨®pez Velarde. La novela es larga y hay algunas obsesiones m¨ªas,
al fin y al cabo la literatura surge de las p¨¦rdidas, pero de lo que m¨¢s orgulloso estoy es de haber transcrito su poes¨ªa.
P. Ya dice Mar¨ªas que la novela no muere porque en ella cabe todo.
R. Y tiene raz¨®n, aunque a m¨ª me gusta sobre todo porque es el ¨²nico g¨¦nero que me permite escribir durante mucho tiempo sin saber muy bien qu¨¦ estoy escribiendo, cosa imposible con el cuento...
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